La expedición de National Geographic que seguirá a los delfines rosados durante dos años

El biólogo Fernando Trujillo, socio fundador de la Fundación Omacha, dirigirá una de las siete expediciones de Perpetual Planet para hacer seguimiento a los delfines rosados en el río Amazonas.

Durante dos años, un grupo de exploradores recorrerán la cuenca del río Amazonas, desde los Andes hasta el océano Atlántico, para conocer, documentar y estudiar la diversidad que hay alrededor de uno de los afluentes más importantes del mundo.

Las siete expediciones se realizarán en el marco de la iniciativa Perpetual Planet (Planeta Perpetuo), de National Geographic y Rolex. La meta, explica NatGeo, es mostrar “la diversidad de la región y las complejas conexiones de todo el sistema, y se centrarán en el ciclo hidrológico de la cuenca y en el papel fundamental que tienen las inundaciones estacionales para el acceso al agua dulce y la sobrevivencia de las comunidades locales y la vida silvestre”.

Una de esas expediciones la dirigirá Fernando Trujillo. Él es biólogo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y socio fundador de la Fundación Omacha, que busca promover estrategias para garantizar la conservación y el uso sostenible de ecosistemas y especies acuáticas y terrestres.

Fernando seguirá a las poblaciones de delfín rosado en el río Amazonas y evaluará el nivel de contaminación de mercurio en su dieta como indicador de la salud del río. También trabajará con las comunidades locales para desarrollar acuerdos de pesca e iniciativas de reforestación que eviten la escorrentía, protegiendo ambas riberas y el hábitat del delfín.

Colombia Visible habló con él para comprender las implicaciones de la investigación que dirigirá, sobre la que, concluye, se trata de “mostrar otra cara de la Amazonía”.

Expedición NatGeo
Durante dos años, la expedición liderada por Fernando Trujillo hará seguimiento a los delfines rosados en la cuenca del río Amazonas, a la vez que trabajará con las comunidades para su preservación. / FOTO: Leonardo Spencer

¿En qué consistirá la expedición que usted dirigirá en el marco de Perpetual Planet?

Durante dos años recogeremos información científica y conocimiento tradicional a lo largo del río Amazonas entre los Andes y el Atlántico. El proyecto que yo lidero, conformado por científicos de Ecuador, Colombia, Perú y Brasil, estará localizado en la zona del Ecuador, en Perú y en Colombia.

Tenemos varios hitos en este proyecto. Uno de ellos es una gran expedición en barco por la parte amazónica ecuatoriana. Al terminar lo que haremos es marcar cinco o seis delfines con satélites tipo arete en la aleta dorsal, para que nos muestren las áreas importantes para ellos. Porque los tomadores de decisiones siempre nos dicen que es imposible conservar todo el río, entonces hay que priorizar. Los delfines son nuestros cómplices. 

Adicionalmente, trabajaremos iniciativas de recuperación de bosque inundado, siembra de árboles, y apoyaremos acuerdos de conservación de peces. Y también estamos posicionando a los delfines como un atractivo turístico. Estamos capacitando a pescadores para que lleven a turistas a observarlos. 

Otra cosa que haremos es monitorear el mercurio en toda la cuenca del Amazonas, pues hay altísimos niveles, que vienen de minería ilegal de oro, de grandes vertimientos de este metal que sirve para aglomerar el oro. Más de 200.000 toneladas se han vertido en los últimos cuatro siglos. 

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¿Por qué es importante incluir a las comunidades locales en este tipo de iniciativas como Perpetual Planet?

Es fundamental darles voz e imagen a los líderes ambientales de las comunidades locales, a los indígenas. Ellos viven allá, saben lo que ocurre. La mayoría de las decisiones se toman alejados del Amazonas, se quedan en discursos, pero quién mejor que los líderes locales para saber lo que está pasando, cuáles son las necesidades y las posibles soluciones. 

La Amazonía está en crisis, es un paciente con fiebre de 39º. Estamos llegando a un punto de no retorno donde perderemos a pasos agigantados la Amazonía, así como esa bomba de agua que expulsa. Las comunidades deben tener una voz en este proceso.

Expedición NatGeo
Para hacerles seguimiento a los delfines, se instalarán satélites en cinco o seis de ellos para saber cuáles son los puntos donde más se concentran estos animales. / FOTO: Kike Calvo

¿Y cuál es el interés detrás de los delfines rosados, así como de su estudio y conservación?

Cuando arranqué a estudiar los delfines tenía 19 años. Fue una aproximación romántica la de salvar a los delfines, me parecían animales carismáticos. Pero pronto entendí que los delfines podrían ser un instrumento para conectar a los tomadores de decisiones y a la gente con lo que está pasando en los grandes ríos de la Amazonía y la Orinoquía. 

A través de su estudio, entendemos las problemáticas, las amenazas que se ciernen sobre los ecosistemas acuáticos. Lo que hagamos para salvarlos a ellos involucra reducir el mercurio, hacer ordenamiento pesquero, frenar la deforestación y la sobrepesca.

¿Cómo lograr que el turismo alrededor de los delfines sea sostenible y no afecte más de lo que ayude?

El turismo ha sido una gran oportunidad, pero también puede ser una amenaza. Por eso hay que desarrollarlo de manera adecuada. Con el Ministerio de Ambiente hicimos directrices de observación responsable y hemos creado protocolos para los delfines de ríos. No queremos un turismo de alto impacto, sino grupos pequeños que se conecten con la Amazonía.

¿Qué aportan expediciones como la de Perpetual Planet para la conservación de la Amazonía?

Son siete proyectos y todos tienen conexión. Estamos conectándonos a través del mercurio, del agua, de la migración de especies como los delfines. Todas estas historias buscarán llegarle al común de la gente para mostrar otra cara de la Amazonía. 

Esta iniciativa durará dos años, ya estamos haciendo trabajo en campo. En nuestro caso, la expedición se concentrará entre agosto y octubre, y haremos trabajo durante todo este tiempo con las comunidades locales. Esto es inédito. Esperamos que el resultado al final sea positivo y que la conservación vaya más allá del discurso.