Luna hace bullerengue para narrar la historia de Chigorodó

Luna Palencia Julio hace parte de la tradición bullerenguera del Urabá antioqueño. Junto a su familia buscan honrar la memoria del territorio a través del baile y la música.

El bullerengue la recorre de norte a sur y de este a oeste, así define Luna Palencia Julio su relación con este baile cantado. Aunque su mamá y papá la llamaron Karen Dayana, ella se identifica más con Luna, ya que con este siente que se conecta más con las comunidades afrocolombianas de Chigorodó, en el Urabá antioqueño.

Luna tiene 27 años, desciende de una familia bullerenguera y desde pequeña lo tomó como propio. “Yo soy bullerenguera desde que estaba en el vientre de mi mamá, lo siento mío, mi familia entera tiene que ver con ello y esto llega a mi vida como una oportunidad de sentir que pertenezco a un lugar, a un grupo étnico y a una familia”, explica.

Luna es una mujer que trabaja para convertirse en lideresa de la región, es psicóloga y disfruta combinar su profesión con su pasión para que las personas tomen el bullerengue como motivación en la vida. 

Además, busca que el empoderamiento femenino llegue a todas las mujeres y que este se convierta en un ritual de vida y de resistencia en todo Urabá, territorio golpeado por la violencia. Por eso Luna no solo se queda en la zona urbana del municipio, como ella lo dice, si tiene que cruzar un río para poder llegar a las comunidades, lo hace.

Bullerengue para narrar la historia
Luna baila desde que tiene cuatro años. Asegura que el bullerengue hace parte de su ADN. / FOTO: Luna Palencia Julio

Quiero que las mujeres adquieran esta energía que habita dentro de mí. Me gusta apoyar, estar en iniciativas, en lo que me mueve. Me encanta investigar y visibilizar los contextos sociales y culturales del territorio.

En Urabá el bullerengue es un canto a la vida

Bullerengue para narrar la historia
Luna les enseña bullerengue a los más pequeños para promover el relevo generacional y preservar la tradición. / FOTO: Luna Palencia Julio

El bullerengue es un baile cantado que históricamente se muestra como un acto de resistencia a situaciones diarias que se viven en la región. De acuerdo con Luna, Urabá es un territorio infiltrado por grupos al margen de la ley que se disputan la tierra y las economías ilegales; allí prohibieron el bullerengue, pero la comunidad no lo permitió y los bullerengueros continuaron con su tradición, como un proceso de resistencia y memoria.

“Las letras del bullerengue de Chigorodó si las escuchas son festivas, pero cuando se analiza lo que dice la canción, dentro de cada párrafo se está gritando que no queremos más violencia, que queremos vivir en paz. Antes la gente no podía decirlo porque si lo hacía era silenciado o tenía que retirarse del territorio, entonces a través del canto se tiene un momento de sanación”.

Para Luna, el bullerengue es un canto a la vida. Este llegó a Chigorodó cuando hombres y mujeres que vivían en la isla Barú, en Bolívar, desembarcaron en el río de Chigorodó y le presentaron a los indígenas Embera Katíos sus instrumentos musicales. 

Y en su familia es una tradición que pasa de generación en generación. Por eso se creó el grupo de bullerengue Danzas del Ayer, un espacio para que todas las personas del municipio aprendan y se conecten con sus antepasados.

“El bullerengue solo lo hacían las personas mayores, debías tener mínimo 40 o 50 años para pertenecer al grupo, pero dónde queda el relevo generacional. Mi abuela, Argenia Julio Mejia, en esa época tenía 25 años, empezó a meterse, a luchar por su espacio porque no quería esperar, decía que había que transmitir el bullerengue para que no muriera”, recuerda.

Danzas del Ayer es considerado como un gran referente porque conserva lo autóctono y tradicional bullerenguero. Entre los creadores y participantes está el linaje de la familia Julio quienes buscan mantener la memoria y saberes de sus antepasados.

Actualmente son 37 integrantes entre adultos mayores, jóvenes y niños. Los grupos infantiles son uno de los componentes principales de esta propuesta artística ya que son la semilla para que este baile tradicional siga siendo parte de la identidad de este territorio.

El trabajo por la comunidad seguirá en su futuro

Bullerengue para narrar la historia
De acuerdo con la bailarina, el bullerrengue narra las vivencias de los territorios. / FOTO: Luna Palencia Julio

Actualmente Luna hace parte de la iniciativa La verdad tenemos que de la Fundación Mi Sangre, una estrategia para la incidencia social, en 37 municipios de 17 departamentos gracias a 250 jóvenes líderes quienes se encargan de comunicar los testimonios recolectados por la Comisión de la Verdad.

“Hace dos años llegué a la Fundación con un proyecto muy bonito con el que soy beneficiaria del fondo de comunidades negras, que se llama el bullerengue como referente en el fortalecimiento de identidades étnicas y de género en adolescentes escolarizadas”, comenta y asegura que en ese momento entendió que lo que hacía tenía un significado especial y generaba impacto en el territorio.

Luna seguirá trabajando en el fortalecimiento étnico, de género y en el empoderamiento femenino. También quiere crear una corporación en la que se fusione el arte, la cultura y la psicología con el fin de apoyar a niños y niñas de la región.

Deseo nunca cansarme de seguir aprendiendo, ya terminó mi estudio, pero no he llegado a mi destino final, quiero construir y abrir nuevos caminos en mi vida”.

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