A once años de la muerte del Joe, Dinkol Arroyo, hijo del artista, contó a Colombia Visible cómo ha sido continuar con el legado de su padre para que no dejen de bailarse y cantarse sus canciones.
“Quiero contarle, mi hermano, un pedacito de la historia negra, de la historia nuestra, caballero. Y dice así…”
Con tan solo 12 años, Dinkol Arroyo, el hijo del cantautor de música tropical Joe Arroyo, ya entonaba las canciones de su padre, crecía entre letras, guitarras, salsa, cumbia y se sentaba en la sala a tertuliar con Lizandro Mesa, Wilson Manyoma, Julio Ernesto Estrada y Piper Pimienta, entre otros. Sin saberlo, empezaba a convertirse en quien continuaría la tradición de una de las leyendas más importantes de la música colombiana.
Cuando cumplió los 20 años hizo oficial que su camino era la música y allí empezó a compartir escenario con su padre: su voz era tan parecida a la del Joe que, a veces, la gente se confundía.
Luego de la muerte de su padre, Dinkol se dio a la tarea de continuar el legado musical de ‘El centurión de la noche’ (como llamaban al Joe) y de incluirle sonidos más actuales, según él, para que las nuevas generaciones corearan sus canciones. Así fue como inició giras por Latinoamérica y Estados Unidos llevando consigo temas como Rebelión, En Barranquilla me Quedo, Noche de Arreboles y muchos más.
Así, le recordaba a la gente que, aunque el Joe murió, su tradición sigue viva. Desde Colombia Visible hablamos con Dinkol sobre cómo fue crecer con un padre músico, sus enseñanzas, lo que pasará con sus canciones y la responsabilidad de cargar con una tradición legendaria y no dejar que se pierda.
¿Cómo definiría su vida hasta el momento?
Mágica. No pude haber tenido un mejor padre y una mejor historia de vida. Puede que la gente no lo entienda, pero este es el sueño que cualquier persona tendría. Crecer con una leyenda y poder continuar su legado.
¿Qué se siente tener la responsabilidad de que la tradición de su padre no muera?
Ha sido un trabajo fascinante, es como cuando un papá crea una empresa desde ceros y luego se la pasa a sus hijos. Uno tiene el deber de continuar con todo ese trabajo y no dejar que se pierda.
En esta caso ha sido hermoso, porque la fanaticada de mi padre me ha apoyado. Ellos siguen dándole todo el amor a las canciones de mi padre y me acompañan en los conciertos. Ver desde la tarima que cuando entono algún tema de él, el público grita, canta y baila, ha sido muy gratificante, sobre todo, que lo siguen haciendo a pesar de que los acordes ya tienen un toque más juvenil, unos beats más marcados, un ritmo más actualizado, sin perder la esencia original.
¿Cuáles son esas tradiciones de la música caribeña que no quiere que se pierdan?
En general, todo el ritmo que creó mi padre. Este es una combinación de música antillana, de elementos africanos, europeos e indígenas. La gente tiene muy marcados los inicios de los coros que cantaba mi padre y cuando suenan, no importa dónde, la gente sabe que está escuchando música caribeña.
¿Cuál es el recuerdo más bonito que tiene de haber crecido con el Joe?
La gente piensa que miento cuando digo que todo fue bonito (risas), pero en realidad lo fue. Tengo una vida entera de solo cosas buenas que pasé a su lado. Sin embargo, creo que lo que más me marcó de él fueron sus regaños: él siempre tenía la palabra exacta para hacerlo entender a uno que estaba cometiendo un error.
Por otro lado, nunca tuve un cumpleaños o un año nuevo igual, él siempre se las ingeniaba para que cada año tuviéramos una experiencia diferente. Nos quería muchísimo.
Bueno y lo más curioso (risas) para hablar con mi padre era necesario trasnochar, él no dormía en la noche, pasaba la noche entera en la casa, haciendo música, leyendo. Todas sus actividades las hacía en ese horario, durante el día él dormía, decía que así sí descansaba.
¿Cómo fue escribir la canción Padre, el homenaje que le hizo al Joe?
Fue una reunión de muchos sentimientos que condensé en una fusión de bolero y salsa. Ahí dejé todo lo que viví cuando él partió, le hice un homenaje con lo que me enseñó a hacer: música.
Su padre decía que no había otro lugar como Colombia, ¿qué es lo que más le gusta a usted del país?
Yo no podría vivir en otro país, sinceramente. Yo amo Colombia, la comida, la música de aquí. Si hay algo que tengamos en el país es músicos y géneros para rato, y los artistas somos muy versátiles. Esto no lo veo en otras partes del mundo.
Cuéntenos de cinco lugares de Colombia que inspiren su música.
Barranquilla, porque esa ciudad hizo de mi papá una persona diferente. Allí de verdad se siente cómo lo amaban. Todavía en cualquier carnaval siguen poniendo su música, suena en todo lado. Eso es impresionante.
Cartagena: fue donde nació mi padre y allí tengo a mi familia. Además, porque esta ciudad es muy romántica.
Bogotá: todos saben que soy un costeño muy rolo, yo nací allá porque mi papá viajaba mucho y mi mamá lo acompañaba estando embarazada. En uno de esos viajes me les adelanté.
Medellín: allí fue donde mi padre dio los pasos más grandes en la música. Allá también fue donde grabé mi primera producción musical
El departamento de Santander: la gente no se imagina, pero en ese departamento es donde el Caribe suena con más potencia. Allá se la gozan, la bailan, piden presentaciones. Ir allá es mágico, todo el mundo quieres escuchar tu música.