Una ruta para probar las mejores empanadas ‘de iglesia’ de Medellín

Crujientes y con relleno de papa, acompañadas de ají o salsa, a las afueras de las iglesias de Medellín siempre hay un puesto que vende las empanadas de iglesia, una tradición del territorio antioqueño que ha sido el sustento de familias por generaciones.

En Medellín habitó un escritor y poeta que narró los barrios de la periferia de la ciudad y que puso la mirada en las zonas invisibles y su cotidianidad. Dentro de sus textos, Helí Ramírez también tenía un espacio para las empanadas. “La empanada pez sin aletas, la Reina de acera, la Golosina de sal tostadita y Tentando paladares”.

Anteriormente, esas golosinas de sal tenían un papel dentro de la construcción de los barrios e iglesias del Valle de Aburrá. En la actualidad son el sustento de familias que se hacen fuera de los templos para vender los fritos más apetecidos de la ciudad: empanadas de iglesia.

Las empanadas de iglesia se caracterizan por ser más pequeñas que las comúnmente conocidas y consisten en un envuelto de maíz que dentro tiene relleno de papa aliñada y sazón al gusto de cada cocinero, siempre se acompañan de ají casero y son más baratas que las que tienen un relleno de pollo o carne, pero cumplen con el objetivo: saciar el antojo de los comensales.

Desde Colombia Visible le contamos sobre los sectores más famosos en la capital antioqueña en donde puede encontrar las empanadas de iglesia.

Las empanadas de Amparo en San Joaquín

Empanadas
De acuerdo con Amparo, hay personas que llegan recomendadas a probar sus productos y les gustan tanto que se vuelven clientes recurrentes. / FOTO: Colombia Visible

“Yo vendo empanadas vaticanas, les dicen así porque son solo de papa”, Amparo Lara.

Desde hace cinco años, a las afueras de la iglesia San Joaquín en la comuna 11 – Laureles Estadio, Amparo Lara vende comida. La vida la sorprendió con su propio puesto de empanadas.

“Nací con el gusto por la panadería, siempre dije que quería hornear, pero nunca pensé en los alimentos fritos, luego llegó la pandemia y eso me volteó la vida”, dice.

Aunque es oriunda de Montería, hace 38 años llegó a Medellín, ella cuenta que en 1985 su hermana la invitó a que pasara unas vacaciones en la capital antioqueña con el fin de que le ayudara a cuidar a su hijo y desde ese momento se quedó.

Sus empanadas son las más famosas del sector: vende las vaticanas, de queso y la especial, que es de pollo con tocineta. Vive a un par de cuadras de la iglesia y eso le da la posibilidad de crearlas en su hogar y freírlas en su puesto de trabajo, para ella esa es una de las razones por las que las hacen ser de las mejores.

Todos los días, en la mañana, Amparo llega a la esquina de la carrera 69 con circular 5 y empieza a freír sus productos para que estén listos cuando los feligreses salgan de la misa. 

“Son crocantes y las hago con mucho amor, yo creo que por eso son famosas”, van de la olla al paladar.

Las empanadas de El Verbo Divino

Desde hace al menos 60 años en el barrio Conquistadores, al occidente de Medellín, mujeres voluntarias pertenecientes a la parroquia El Verbo Divino hacen y venden empanadas.

La venta de empanadas llegó con la fundación de la iglesia. Actualmente, la usan como una forma exitosa para recoger fondos para los proyectos y arreglos que se deben hacer en el templo: pagar los servicios, la nómina de las personas que trabajan en el lugar y recoger dinero para ayudar a las personas que lo necesitan.

Las empanadas de El Verbo Divino son famosas, reconocidas por los vecinos y por extranjeros.

La venta se da en fin de semana, sábados y domingos, los días que más creyentes asisten a misa. Todo es hecho por las mujeres del templo: cocinan el maíz, lo muelen a máquina, dejan lista la masa, pelan las papas, hacen el guiso, forman la empanada, la fríen en un buen aceite y la dejan lista para la venta.

En Castilla están las Empanauras

Empanadas
Gracias a la venta de empanadas de iglesia, Aura pudo pagarle la educación a dos de sus hijos y asegura que siempre lleva sus productos a las exposiciones del artista Fredy Serna. / FOTO: cortesía Aura Vásquez.

“Habrá muchas empanadas, pero no como las mías”, Aura Vásquez.

En la zona noroccidental de Medellín, entre las comunas 5 – Castilla y 6 – Doce de Octubre, existe un recorrido hecho por el artista Fredy Serna en el que se combinan las mejores empanadas de iglesia con nombres de poemas de Helí Ramirez.

Uno de los puestos más famosos es el de Aura Vásquez con sus Empanauras. Ya son 28 años haciendo empanaditas a las afueras de la iglesia San Judas Tadeo en el barrio Castilla.

“Inicié por la necesidad, soy madre cabeza de familia y tengo tres hijos: el mayor es discapacitado y los otros dos estaban estudiando. En esa época, yo trabajaba en casas de familia, restaurantes o cafeterías y era más lo que descuidaba a los niños que el tiempo que pasaba con ellos”, recuerda.

Aunque al principio ofrecía buñuelos, arepa con salchichón y arepa de chócolo, lo que más vendía eran las empanadas, por eso decidió dejar todo lo otro y dedicarse exclusivamente a las reinas de la acera.

“Cuando empecé eran a 200, después tenía promociones como siete empanadas por dos mil, ahora por la carestía, están a $500”.

Normalmente, Aura llega a las 3 de la tarde a las afueras de la iglesia, a esa hora empieza a prepararse para vender y se queda hasta las 9 de la noche. Sus empanadas son famosas, son doraditas, tostadas y, de acuerdo con ella, lo que la hace únicas son los toques secretos, la sazón y el amor

“Mucha gente me ha dicho que son las mejores, me halagan y eso me hace sentir muy bien, me hicieron un mural aquí en Castilla. Viene gente recomendada desde Itagüí y de otras partes de Medellín; es más, una vez llegó una muchacha desde España y se llevó varias empanadas congeladas porque le dijeron que eran las mejores”.

La ñapa: las famosas de San Marcos

Al sur de Medellín en Envigado, a las afueras de la iglesia San Marcos, están las empanadas más famosas de todo el municipio. La cafetería Después de la misa, es el lugar en el que las personas que habitan la zona se reúnen a comer los famosos fritos.

A los comensales les llama la atención lo pintoresco del lugar y aseguran que después de misa siempre hay fila porque todos los feligreses se reúnen a comer buñuelos, empanadas o pasteles de chócolo con quesito.

El lugar es famoso por la sazón y por la atención. En Semana Santa es tanta la demanda de sus empanadas, que hay días que se quedan sin inventario, de acuerdo con trabajadores del lugar.

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