El trabajo conjunto de instituciones públicas, universidades y reservas ambientales permitió que la felina albina se adecuara a nuevas dinámicas que le permitirán tener una vida sana y extensa.
Ser el segundo país con mayor biodiversidad en el mundo debe retarnos a proteger nuestra riqueza natural, que está presente en la ruralidad y la conurbación. Para hacernos una idea de la grandeza que tenemos en fauna, solo el Valle de Aburrá –con Medellín como ciudad núcleo- alberga el 25 % de las aves que existen en Colombia, lo que equivale al total de especies de pájaros que hay en Francia.
Hoy, con alegría y como ciudadano, puedo decir que desde la capital de los antioqueños se han logrado noticias positivas en materia de atención a la fauna, gracias al trabajo mancomunado entre actores institucionales que sirven como referencia de lo que sucede en el territorio nacional.
En noviembre del 2021, por ejemplo, en una zona boscosa de Amalfi, Antioquia, se construyó una historia que ha ocupado espacios en la prensa nacional. Se trata del rescate de una felina silvestre albina que, al parecer, estaban confundiendo con un gatico y que estaba en un alto estado de vulnerabilidad porque, debido a que muy posiblemente su madre la había abandonado por su condición, estaba desnutrida y enferma.
El color y el pelaje de las diversas especies no son casualidad, pues esas características hacen parte de su capacidad de camuflarse en la selva para cazar fácilmente o protegerse. Esto sería imposible para el ejemplar hallado porque, por el albinismo (que además la hace más propensa a padecer cáncer de piel) y falta de visión, era imposible que se alimentara por cuenta propia. Con esas limitaciones, en su hábitat natural, estaba destinada a morir.
Sin embargo, la institucionalidad, es decir, la Alcaldía de Amalfi, las autoridades ambientales (Área Metropolitana del Valle de Aburrá y Corantioquia), la academia (a través, de una universidad que tiene facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia) y el Parque de la Conservación (que antiguamente era el zoológico de Medellín) marcaron un hito que permite que este primer caso en Colombia tenga un final feliz.
El trabajo articulado entre los actores públicos y privados ha mostrado lo mejor de su capacidad técnica y de gestión para salvar la vida del animalito que, en últimas, se resume en la necesaria solidaridad para atender a estos seres sintientes que no tienen voz, pero que son fundamentales en el equilibrio ecosistémico.
La suerte de la felina albina está echada. Tras varios meses difíciles, en los que ha logrado reponerse en términos de salud y ha aprendido a adaptarse al entorno en el que está ahora, lo más probable es que sobreviva durante varios años. Ella, que estará hasta el último de sus días en el Parque de la Conservación, pasó de tener una expectativa de vida de unas horas a, al menos, 15 años en un ambiente seguro y cálido.
Adicionalmente, este insólito hallazgo será foco de generación de conocimiento académico y científico para el país y el mundo entero.
La falta de solidaridad es una constante que debemos erradicar, pues la suma de todos los actores de la sociedad es la que necesitamos para cuidar nuestro planeta y todas las formas de vida.