David Trejo, premiado como uno de los innovadores de menos de 35 años por el Technology Review Innovators Under 35 LATAM, en 2019, habló con Colombia Visible sobre el estado de Latinoamérica en cuanto al manejo de la Big Data y la creación de ‘smart cities’.
Uno de los conferencistas internacionales del II Foro de Ciudades Inteligentes organizado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, que se llevó a cabo el pasado 23 de noviembre, fue el argentino David Trejo, creador de Nydro Energy y Carbo Energy.
Trejo realizó una charla titulada: Midiendo el pulso de una ciudad a través de los datos, en la cual abordó temas como el Big Data, la importancia de generar una base de datos de acceso gratuito y abierto para la comunidad y la situación actual de las ‘smart cities’ en Latinoamérica.
Al respecto, aseguró que Colombia es uno de los países que, a su juicio, “más están innovando en el ecosistema emprendedor”.
Colombia Visible tuvo la oportunidad de hablar con Trejo, quien también se destaca por haber sido gerente de nuevas tecnologías del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y profesor visitante en el Beijing Institute of Technology.
¿Qué tan cerca están las capitales latinoamericanas de considerarse 'smart cities’? ¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentan en ese reto?
Las capitales latinoamericanas tienen un gran potencial de convertirse rápidamente en ‘smart cities’. Cada vez es más barato acceder a tecnologías de sensorización y automatización, lo que facilita la tarea.
El desafío se hace cuesta arriba encontrando modelos de negocio y adopción en varios casos.
La pandemia logró que muchas más personas usen la tecnología a diario, ya sea para pagos digitales o trámites, lo que es un punto a favor, pero el principal desafío está en transformar las ciudades en plataformas y que los sensores y datos que se tengan no sean sólo para mejorar el tráfico o acelerar trámites, sino que toda esa infraestructura funcione como plataforma para crear nuevos negocios digitales, que son los que van a terminar de moldear a las ciudades inteligentes.
¿Cómo se puede aprovechar realmente el volumen de información que generan diariamente las ciudades y sus habitantes?
Los datos que se obtienen a diario son monstruosos. Compras digitales, movilidad urbana, conexiones a las redes móviles, interacciones con webs de trámites, entre otros. El principal desafío, en mi opinión, siempre que se trabaja con grandes volúmenes de datos, es mantenerlos ordenados y limpios.
Cuando el flujo de datos es incesante, es decir que recibimos cientos o miles de nuevos datos por minuto o por segundo, es esencial tener una arquitectura que los pueda almacenar.
El siguiente paso es limpiar esos datos y, finalmente, usar algoritmos de entrenamiento o predicción, para obtener insights (información recopilada por medio de análisis de datos, la cual permite saber aspectos no tangibles de la forma en la que el consumidor piensa o siente) que sean valiosos para mejorar la vida de los ciudadanos.
¿Qué tan avanzada está la región en la implementación de estrategias a partir del Big Data?
La región está muy avanzada. Hay ciudades que ya tienen una infraestructura de datos importante y sobre todo hay empresas que están usando la potencia de los datos para transformar la región.
Creo que hay casos muy importantes como Rappi en Colombia, Nubank en Brasil o MercadoLibre en Argentina.
Dentro de su trayectoria, ¿cuáles cree que han sido las iniciativas más destacadas en cuanto a innovación y Big Data que se han gestado en América Latina?
Sin duda las iniciativas de gobierno abierto fueron las más importantes, porque de alguna manera obligaron a los estados a pensar en la gobernanza de los datos, su publicación, su transparencia y cuáles eran las diferentes tecnologías a implementar para aprender de esos datos.
Algo que siempre ha funcionado bien ha sido crear un laboratorio de innovación, donde un grupo pequeño de personas pueda funcionar como ‘Google’ dentro de un gobierno. Esto es innovar sin límites, pensar fuera de la caja y sobre todo prototipar rápido.
Hacer pruebas de concepto le ahorra muchísimo tiempo y dinero a los gobiernos y permite probar tecnologías que, de otra forma, no tienen un lugar en las áreas tradicionales.
Segundo, quiero felicitar a Colombia por pensar en una estrategia de ‘sandboxes’ para la innovación. Eso es ser pionero en la región.
¿De qué manera la pandemia impulsó a la innovación y transformación de las grandes ciudades del mundo frente a la recopilación de información en entornos digitales?
La pandemia fue un catalizador de cambios. Nos forzó a innovar para seguir vivos de alguna forma.
Lo más simple es pensar en los pagos digitales o las apps de envío de productos, pero también podemos pensar en la educación. Hoy hay alumnos de Colombia estudiando en universidades de Argentina, Brasil o Estados Unidos sin necesidad de dejar sus ciudades.
Hay gobiernos que están digitalizando todos sus trámites y ofreciéndolos a través de WhatsApp. El caso de Boti, en la Ciudad de Buenos Aires, y de Bleett son casos para tomar como ejemplo a seguir.
En Colombia, por su parte, existe la ley de protección de datos personales Ley 1581. Respecto a esto, ¿cómo se puede regular la Big Data frente a la protección de la información de los ciudadanos?
Estamos viviendo la transición de la web 2.0 a la web 3.0. Esto no implica hablar de criptomonedas, sino todo lo contrario.
La web 1.0 fue solo de lectura, de masificación de la información. La web 2.0 es sobre plataformas donde la data que generamos los usuarios le “pertenece» a esas plataformas. Cuando un servicio es gratis, como lo es Gmail, por ejemplo, es porque el producto somos los usuarios.
Lo que está naciendo ahora es la web 3.0, que versa sobre la propiedad de nuestros datos, nuestra reputación e historial digital. Los datos personales son un tema central en esto.
Cuando le muestro a un oficial de gobierno mi documento, él puede ver mi fecha de nacimiento, mi número de documento, inclusive la dirección donde vivo. ¿Por qué tanto acceso? Ya estamos hablando de la permisividad, de los niveles de acceso y de cuanta información compartimos. Esto es sano y es vital que los gobiernos y la sociedad se involucren en la gobernanza de los datos.
Desde su experiencia, ¿cómo se puede trabajar para la creación de algoritmos que recojan e interpreten los datos y luego los pongan al servicio de los ciudadanos?
No hay un camino simple. En mi opinión, la mejor estrategia es transformar a las ciudades en plataformas. Transformar los servicios públicos en generadores de datos que puedan nutrir nuevos negocios.
Vivimos en una época donde los algoritmos nos gobiernan, aunque no queramos aceptarlo. La dirección que Google Maps nos da para ir de un punto “A” a un punto “B”, la música que Spotify nos recomienda, los videos que YouTube nos sugiere… entre otros.
Algo central es tener en cuenta qué datos obtiene el gobierno y qué datos se necesitan para mejorar determinados servicios o crear nuevos. Posteriormente, yo recomendaría involucrar a la academia en el desarrollo de los algoritmos y tener una estrategia de datos abiertos, para que toda la sociedad, eventualmente, pueda escrutar los datos y los algoritmos que se usan para tomar decisiones.
Cuéntenos un poco sobre el concepto y su trabajo alrededor de los ‘data lakes’
Un ‘data lake’ es, en palabras simples, un almacenamiento de datos. Es un lugar donde todos los sistemas y servicios informáticos depositan sus datos y se mantienen organizados en diferentes tablas y categorías.
Estos «lagos de datos» nos permiten conectar servicios de inteligencia artificial, de predicción o múltiples servicios y contar con todos los datos en un mismo lugar, simplificando tremendamente la gestión operativa de los servicios informáticos de un gobierno o una empresa.