La capital cumple 484 años y, desde Colombia Visible, armamos esta guía arquitectónica con hitos del último siglo para que recorra y redescubra algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad.
Para Mauricio Uribe, arquitecto restaurador y apasionado por la historia urbana de la capital, Bogotá es la ciudad con mayor historia arquitectónica y cultural de Colombia, así como una de las más importantes en América Latina.
Sus edificaciones son, justamente, rastro de toda una sucesión de eventos históricos que han marcado la historia nacional.
Charlamos con Mauricio, así como con Daniel Bonilla, arquitecto cofundador del Taller de Arquitectura de Bogotá, TAB, quienes nos contaron acerca de algunos de los lugares que ellos consideran representativos del patrimonio arquitectónico, histórico y cultural de la ciudad.
Más que edificaciones específicas, Mauricio y Daniel nos recomendaron conjuntos y lugares de la ciudad que reúnen varios puntos de particular relevancia. Eso, entre otras cosas, porque lo que más les interesa a ambos es la vivencia del espacio y el goce de la ciudad.
“Lo interesante de estos lugares es adentrarse más que pasar y ver, hay que entrar, comer, mirar las obras que hay en galerías, museos, sentarse en los parques, tomarse un café, eso es parte de la vivencia”, dice Mauricio, quien agrega que, lo ideal, sería dedicar al menos un día entero para cada uno de estos lugares.
Calle Real hasta el Parque Santander
¿Dónde está?: entre la Plaza de Bolívar y el Parque Santander, sobre la carrera séptima y las calles 11 y 16.
Lo que hoy se conoce como la Carrera Séptima y, específicamente ,el tramo que va desde la Plaza de Bolívar hasta la Avenida Jiménez, se conocía durante la Colonia como la Calle Real.
Allí, cuenta Mauricio, está la historia arquitectónica de Colombia, con construcciones coloniales como: Casa del Florero y la Catedral Primada, la cuarta catedral que se erigió sobre ese mismo espacio y, cuya construcción, en 1821, coincidió con la culminación del proceso independentista.
Otras son obras republicanas, como el Capitolio Nacional, cuyos planos se encargaron en 1846, su construcción se prolongó por más de 80 años y que se erigió como el primer gran edificio neoclásico del país, así como el Palacio de Liévano.
Los ejemplos modernos se encuentran en espacios como el actual Palacio de Justicia, reconstruido luego de su toma por parte de la guerrilla del M-19 en 1985 y la retoma por parte del Ejército Nacional.
Por su parte, la plaza misma ha experimentado varios cambios y, es hoy, según Mauricio, el reflejo más cercano a lo que debió ser la Plaza Mayor durante la Colonia: “Una gran planada abierta. Después tuvo jardines, fuentes luminosas y terminó convertida en un parqueadero en los años 50”.
Por otra parte, el tramo de la Carrera Séptima, desde la Plaza hasta la Avenida Jiménez, cuenta Mauricio, se ha ido transformando mucho: comienza con la Casa del Florero, donde en 1810 se comenzó a gestar la revuelta popular que desembocó en la independencia, “pero hacia el norte se vuelve cada vez más moderno, vemos construcciones modernas hasta llegar al Parque Santander, que en la Colonia era la Plaza de las Yerbas y había mercados públicos de hortalizas, frutas y verduras”.
Allí se encuentran edificios modernos icónicos como el edifico de Avianca, construido entre 1966 y 1969, que en 1973 se incendió desde el piso 14 al 37. También el edificio del antiguo Banco Central Hipotecario; el Banco de la República; la Nacional de Seguros y el Museo del Oro, todos declarados bienes de interés cultural.
Centro Internacional
¿Dónde está?: entre las calles 26 y 39 y la carrera quinta y la avenida Caracas.
Es, dice Mauricio, “el mayor símbolo de la modernidad en la ciudad”. Antes, en el lugar se encontraba la Ermita de San Diego, una pequeña iglesia que todavía se conserva y que se encuentra en medio del lugar donde terminaba Bogotá: “Eso era ya en los confines de la ciudad”.
