Estas imágenes, tomadas en el marco de la labor de investigación del Instituto, son un testimonio de la diversidad del país.
La colección comienza con la ciénaga de Zapatosa, entre los departamentos del Cesar y Magdalena. Como bien recuerda el Instituto, se trata del humedal de agua dulce más grande del país, con una extensión de 70.000 hectáreas.
Así como hay ecosistemas, el Humboldt también destaca en su selección especies como este venado de páramo, que se puede encontrar, por ejemplo, en el Parque Nacional Natural Chingaza. Allí conviven con venados de cola blanca y colorados.
Esta imagen data del 2016 y da cuenta de la palma de moriche, uno de los árboles insignia de la Orinoquía, que es capaz de alcanzar hasta 25 metros de altura. Son, de acuerdo con el Humboldt, palmas en medio del agua, que crean un ecosistema de corrientes tranquilas llamada “morichal”.
De las cerca de 8.400 especies que habitan la cuenca del Orinoco, el Instituto destacó en su selección a esta osa palmera vista cargando a su cría en el lomo. Según señalan, esta especie es “reconocida por ser una de las mejores madres del mundo de los mamíferos”.
La Cueva La Tronera, en el municipio de El Peñón, en Santander, hizo parte de la primera expedición enfocada en biodiversidad subterránea, enmarcada a su vez en el proyecto Colombia BIO. Este punto de acceso en particular se conoce como “el corazón del mundo”, por su forma.
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Estas hormigas arrieras fueron fotografiadas en Aipe, Huila, en el marco de un proyecto sobre parcelas permanentes de monitoreo en el bosque seco tropical. La vegetación que cargan, explican, va al hormiguero para cultivar el hongo del que se alimentan.
La palma de cera es el árbol más representativo del país. Además de ser símbolo patrio, los ecosistemas que generan se han convertido en un potente atractivo turístico. La población más numerosa de esta se encuentra en la cuenca del río Tochecito, entre Cajamarca (Tolima) y Salento (Quindío), donde hay unos 600 000 individuos.
Además de onomatopeya, currucutú es el nombre de esta especie de búho habita en el centro y sur del continente americano. Este ejemplar en particular fue visto en la cuenca del río Tomo, en Vichada, durante la tercera expedición del proyecto Colombia BIO.
Si bien los amaneceres y atardeceres protagonizan con mayor frecuencia las postales de los Llanos, las noches estrelladas en el Vichada también tienen su participación en las imágenes. Esta en particular fue captada en uno de los campamentos de la expedición Colombia BIO.
Vista en el río Melcocho, a la altura de Carmen de Viboral, Antioquia, esta rana de cristal de no más de 28 milímetros y pecas negras sobre el lomo y las patas es uno de esos ejemplares a cuidar. “Aunque no está catalogada como amenazada, la deforestación la está dejando sin hogar”, explican desde el Instituto.
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Los árboles colorados (Polylepis quadrijuga) son una especie nativa y endémica de la cordillera Oriental en Colombia. Este bosque, ubicado en el páramo de El Consuelo, en Belén, Boyacá, es considerado por el Humboldt como “uno de los hallazgos más interesantes de la expedición” hecha en ese departamento en 2018.
No es la vista aérea de un ecosistema, ni la toma microscópica de una muestra tomada por los investigadores del Instituto. Es, de hecho, la piel de un camaleón andino visto en el páramo de Ocetá. Su piel tiene células llamadas cromatóforos que le permiten cambiar de color si se siente amenazado.
La macarenia clavigera no es la única especie interesante bajo las aguas de Caño Cristales. Además de esta planta, que le da su característico color rojizo a ese río, los científicos colombianos encontraron, en 2019, esta tortuga hedionda o galápago hediondo, uno de los reptiles de los que se tiene poca información en el país.
Al caño San Silvestre, en Barrancabermeja, Santander, se le conoce como uno de los cordones umbilicales de las ciénagas de El Llanito y San Silvestre, antes de desembocar en el río Sogamoso. En la imagen, de 2020, se ve parte de su recorrido entre los dos primeros puntos.
La selección termina como empieza, en las ciénagas colombianas. Esta vez en la de El Llanito, de Barrancabermeja, donde los habitantes dan cuenta de la presencia de una “cultura anfibia” basada en la pesca.
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