Desde el periodo prehispánico, pasando por la Colonia y finalizando en la Independencia, recorra cuatro siglos de la historia de Colombia en seis paradas dentro de la capital de Boyacá.
Los Cojines del Zaque
Las colinas de Tunja eran utilizadas por los muiscas como sitios de adoración al Sol y a la Luna. Debido a ello, se cree que los dos círculos de roca, que miden aproximadamente un metro de diámetro y se encuentran en el Parque Arqueológico los Cojines del Zaque, eran plataformas para adorar a los dioses muiscas.
Este sitio arqueológico se encuentra al suroccidente de la ciudad y, aunque los visitantes han considerado la zona aledaña como un sitio inseguro, la comunidad hoy trabaja en emprendimientos sociales que fortalecen la oferta turística, según cuenta Dalma Amézquita, secretaria de Cultura y Turismo de Tunja.
“Los turistas pueden contratar a guías locales, o ir a jugar rana o tejo en los negocios que las personas han instalado para ofrecer mejores servicios a quienes visiten el parque”, cuenta la funcionaria.
Pozo de Hunzahúa
Este parque arqueológico está ubicado en la avenida central del norte, y está abierto al público encontrando allí una infografía del lugar
El pozo de Hunzahúa recibió su nombre en honor al zaque fundador de la Tunja prehispánica, entonces llamada Hunza.
Según la leyenda muisca, el pozo se originó cuando la cacica Faravita quiso castigar a Noncetá, hermana y amante del zaque Hunzahúa, con el palo o sana con el que se revolvía la chicha. Faravita no acertó su golpe, sino que le pegó a la olla con la que estaba preparando chicha, que se derramó y llenó el pozo. Esta leyenda, además de narrar el origen del lugar, cuenta un poco sobre las prohibiciones hacia el incesto que tenían los muiscas.
Otra leyenda cuenta que el fondo del pozo guarda los tesoros del zaque Quemuenchatocha quien, para evitar que los españoles se quedaran con ellos, ordenó arrojarlos al agua. En el siglo XVII, esta leyenda despertó interés en el capitán español Donato de Rojas, quien intentó robar los ‘tesoros muiscas’. De allí viene el nombre más popular, pero erróneo, de Pozo Donato.
La Ermita de San Lázaro
A diez minutos del centro histórico de Tunja, al occidente de la ciudad, está la Ermita de San Lázaro, una iglesia que carga la historia del periodo colonial en el altiplano.
La ermita fue construida a mediados del siglo XVII en homenaje a la Virgen de Chiquinquirá, el llamado ‘cuadro milagroso’, que fue pintado en Tunja y expuesto en dos ocasiones para salvar a la ciudad de epidemias que vivió la ciudad, una a finales del siglo XVI, y una de viruela que ocurrió en 1633.
A mediados de siglo XIX la Iglesia cambió su advocación a San Lázaro, de donde viene su nombre actual.
Este templo conserva una arquitectura colonial que da cuenta del arte de la época y de los procesos de evangelización del periodo. La iglesia está ubicada en la Loma de los Ahorcados, un lugar en el que eran castigadas con la horca las personas que cometían faltas graves durante la época del zaque Quemuenchatocha. La ubicación permite una buena vista de la ciudad, la roca de Bolívar y el Puente de Boyacá.
Museo Casa del Fundador de Tunja
En el costado oriental de la Plaza de Bolívar de Tunja se encuentra la casa de Gonzalo Suárez Rendón, el ‘fundador’ español de la ciudad. La construcción de este lugar comenzó en 1540 y terminó a principios de los años 1600.
La arquitectura de la casa tiene influencia andaluza, y también renacentista en algunos de los detalles de su interior como los marcos de las puertas y las paredes.
A lo largo del tiempo, se han descubierto murales escondidos tras capas de pintura blanca; estas obras de arte pueden ser apreciadas por los visitantes que entren a algunas las habitaciones y a la sala.
Casa de los Holguín, sede del Club Boyacá en Tunja
La sede actual del Club Boyacá fue construida a principios del siglo XVII por Diego Holguín Maldonado, hijo de uno de los primeros alcaldes de la ciudad: Miguel de Holguín de Figueroa.
En esta casa están expuestas algunas obras de arte creadas por pintores boyacenses como José Rodríguez Acevedo y Rafael Tavera. Además, al entrar a la construcción se puede apreciar el blasón familiar de los Holguín.
Más allá de la historia colonial que rodea esta casa, los tunjanos la recuerdan como el lugar en el que se hizo la recepción al Ejército Libertador el 6 de agosto de 1819, justo después de haber vencido a las tropas españolas en la Batalla de Boyacá, conocida como la justa que selló la independencia.
Plaza de Bolívar de Tunja
Construida en la primera mitad del siglo XVI, se convirtió en el centro fundacional de la Tunja española. Durante la Colonia, la ciudad se organizó alrededor de esta plaza, lo que hace de este lugar un ejemplo de la urbanización tradicional que los españoles trajeron a América.
La Plaza de Bolívar de Tunja es un lugar rodeado de varios edificios de importancia histórica en Colombia. Desde casas de grandes familias criollas, hasta la Catedral Basílica Metropolitana de Tunja, componen los sitios aledaños de este lugar.
Algunos de los planes más frecuentados a los alrededores de la Palza son tomar café en el Pasaje Vargas, visitar museos como la Casa del Fundador entre otros y degustar comida boyacense en los restaurantes aledaños.