En 1910 se construye el Parque de la Independencia o Parque Nacional para conmemorar el primer centenario de la independencia, en cuyo costado sur se encuentra la Biblioteca Nacional, ahora separados por la Calle 26, construida en 1957 siguiendo el curso de la quebrada San Diego: otro de los símbolos de la modernidad en la ciudad “con sus ‘orejas’ y porque se hunde la calle y las carreras pasan por encima”.
Por su parte, en la zona norte del lugar se encuentra lo que en su momento fue el Panóptico de Cundinamarca, una cárcel de máxima seguridad que, en 1948, “afortunadamente fue convertida en el Museo Nacional” y que fue diseñada por Thomas Reed, un arquitecto danés que también diseñó el Capitolio Nacional.
De la misma manera, la Plaza de Toros La Santamaría, construida en 1931, es otra de las edificaciones características de la zona.
En la zona, también, se erige el Hotel Tequendama que, junto con la Calle 26, “fue la postal de modernidad de Bogotá por mucho tiempo” asegura Mauricio.
Algunas décadas después, en los 60, el Banco Central Hipotecario promovió la construcción de un conjunto residencial en la carrera quinta, sobre la Plaza de Toros y se lo encargó al arquitecto Rogelio Salmona.
“Él, en vez de construir edificios convencionales, lo que hace son tres torres escultóricas espectaculares en ladrillo, teniendo un tratamiento especial del espacio público y privado, que envuelven la Plaza de Toros y que, en vez de cubrir los cerros orientales, los tiene en cuenta”.
Se trata de las Torres del Parque que, para Mauricio, son la postal que hoy resume la arquitectura y el paisaje bogotano.
Por su parte, Daniel se refiere al lugar como uno lleno de “buen urbanismo, buena arquitectura, muy bien conectado y de alta densidad. Es difícil encontrar lugares de alta densidad tan bien ejecutados”.
La Bogotá ‘extramuros’
¿Dónde está?: entre las calles 26 y 53 y la avenida Caracas y la carrera 30.
Si bien Bogotá nunca tuvo murallas, sí estuvo muy contenida durante cuatro siglos hasta la calle 26.
Sin embargo, explica Mauricio, en los años 30 comienzó un proceso de expansión motivado por un incremento en su población: “Tenía que desalojar y evacuar personas”.
Así, con el tiempo se forman barrios creados por las clases más pudientes que se van tanto al sur, como al occidente y sobre todo, al norte, siendo estos últimos los de mayor relevancia. Se desarrollan en antiguas haciendas coloniales y surgen barrios como Teusaquillo, La Soledad, La Merced, Palermo y La Magdalena, entre otros.
“Un recorrido por esos barrios es muy interesante porque es la ciudad más allá del Centro Histórico, pero sin dejar de ser una ciudad histórica”.
La construcción de esos barrios se inspira en la ciudad jardín inglesas, “muy bien logradas”, dice Mauricio, quien agrega que la Bogotá de los 30 y 40 en esa zona “era muy rica, muy agradable para vivir, recorrer y hoy todavía vemos eso en muchos de esos barrios, sin desconocer las dificultades que surgen en las ciudades contemporáneas”.
Es un sector que, entre otras, comprende la Carrera 13, que fue una idea colonial y que entonces se llamaba ‘El Camellón de Schiachi’ pues fue trazado por Domingo Sciachi y unía la Ermita de San Diego con el Puente del Común en Chía, y la Avenida Caracas, donde antes se ubicaba la línea del Ferrocarril del Nordeste, que luego reubicaron en lo que hoy es la carrera 30.
“Allá cada casa es especial. Los parques, las iglesias, todo es para ver, además de ser un lugar donde hay mucho que hacer: tomarse un café, almorzar, ir a un teatro o una galería” comenta Mauricio.
