Esta semana, Colombia Visible celebra la diversidad de aves del país. Lo que hemos encontrado detrás de los listados que nos reconocen como el paraíso mundial del aviturismo son vidas y colectivos dedicados, con la paciencia del observador, a registrar, difundir y salvaguardar.
Que seamos el país con mayor diversidad de aves del mundo (1.954 especies) y que la mayoría conozcamos muy pocas, solo aquellas que saltan (¿vuelan?) a simple vista, es una metáfora para algo que suele pasarnos con lamentable frecuencia a los colombianos: miramos de reojo, o simplemente no miramos, la riqueza de nuestro territorio, sin importar lo cerca o lo lejos que podamos tenerla.
O, bueno, no miramos lo suficiente.
La de las aves ha sido una faceta redescubierta en el país, particularmente por expertos y turistas pajareros de otros rincones del mundo que reconocen a simple vista las condiciones para avistamientos únicos.
Le pasó a Miles McMullan, un naturalista irlandés fascinado con Colombia, que se quedó en el país para ilustrar nuestra guía más grande de aves. En el trópico encontró una casa y una familia.
¿Hay acaso un animal para el que sean más insignificantes las fronteras que las aves?
Los pacientes
Hace unos años, conversando con Miles en la Feria del Libro de Bogotá, me contaba sobre su ejercicio, que más que de observación era de memoria.
Esperar, observar, registrar y luego, cuando pareciera que el trabajo más difícil había terminado, se obligaba a recordar cada detalle. Aún con la ayuda de fotografías, el retrato más fresco, más vibrante, era el de su cabeza.
Nos preguntábamos en la redacción de Colombia Visible si semejante paciencia era cosa de muchos, o al menos de nosotros. Por fortuna, las historias que hemos encontrado alrededor de estas especies prueban un interés creciente de observación, admiración y, por supuesto, conservación.
Lo demuestran Mauricio y Niky, la pareja de esposos que realizó lo que los pajareros llaman el ‘Big Year’, un año de observación y registro que los llevó a los 32 departamentos, a encontrarse con aves y, sobre todo, como cuenta Mauricio, con la hospitalidad colombiana en todos los acentos.
También es el caso de Kimi Bañol, en Jamundí, que desde los nueve años ya sorprendía a todos liderando rutas de avistamiento; o de Johanna Ortega, líder comunitaria de Tolima que lidera una ruta turística de avistamiento de aves que desemboca, ojo a la cereza del pastel, en las faldas Parque Nacional de los Nevados.
Y, uno más: es el caso del grupo de realizadores santandereanos liderados por Juan Diego Pinzón y Melissa García que nos muestran los páramos del departamento desde la mirada de un cóndor, en una región vulnerable, sumamente amenazada que, se calcula, sirve de hogar al 30 o 40 % de los cóndores del país.
Hogar, un concepto curioso en el caso de las aves.
A la vuelta de la esquina
Ahora sí, y mejor tarde que nunca, los colombianos parecemos estar más dispuestos a mirar a nuestras aves. La prueba son los cinco triunfos obtenidos en los últimos años en el Global Big Day, una competencia de avistamiento local que volvimos a ganar en 2022 con 1.538 reportes.
El especial de esta semana en Colombia Visible, que nos tendrá siete días ‘dando lora’ con esta serie de historias que titulamos El país de las aves, es una invitación a mirar con más profundidad y detenimiento el patrimonio natural que nos rodea.
¿Sabían, por ejemplo, que Bogotá es conocida como una de las capitales con mayor diversidad de aves y que el sendero de Monserrate es uno de los mejores lugares de avistamiento?
Por fortuna, en Colombia muchos de esos tesoros se esconden a simple vista.
Pdt. Pasen al final de nuestro home para encontrarse con una lista de canciones que prueban que las aves nunca han pasado desapercibidas para la música, incluyendo a una gaviota traidora, un pájaro amarillo y un cóndor herido.