Para Mauricio Arévalo, la lectura es un acto de amor que funciona en los niños como una ventana para entender y acariciar el mundo.
Mauricio y su esposo se hicieron padres en enero del año pasado, después de recibir la tan esperada llamada de parte de una de las instituciones autorizadas para adelantar programas de adopción, en la que les comunicaban que les había sido asignado un pequeño niño.
No mucho tiempo después, Mauricio vio cómo su hijo, quien en octubre cumple dos años, se detuvo y se quedó mirando un cuadro de Isis, una perra que tenían con su esposo y que murió poco tiempo antes de su llegada al hogar.
“Estaba interactuando con él, salían algunos sonidos de su boca y ahí estalló la idea de escribir el libro”.
Mauricio es profesor de literatura y escritor y en este, su primer libro infantil, titulado ‘Un álbum familiar‘, que describe como una ‘auto ficción’, narra la historia de ‘Papa Iván’ y ‘Papá Mauro’, que “se conocen en su juventud, viven su historia, se casan y en un momento se dan cuenta de que se quieren convertir en padres”.
Sin embargo, dados lo demorados que son los procesos de adopación, deciden recibir a una mascota que los acompaña en los días mientras esperan a su hijo. “Ella los llena de felicidad y llena la casa de momentos muy bonitos que ellos van registrando en un álbum familiar”.
Llega el momento, sin embargo, en que la mascota enferma y muere, cosa que en el libro, por ser infantil, se maneja con metáforas, “pero la ausencia de ella sí se siente”.
En ese momento, sin embargo, llega la llamada para avisarles que se les había sido asignado un niño y con él comienzan a construir la familia y los momentos que la componen. De todas formas, los padres sienten cierta nostalgia de que su hijo no hubiera conocido a su mascota, por lo que deciden pintar un cuadro y presentársela a través del arte “que, precisamente, permite traer al ausente al presente”.
De esa manera se da un encuentro mágico y entre los cuatro terminan de llenar el álbum familiar.
Adopción y familias homoparentales a través de la literatura
Mauricio y su esposo han tenido siempre claro que la adopción hace parte de su historia y de la de su hijo y por ello, a diferencia de algunas parejas que prefieren reservarse el tema, ellos lo hablan desde ya con él.
“Hablamos de ello porque no hay nada que callar, lo mostramos porque no hay nada que ocultar” dice Mauricio.
Y agrega: “La adopción es una forma más de configuración familiar, tan legítima como el origen biológico, y eso hace parte de la historia de él. No queremos que sienta vergüenza, ni que es una cosa que no haya que compartir con orgullo, pues fue un momento en el que los tres transformamos nuestra existencia”.
Lo mismo dice del hecho de que sean una familia homoparental. Afirma que la configuración familiar es un tema que los niños van aprendiendo a medida que crecen y comienzan a interactuar con familias diversas. Las que están presentes en su hogar son aquellas que en un primer momento se configuran como ‘normales’, precisamente por ser la suya propia.
“Pero cuando acceden una ‘cultura oficial’, se dan cuenta de las particularidades de sus familias y es ahí donde empezamos a trabajar con la cultura, la literatura, para que nuestro hijo entienda que nuestro modelo familiar no es todavía muy común, pero eso no quiere decir que sea ‘anormal’. La familia es diversa por sí misma y nosotros somos un elemento más de esa diversidad. Somos una familia más”.
Y es que, dice Mauricio, la literatura y la lectura no son solo herramientas que permiten desarrollar habilidades de pensamiento crítico en los niños desde temprana edad, sino que se convierten también en una especie de abrazo, en una manifestación de cariño, un derecho al que accede el niño desde que comienza a escuchar las palabras.
Al final, el lenguaje es la forma que tenemos como humanidad para explicar el universo, y en la medida en que los niños acceden a él, pueden comenzar a acariciar y explorar el mundo.
Así, cuenta, “es impresionante ver a mi bebé acercándose a los libros, los abre e imita la lectura en voz alta. Hace ‘bla bla bla’, pero imita el acto de leer y eso para mí es fabuloso porque es como si estuviera abriendo una ventana al mundo que poco a poco va a entender con mayor claridad”.
Para él, entonces, el papel de los libros y la literatura en la primera infancia es imprescindible. Leerles a los niños, dice, es un acto de generosidad, de cuidado y de amor. Además, crecen asociando la lectura a momentos de compartir con las personas que los quieren y, en ese sentido, la lectura nunca es algo impuesto o que se obliga a hacer, sino, por el contrario, un momento de disfrute, “un abrigo y un abrazo”.