Juan David Palacio Cardona, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, conversó con Colombia Visible sobre los factores que han hecho que, a través de los años, esta entidad se haya convertido en un ejemplo para este tipo de organizaciones asociativas de municipios.
Desde la creación de la primer área metropolitana en Colombia, la del Valle de Aburrá, en 1980, este modelo asociativo de municipios conurbanos se ha vuelto cada vez más común. En la actualidad, existen seis, estando, además de la del Valle de Aburrá, las de Bucaramanga, Cúcuta, Barranquilla, Risaralda y Valledupar. Y, en 2022, entrará en funcionamiento un modelo que, aunque no es igual al área metropolitana, sí toma varias de sus características: la Región Metropolitana de Cundinamarca.
Ante esta coyuntura, Colombia Visible dialogó con Juan David Palacio Cardona, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Amva), sobre sus perspectivas respecto al futuro de la Región Metropolitana de Cundinamarca y cómo esta puede tomar como referencia al Amva para su existencia.
A juicio del funcionario, son tres las prioridades que deben tener en Cundinamarca para poner en marcha este nuevo modelo de asociación: que la Región Metropolitana tenga unas competencias claras, que se conciba como un espacio de articulación y que Bogotá se erija como un núcleo.
Ustedes se posicionan ante el país no solo como pioneros en estos modelos, sino como un caso de éxito, ¿cómo lo lograron?
Lo importante a señalar es que el Área Metropolitana del Valle de Aburrá fue la primera área metropolitana en el país. Hoy existen seis: Bucaramanga, Cúcuta, Barranquilla, Risaralda, Antioquia y Valledupar. La nuestra es la más grande, antigua y la que más competencias tiene por ley o delegación. En ese sentido, este esquema asociativo ha sido un caso de éxito basado en la solidaridad que tiene la ciudad núcleo, que es Medellín, frente a los demás municipios.
Durante los años ha entregado recursos de manera voluntaria a esta entidad, lo que ha permitido apalancarnos financieramente para llevar desarrollo a los demás municipios. Esa vocación de solidaridad ha permitido que esta área metropolitana haya participado de manera activa en la transformación del territorio. Esto ha permitido hacer visible a la entidad y que participe de la gobernanza.
¿Cuál es la importancia de los gobiernos locales, de las alcaldías que hacen parte del Área Metropolitana?
Realmente, todos los diez municipios del Área Metropolitana del Valle de Aburrá son importantes. Creo que no podemos hablar de cuál es más importante. El Valle de Aburrá es un territorio donde se han perdido esas frontera visibles. Uno no logra identificar cuándo pasa de un municipio a otro, la conurbación nos ha unido. Eso hace que se trabaje de manera articulada. Cada territorio tiene sus dinámicas políticas, sociales y empresariales, y las reconocemos, pero también la importancia de la articulación para garantizar mejores condiciones de vida de los habitantes, la competitividad del territorio y avanzar a una sostenibilidad ambiental.
¿Cuáles son los ejes fundamentales en los que comenzó a trabajar el Área Metropolitana del Valle para convertirse en referente?
Somos la única área metropolitana con la competencia de ser la autoridad ambiental. Es una autoridad que, desde el ejercicio técnico, tiene todo el rigor, siendo incluso reconocidos por el Ministerio de Medio Ambiente y por las instituciones descentralizadas que trabajan en estos temas.
Una segunda competencia es que somos autoridad en materia de transporte. Somos aquellos que otorgamos recorridos y nuevas rutas para ofrecer el servicio. También fijamos la tarifa. Y somos aquellos que sancionamos cuando hay una mala prestación del servicio. Esta es una competencia de todas las áreas, pero en nuestro caso, toma mayor rigor por contar con un servicio como el Metro.
También adquirimos el año pasado una nueva competencia: que nos habilitáramos como gestores catrastales de 5 de los 10 municipios (Barbosa, Copacabana, Girardota, Bello y La Estrella). Así participamos de la planificación del territorio con acuerdos metropolitanos.
¿Cuáles fueron los obstáculos, y los aprendizajes que quedaron, que sirven de ejemplo para otras experiencias como la de la Región Metropolitana de Cundinamarca?
Esta área metropolitana nació hace 41 años, mediante una ordenanza que contempló la entrada de 10 municipios para el Valle de Aburrá. Se debía agotar un procedimiento ante el concejo de cada municipio, pero Envigado ingresó y luego quedó demostrado que no se agotó el procedimiento en el Concejo. Un año después, el municipio salió y, durante 35 años, no perteneció al área metropolitana.
Para el caso de Cundinamarca, considero que debe tener las siguientes condiciones: primero, asignarle competencias. Hoy sabemos que no puede ser materia de autoridad ambiental, pero sí de transporte o catastral u otras competencias. Segundo, entender que este es un espacio de articulación para lo estrictamente necesario. Y tercero, indistintamente de que el Gobierno Nacional asigne recursos, a mi juicio, Bogotá debe entender que los esquemas deben ser más que asociativos.
En Cundinamarca tenemos el problema de que ese tipo de transporte no se ha desarrollado o se dejó de lado, ¿cómo podemos hacer desde esta región para que en este tema se dé dicha integración?
Esto sucede porque no hay sistemas de transporte masivos públicos que suplan esa necesidad. Hoy sabemos que Bogotá, y cualquier ciudad capital, requiere de estos sistemas. La dificultad son los costos operacionales. A nivel mundial, todos los sistemas de transporte público son subsidiados. Ocurre en Alemania, España e Inglaterra, pero allí han entendido que la prioridad es el sistema de transporte público. En nuestro país, el sector automotriz representa más de seis puntos de nuestro PIB, 4 millones de empleos genera el factor. Son externalidades positivas y cambiar esas dinámicas es complejo, más aún cuando las inversiones requieren de millones.
¿Qué recomendaciones le puede dar a la Región Metropolitana en esta fase inicial?
Yo sé que es un esquema asociativo diferente a lo habitual. Pero, como lo señalaba, se deben asignar competencias para que haya institucionalidad. Bogotá debe entender que tiene que comportarse como la capital y aportar recursos. Y el Gobierno Nacional debe hacer esos aportes anuales, sin eliminar esa fuente de ingreso a otros municipios. El tema de regalías es totalmente importante. Esto se logró consolidar siendo yo presidente de la Asociación de Áreas Metropolitanas para que las áreas metropolitanas accediéramos a esta fuente de ingresos, algo que también le puede dar independencia a la Región Metropolitana.