El verde urbano
¿Dónde está?: Entre las carreras 30 y 70 y las calles 64 y 53
Bogotá es una ciudad que, de manera muy frecuente, puede parecer en exceso rígida y gris. Por ello, para Mauricio es fundamental recordar que en la capital también hay mucho verde y, en ese sentido, dice que un recorrido por la zona de parques metropolitanos es infaltable.
Se trata de un sector de la ciudad que, ubicado en la actual localidad de Barrios Unidos, es “el ombligo de la ciudad”, dice Daniel. Mauricio agrega: “Es el kilómetro cero, el centro geográfico de la ciudad”.
Hacía parte de la antigua Hacienda El Salitre, propiedad de don Tomás Rueda Vargas, quien la donó a la ciudad a comienzos del siglo XX y se convirtió en lo que Mauricio denomina como una ‘reserva verde’ para la ciudad.
“Hay una sucesión de parques, jardines, espacios de recreación y deporte muy interesantes”, asegura.
El principal es el Parque Simón Bolívar, que contó con el diseño de Arturo Robledo y que se constituye hoy como el parque metropolitano más frande de la ciudad y del país.
Además, forma parte central de un conjunto de otros parques: más hacia el oriente está el Parque de Los Novios; hacia el occidente el Parque Salitre, que durante los años 70 fue un importante lugar de recreación para los bogotanos, así como el Jardín Botánico, debajo de la Avenida 68: “un museo de la naturaleza muy interesante en el que hay un edifico reciente que es el Tropicario”.
Finalmente, en la zona también hay una construcción que para Mauricio es la que termina de reconciliarlo con la arquitectura de la ciudad y que, para Daniel, es el edificio que todas las personas que vienen a Bogotá deberían visitar: la Biblioteca Virgilio Barco.
Es también obra de Rogelio Salmona y es, en palabras de Mauricio, “una de las construcciones más lindas que hay en la ciudad”. Se trata de una biblioteca y un parque público, particularmente interesantes pues Salmona tenía siempre muy en cuenta el recorrido que realizaban las personas al atravesar sus edificaciones: “Para entrar toca bajar y después subir lentamente al lado de una fuente, se recorre la biblioteca y luego uno se da cuenta de que están las cubiertas en el techo, a las que se puede subir”.
Allá arriba, cuenta Daniel, hay una relación especial con la geografía de la ciudad porque se divisan las montañas desde un plano distante y, con ello, “se ve esa geografía potente de los cerros y la planicie, es una experiencia muy mágica y bogotana”.
Ciudad Universitaria
¿Dónde está?: entre las carreras 30 y 45 y las calles 53 y 26
Es la sede actual de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, y es una construcción de 1936 realizada por orden del entonces presidente Alfonso López Pumarejo y diseñada por el arquitecto alemán Leopoldo Rother.
Se trata, dice Mauricio, de “un laboratorio de arquitectura moderna”, así como contemporánea, pues se encuentra todavía en constante evolución: “vamos para 100 años de un campus que se está actualizando permanentemente, tanto que hoy hay algunas facultades en construcción y renovación”.
En ese sentido, allí se encuentran edificaciones muy relevantes como la Facultad de Ingeniería, el edifico más importante de la universidad según Mauricio, diseñado por Bruno Violi y Leopoldo Rother: “Edificios racionalistas blancos, sencillos en su planteamiento, pero con una riqueza expresiva enorme en términos de arquitectura”.
Se encuentran también otras tendencias arquitectónicas como la organicista en la Facultad de Economía, diseñada por Fernando Martínez Sanabria, así como la belleza en ladrillo de las obras de Rogelio Salmona, quien diseñó el edificio de posgrados.
La Ciudad Universitaria, así como los otros conjuntos arquitectónicos, son lugares de gran relevancia histórica y cultural que Mauricio y Daniel recomiendan recorrer con tiempo, incluso dedicando horas a cada uno, con el objetivo de poder experimentar realmente el espacio y la vida que en ellos se desenvuelve.