Ati Nawowa e Inuga son dos colectivos de mujeres arahuacas que, a través de sus artesanías, generan oportunidades económicas y preservan su cultura.
Ati Nawowa fue la madre del tejido en la tradición ancestral Arhuaca Nabusímake, eso fue lo que pudieron averiguar las mujeres que crearon este colectivo, a través de las historias de los sabios del pueblo.
Le pusieron ese nombre a su emprendimiento, porque con su labor quieren proteger simbólicamente el hijo de Ati Nawowa, ese es su deber como indígenas, o eso piensa Sandra Mejía Torres, coordinadora de Ati Nawowa.
Por su parte, Inuga es una abreviación a la frase en la lengua arahuaca “ingunu ungawi”, que quiere decir “construyendo caminos”. Lo que significa que, para este colectivo, a través del tejido es que ellas construyen su propio camino hacia el futro.
Aunque ambos colectivos nacieron por motivos diferentes, ambos tienen el mismo objetivo principal, preservar su cultura, a través de la tradición del tejido arahuaco, y transmitirla de generación en generación.
“Decidimos emplear la técnica de tejido arahuaco, porque es la que nos representa e identifica como indígenas, como cultura, esto llevamos dentro de nosotros. Donde quiera que vayamos, la mochila arahuaca es la máxima representación de nuestra cultura y nuestra tradición”, comenta Elena García, representante legal de Inuga.
Además, explica que por medio de esta labor las artesanas dan a conocer sus pensamientos, emociones, orígenes, historia y cultura, “que es algo por lo que siempre hemos luchado por mantener y no podemos perderlo”, dice García.
Mientras tanto, Mejía explica que para el colectivo Ati Nawowa el espacio donde se teje se convierte en una escuela para la comunidad, donde les enseñan a las nuevas generaciones la cultura Arahuaca, para que no se pierdan sus costumbres milenarias.
“Queremos que las generaciones futuras entiendan que esta forma de tejer, estas figuras que plasmamos en nuestras artesanías, son lo que nos identifica como cultura indígena”, aclara.
El conocimiento del tejido arahuaco se va transmitiendo de generación en generación, para que la tradición no desaparezca. / FOTO: Tomadas del instagram @inuga_1 y @atinawowa_juna
Además, el dinero obtenido por estas mochilas se ha convertido en un ingreso para las mujeres madres cabeza de hogar, que son la mayoría de las artesanas de Inuga.
Adicionalmente, García precisa que esta es una labor cien por ciento artesanal, por lo que se pueden demorar hasta un mes haciendo una mochila mediana, por el proceso de “desnudar” a la oveja, como dicen ellos, para obtener la materia prima de la lana y luego para tejerla en nudillos con una aguja capotera, único elemento que utilizan externo a su cultura.
“Un bolso arahuaco siempre estará hecho a mano, punto por punto. El material con el que se elabora es cien por ciento natural y todo el proceso de obtención de estos es completamente a mano”, precisa Mejía.
Colectivos con sentido social
Inuga es un colectivo conformado en su totalidad por mujeres desplazadas por la violencia, que al encontrarse fuera de su territorio decidieron reunirse para poder solventar sus situaciones familiares a través de la venta de artesanías.
“Algunas están en Pueblo Bello, Cesar, otras están en Nuevo Mundo y otras se encuentran en Jewrwa, el asentamiento Arahuaco de donde fuimos desplazadas muchas de nosotras. Desde estos sitios las artesanas tejen las mochilas y nos reunimos periódicamente para coordinar los proyectos”, aclara García.
Inuga debajo de su nombre tiene la frase “Tejedoras del futuro de Jewrwa”, la cual decidieron agregar para dar a entender lo que ellas piensan: que quienes fueron desplazadas merecen tener un futuro y en este momento lo están tejiendo con sus artesanías.