Más de 1.300 ciudadanos han pasado por la Escuela de Ecología Urbana del Área Metropolitana del Valle de Aburrá para poner en práctica soluciones a problemas ambientales a escala local y global.
En una apuesta por conectar la academia, la ciudadanía y las instituciones públicas, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha liderado la creación de la Escuela de Ecología Urbana en los diez municipios que componen el territorio desde 2019.
La Escuela va más allá del concepto de educación tradicional, pues sus espacios pedagógicos no ocurren necesariamente en un salón de clases. En las calles y la virtualidad, habitantes de la región tienen encuentros, laboratorios urbanos, talleres, conversatorios, realizan investigaciones e incluso participan en concursos con sus proyectos.
Además, a través de programas radiales y de televisión, y de pódcasts también aprenden sobre ecología de manera remota y no solamente desde un aula de clases.
Esta estrategia, que se inserta en los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, ha tenido una inversión de 700 millones de pesos por parte del Área Metropolitana del Valle de Aburrá y benefició alrededor de 1.300 ciudadanos en 2021.
De cara a los retos ambientales
Como su nombre lo indica, el Valle de Aburrá es un lugar llano y estrecho rodeado por montañas, cuya forma es similar a la de una canoa. En él, “nos asentamos más de cuatro millones de personas, con un mapa hídrico muy rico y un 70% de población urbana, entre otras cosas. Es un territorio muy complejo que ha venido creciendo demográficamente durante las últimas décadas”, señala Andrés Felipe Álvarez Grajales, subdirector de planeación del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Álvarez explica que la topografía de la región tiene incidencia en sus principales problemáticas ambientales: “La calidad del aire ha venido disminuyendo, principalmente por el parque automotor. Aquí las montañas juegan un papel importante porque dificultan la dispersión de gases a través del viento, a diferencia de otras ciudades como Bogotá”.
Y a ese problema se suman las zonas habitadas de alto riesgo, la impermeabilización del suelo que dificulta el ciclo natural del agua, los incendios forestales y el tráfico ilegal de fauna.
“La Escuela de Ecología Urbana busca hacerles frente a estos y otros problemas. En la medida en la que conozco los problemas y tengo información sobre el origen de estos, y sobre cómo puedo actuar. Es cuestión de buscar que la ciudadanía se comprometa en contribuir para solucionarlos”, señala el subdirector Álvarez.
El subdirector agrega que “lo que buscamos es poner el conocimiento técnico y científico de las universidades al servicio de los ciudadanos sin complejidades, para que podamos entender de una forma práctica las problemáticas de nuestro territorio”.
Una escuela ciudadana
60 instituciones, entre entidades públicas, organizaciones de la sociedad civil e instituciones de educación superior trabajan en alianza para hacer posible la Escuela de Ecología Urbana. Las universidades CES, EAFIT, de Medellín y Nacional son algunas de ellas.
Actualmente, el desarrollo de las actividades pedagógicas está a cargo principalmente de la Universidad CES, pues sus docentes han sido los principales guías de las actividades de la Escuela de manera tanto presencial, como virtual a través de la plataforma Educa.
Sin embargo, los ciudadanos son los verdaderos protagonistas de la escuela pues, más allá de las lecciones recibidas, son quienes realizan las actividades prácticas que buscan generar cambios. Algunos, por ejemplo, han realizado investigaciones y proyectos para cuidar la calidad del aire.
“Desde reciclar o cuidar el agua, hasta conocer cómo funciona la contaminación del aire son cosas que las personas pueden aprender en la Escuela de Ecología Urbana. También tenemos talleres especializados, por ejemplo, para periodistas”, señala Álvarez.
El subdirector de Planeación concluye que “es muy importante que todos entendamos que no podemos ser ajenos a los problemas ambientales que nos aquejan. Lo que hacemos es persuadir positivamente a la ciudadanía, pero también les mostramos la realidad. Es como cuando nos hacemos exámenes en el médico: tenemos que entender lo que tenemos para poder tratarnos”.