Una red de terapeutas comunitarios mejora los índices de salud mental en el Caribe

En La Guajira, Magdalena y Cesar, 114 personas se formaron para ser terapeutas comunitarios con el fin de mejorar las condiciones de salud mental en sus territorios.

Neydis Conrado nació y creció en el corregimiento de Monguí, La Guajira. Cuenta, que hace unos años asistió a un evento en el colegio del territorio que le cambió la vida. Ese día, trabajadores del Programa de Desarrollo y Paz del Cesar (PDPC) llegaron con la propuesta de formar terapeutas comunitarios para apoyar a los habitantes del territorio en temas de salud mental

A Neydis le llamó la atención lo que querían hacer. Decidió buscar apoyo en los terapeutas que llegaron al territorio y, a través de ellos, “aprendió a ser feliz con lo que tenía. Me enamoré de lo que hacían las personas del PDPC y decidí formarme como terapeuta para ayudar a otras mujeres de la comunidad que estaban pasando por momentos difíciles”, cuenta. 

Terapeutas comunitarios / FOTO: PDPC
De los 114 terapeutas que conforman esta red, 108 son mujeres. / FOTO: PDPC

Con el tiempo, la historia de Neydis se convirtió en el caso de muchas mujeres y algunos hombres en todo el Caribe. Hoy, esta red de terapeutas comunitarios ha llegado a ser conformada por 114 terapeutas afrocolombianas, indígenas y campesinas. Su presencia se extiende por varios corregimientos y zonas rurales de La Guajira y Magdalena, y Valledupar, en Cesar

“Siempre que una persona quiera buscar ayuda, las y los terapeutas comunitarios estarán atentos a ayudarles. Y aunque estas personas no sean profesionales en Psicología, están preparadas para dar ‘primeros auxilios psicológicos’ en un contexto en el que la salud mental está en un segundo plano”, señala Stefany Rivera, psicóloga del PDPC, que inició su carrera como terapeuta popular. 

Rompiendo fronteras, sanando heridas 

Terapeutas comunitarios / FOTO: PDPC
Los terapeutas comunitarios se capacitan sobre las bases de la salud mental, con el fin de acompañar otros miembros de su comunidad. / FOTO: PDPC

La red de terapeutas de La Guajira y el Cesar nació en 2017, y según Stefany, “nos inspiramos en un proyecto similar del que había hecho parte yo en Montes de María, pero teniendo en cuenta que La Guajira es un territorio con mayorías étnicas y campesinas en las zonas rurales”.  

De hecho, los casos que atienden las terapeutas responden a problemáticas propias de la ruralidad guajira. “Violencias basadas en género y la violencia intrafamiliar son situaciones muy comunes en la zona rural, pero que casi no se denuncian ni se hablan. Estos son los casos con los que más llegan a pedirle ayuda a los terapeutas comunitarios», dice. 

Además, los terapeutas comunitarios han jugado un papel importante en sus territorios con respecto a la población migrante que ha llegado desde Venezuela. “En Monguí, por ejemplo, la población migrante y los colombianos retornados vivieron experiencias de xenofobia y rechazo. Además, estas personas dejaban una vida atrás para comenzar una nueva. Es una experiencia dura, por lo que nosotros les dimos apoyo emocional a las familias”, señala Stefany. 

Neydis continúa diciendo que “yo siento que lo que hicimos fue romper fronteras, unir corazones y sanar heridas. No es fácil para uno tener algo guardado y no poder expresarlo”. 

Y los impactos positivos de esta iniciativa no van solo para las personas que reciben el acompañamiento, también para quienes han decidido capacitarse para convertirse en terapeutas. A través de académicos y profesionales de distintas ciudades de Colombia, los terapeutas se preparan para convertirse en el apoyo de sus comunidades. 

“Todo el conocimiento que aprendemos lo ponemos en práctica en nuestro día a día. Y cuando más personas se suman, ellas también lo hacen. He visto cómo muchas mujeres se empoderan a través de la terapia popular”, señala Neydis. 

Hacia una ruralidad con mejores índices de salud mental

 

Terapeutas comunitarios / FOTO: PDPC
En Monguí, algunas jóvenes que iniciaron siendo terapeutas populares ahora buscan estudiar Psicología. / FOTO: PDPC

La brecha más grande del sistema de salud público es la salud mental. En tu EPS solo puedes acceder a un determinado número de citas de psicología y las terapias individuales privadas tienen precios altos”, señala Stefany. 

La psicóloga continúa diciendo que “si en una ciudad grande como Bogotá o Barranquilla es difícil acceder psicólogos y psiquiatras, imagínate en las zonas rurales en donde no hay médicos, sino puestos de salud con una enfermera y el curandero del pueblo. Por eso es importante formar a las personas que están en los territorios para acompañar a otras personas que pasan por momentos difíciles”. 

De hecho, el PDPC realizó un estudio sobre el impacto de las terapias comunitarias en los procesos individuales de las personas tratantes. Concluyeron que el 80 % de los pacientes inician y concluyen su proceso de psicoterapia con los terapeutas de la comunidad. Solo el 4 % logra acceder a servicios psicológicos con su EPS, y 16 % restante probablemente accede a servicios privados. 

Neydis concluye diciendo que “la terapia comunitaria impacta en tres dimensiones: la personal, la familiar y con el resto de la sociedad. Cuando yo cómo individuo me siento bien, y tengo la capacidad de escuchar y acompañar a otros, sus mundos también cambian. Hoy hay más personas en Monguí saliendo adelante, mujeres fuertes y jóvenes que dicen que ahora quieren estudiar Psicología”. 

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