En el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, los locales hospedan turistas en sus casas y con ello participan en la economía del turismo al tiempo que preservan y divulgan su cultura tradicional.
Cuando durante la década de 1950, el entonces presidente Gustavo Rojas Pinilla visitó la isla de San Andrés, siendo el primer mandatario del ámbito nacional en hacerlo, declaró al archipiélago como puerto libre. Es decir, como un territorio en donde la mercancía que entra o sale está libre de impuestos.
Y aunque la declaratoria se hizo en 1953, y luego en 1959 el presidente Alberto Lleras Camargo sancionó la Ley 127 que creaba el marco legislativo regulador de esa declaratoria, fue solo hasta 1997 que se hizo efectiva y comenzó a regir la norma.
Sin embargo, cuenta Cleotilde Henry, raizal, presidenta de la Asociación de Posadas Nativas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y gerente de la posada ‘Clis Place‘, ya desde los 50, la economía del archipiélago, hasta entonces basada en el comercio del coco, comenzó a transformarse.
Entre otras cosas, comenzaron a llegar ocasionales turistas a las islas, particularmente desde el norte y en busca de cálido refugio ante los agresivos inviernos de sus países.
El archipiélago, sin embargo, sin experiencia alguna en turismo, no tenía ningún tipo de infraestructura para acoger a los visitantes, por lo que los nativos comenzaron a ofrecer sus casas para alojarlos.
Nery Taylor Robinson, en cabeza de la posada nativa ‘Miss Trinie‘ cuenta, sin embargo, que fue mucho tiempo antes que la población raizal comenzó a ofrecer posada en sus hogares a los viajeros que llegaban a la isla. Thomas Hermans, por ejemplo, tatarabuelo de Nery y primer médico negro de San Andrés , llegó desde Jamaica a principios del siglo XX y en sus primeros días fue acogido por la comunidad raizal en sus hogares.
Fue a partir de esos encuentros fortuitos que surgieron las posadas nativas. No por el simple acto de pasar la noche en casa de un local, sino por el intercambio cultural que eso supuso: el extranjero se alimentó de albondigas de pescado y rondon, escuchó historias de ‘duppys’ – fantasma en creole -, se unió al canto del calypso y conoció la cotidianidad raizal.
Y es esa, precisamente, la apuesta de las posadas nativas, que se consolidaron como oferta turística formal en 1985 a partir de la tesis de grado de un grupo de estudiantes raizales en la que realizaban un diagnóstico de todos los aportes que hacían los locales a la industria, pero que no estaban siendo reconocidos.
Su idea fundamental, entonces, radica en preservar, exaltar y divulgar las tradiciones y la cultura nativa de las islas, la cultura raizal.
Hoy, dentro de la asociación que preside Cleotilde, se encuentran agrupadas 29 posadas de San Andrés, 22 de Providencia, de las que solo 3 se encuentran funcionando a causa de la destrucción por el huracán Iota y la lenta reconstrucción por parte de la institucionalidad, y tres de Santa Catalina. Sin embargo, en la actualidad tienen solicitud de asociación por parte de otras seis.
Alternativa económica y preservación de la cultura
«La posada nativa es la esencia del raizal», sostiene Nery, sentada en el escritorio donde recibe a sus huéspedes y que siglos atrás era donde Thomas recibía a sus pacientes, en esa misma casa, antes consultorio médico y ahora posada.
Y agrega: «A través de ellas contamos algo de nuestra cultura: la gastronomía, la arquitectura, las tradiciones. Acá contamos la historia de nuestra familia».
Con todo ello, Cleotilde, por su parte, asegura que las posadas nativas han sido un proyecto de gran importancia para los locales, tanto para su involucramiento efectivo dentro de la economía del turismo y, en ese sentido, como sustento económico, así como para preservar sus tradiciones, que ella dice están en un acelerado proceso de extinción.
En cuanto a lo primero, la presidenta de la Asociación de Posadas Nativas, así como la dueña de ‘Miss Trinie’, aseguran que han logrado consolidar una gran clientela dentro de los turistas extranjeros, particularmente europeos, a quienes el intercambio cultural y el hecho de aprender de la cotidianidad raizal, sus prácticas y tradiciones, les llama mucho la atención.
