Con su trabajo, en cabeza de la corporación Mano Cambiada, Josefina Klinger diseñó un modelo de gestión del territorio a través del turismo comunitario para Nuquí (Chocó), por el que ganó el premio internacional Women of Courage.
Josefina Klinger Zúñiga cuenta que decidió superar sus miedos y dolores a través del servicio a la comunidad, particularmente a la de Nuquí, en Chocó, el pueblo que la vio crecer. Desde el 2006, Klinger decidió fundar la corporación Mano Cambiada con el fin de trabajar conjuntamente con la sociedad en lo que ella llama una “nueva forma de gestión territorial” a través del turismo comunitario.
El 14 de marzo de 2022 su trabajo fue reconocido por la Secretaría de Estado de los Estados Unidos, la cual le otorgó el premio internacional Women of Courage, en reconocimiento por su trabajo comunitario en el Pacífico. Este galardón «rinde homenaje a las mujeres de todo el mundo que han demostrado un valor, una fuerza y un liderazgo excepcionales para lograr un cambio positivo en sus comunidades, a menudo con gran riesgo y sacrificio personal», asegura el Departamento de Estado de Estados Unidos en su página web.
Actualmente, Mano Cambiada impacta directamente a seis unidades familiares e, indirectamente, a habitantes y residentes de los municipios de Nuquí y Bahía Solano.
Y aunque muchos conocen a Josefina Klinger como una de las principales autoridades en turismo comunitario en Colombia, la apuesta de esta lideresa va mucho más allá.
“Mano Cambiada significa un intercambio del ‘saber hacer’, que es una práctica ancestral que tenemos en el Pacífico. Lo que buscamos en la corporación es ser la cara de Nuquí hacia afuera a través del márketing, pero también buscamos que la comunidad se apropie del territorio, se organice y trabaje conjuntamente para construir”, señala Josefina.
El turismo como un medio para el cambio
Más que una actividad económica, para Josefina Klinger el turismo comunitario es un sistema de gestión territorial. La comunidad, en lugar de considerarse operadora turística, se considera anfitriona y los visitantes y operadores se convierten en sus aliados según este modelo.
Lo que procura esta idea es que la comunidad se apropie del territorio para ofrecer experiencias turísticas, y así las y los emprendedores locales sean quienes se beneficien principalmente por la actividad económica.
Además, el modelo le ha permitido a la comunidad hacer una “gestión inteligente” de los recursos ambientales. Por ejemplo, la conservación de la flora y la fauna se vuelve más fácil, porque permite transiciones sostenibles.
Josefina Klinger señala que “el turismo deja impactos negativos y positivos, y uno de ellos es que cambia los estilos de consumo en el territorio. Con el turismo en Nuquí se han generado muchos más residuos sólidos que no son biodegradables. Solo si la comunidad gestiona el territorio y las actividades podemos llevar un control sobre ello, cuidar los manglares, la fauna y el parque Utría, que es la ‘gallina de los huevos de oro’ de Nuquí y no podemos perderla”.
“También es una apuesta para evitar que Nuquí se convierta en un hotel con pueblo, como ha ocurrido en otros lugares donde la comunidad no ve los impactos positivos del turismo. No podemos ser solo empleados o bailarines”, continúa la lideresa.
Josefina concluye que “la marca de Nuquí es una negra con la selva en la cabeza. Cuando un visitante se hospeda en nuestras casas de madera revalorizamos nuestra arquitectura tradicional. Cuando comen acá, prueban una de las mejores sazones del país y del mundo. Tenemos que apropiarnos de lo nuestro, porque lo que yo puedo hacer con esta negrura no lo pueden hacer otros”.
Transformando el miedo en trabajo comunitario
Desde pequeña, Josefina cuenta que sentía un inmenso miedo al rechazo y al abandono. Ambos sentimientos la marcaron fuertemente y por ellos decidió trabajar por su comunidad.
Aunque la lideresa señala que, a pesar de que gran parte de los recursos de cooperación internacional y ONG llegan al Chocó, el departamento sigue teniendo una gran cantidad de problemas que no están siendo solucionados por esas ayudas.
“Se ha configurado un imaginario sobre el Chocó como de que somos corruptos, empobrecidos e incapaces de transformar el territorio. Precisamente, la forma en la que buscamos transformar esta realidad desde Mano Cambiada es a través de apropiarnos de lo nuestro territorio, de nuestros saberes, de nuestra cosmovisión, y de mostrarle al resto del país y del mundo el valor que tienen, pero también de convencernos a nosotros mismos de que vale la pena luchar por mejorar nuestros municipios”, señala Josefina.
Y es que, para ella, uno de los más grandes problemas de perder el sentido de pertenencia en el territorio es que muchos jóvenes han migrado a otras ciudades del país para buscar oportunidades. Según la lideresa, el modelo de gestión territorial a través del turismo comunitario permite crear oportunidades que los jóvenes puedan encontrar allí mismo, sin salir del departamento.
De acuerdo con Josefina, “enfrentar los miedos propios es la clave para trabajar de forma genuina y eficiente por las comunidades. En territorios que han sido históricamente marginales, usualmente llegan personas con complejo de ‘salvadores’, y es el miedo a la inferioridad, por ejemplo, lo que motiva esos liderazgos. Cuando enfrentamos los miedos, podemos comenzar a pensar en alianzas, en trabajo realmente comunitario que no busca hacer cosas por reconocimiento, sino porque nos llena”.