El turista colombiano, dice, sin embargo, “lo ve únicamente como un lugar de paso, llegan, salen y se van. No hay mucho interés ni valor alrededor de nuestra cultura. Llegan e incluso piden rebajas y descuentos”, dice Cleotilde.
Más allá de eso, las posadas nativas han beneficiado mucho a los locales, entre otras cosas, porque es una oferta operada en su totalidad por ellos: únicamente los nativos pueden crear una opción de alojamiento con el nombre de ‘posada nativa’ que, gracias a la presión de Cleotilde y la asociación, debe estar certificada ante las autoridades.
Además, para entrar a la asociación hay también una serie de requerimientos para garantizar que realmente sean los locales quienes participan de ella: la persona que quiera conformarla tiene que ser dueña de la casa donde quiera establecerla; tiene que ser raizal, cosa que se acredita con la tarjeta OCCRE, que identifica a los residentes raizales, y, obligatoriamente, debe hablar creole, la lengua nativa.
Una vez establecida una posada de este tipo, no solo sus empleados directos son raizales, sino también todos los indirectos: los agricultores y pescadores a quienes se compra la comida que se ofrece a los turistas, los guías para las distintas actividades, los transportadores y demás. “Todo lo que hacemos es raizal” cuenta Cleotilde.
De ahí, entonces, que las posadas sean también una “resistencia fuerte a la extinción de lo raizal. Nosotros tenemos que luchar contra los grandes que manejan la economía. Antes éramos dueños del transporte, de la tierra y de la economía, pero hoy en día no somos dueños de nada. Todos tienen beneficios, menos nosotros, nos exigen cosas que a ellos no, ellos tienen exenciones que nosotros no”, asegura Cleotilde.
Y es que la hotelería, por ejemplo, está exenta de pagar IVA, pero las posadas nativas no, incluso tampoco han podido acceder el crédito al que tienen derecho por parte del Banco Agrario y el Ministerio de Vivienda, según el artículo 51 de la Ley 915 de 2004, porque al momento de pedirlo la entidad argumenta que no aplica para posadas nativas urbanas, a pesar de que la normativa no dice nada al respecto.
En ese contexto, entonces, las posadas nativas se han constituido como proyecto de resistencia cultural, al divulgar y promover la cultura raizal entre los turistas que llegan, así como de resistencia ante un panorama turístico que ellos consideran hostil para su supervivencia identitaria. Eso sumado a que es una efectiva estrategia de sustento económico.
Referentes a nivel internacional
Además de ello, Cleotilde cuenta que con la Asociación de Posadas Nativas han visitado diversos países y han intercambiado experiencias y saberes para nutrir su proyecto, al tiempo que han servido de referentes para la consolidación de proyectos de ese estilo en varios otros.
Uno de ellos fue en Paraguay, cuya directora de turismo visitó San Andrés y recogió la experiencia de la asociación para consolidar en su país un proyecto similar. Con ello, se crearon en los municipios de San Cosme y San Damián, en ese país, proyectos locales de apoyo a las posadas nativas en las que desde el gobierno se auspiciaban modificaciones y adecuaciones de las casas de los locales, para agregar una o dos habitaciones más y de esa manera poder hospedar turistas.
Así, se crearon nueve posadas nativas, inspiradas en la experiencia de San Andrés.
“Es increíble la importancia que ha tenido para nosotros este proyecto de las posadas nativas” asegura Cleotilde, que agrega, coincidiendo con Nery, espera poder contar con más apoyo de parte de la institucionalidad para poder fortalecerlo y consolidarlo cada vez más a través, por ejemplo, de la creación y profundización de vínculos con países del Caribe, con quienes comparten muchas tradiciones e intereses, así como con la Colombia continental, a cuyos turistas esperan poder encantar con su cultura, más allá del sol y las playas.
Si planea ir a San Andrés, le invitamos a considerar las posadas nativas como su opción de alojamiento. Puede encontrar más información en la página de Instagram de Miss Trinie, que también puede contactar al número 312 424 1622, o de Clis Place, que puede contactar al número 316 623 0348.