El científico Juan Darío Restrepo ha estudiado los ríos colombianos durante 30 años. También participó en uno de los proyectos más innovadores que se han desarrollado en el país para la prevención de inundaciones.
Juan Darío Restrepo Ángel, Profesor Emérito de la Universidad EAFIT en 2020 y biólogo y doctor en oceanografía de la Universidad de Carolina del Sur, Estados Unidos, es uno de los investigadores que más ha estudiado las erosiones e inundaciones de los ríos colombianos, sobre todo el río Magdalena. Este, además de ser una de las arterias fluviales más importantes del país, tiene al 80 % de la población de Colombia ubicada en su cuenca.
Desde el año 2015 hasta el 2021, con la financiación de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, a través del proyecto Peer-Nas de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), él y un grupo de investigadores consiguieron financiación para unir esfuerzos con la Universidad de Colorado, alrededor de un tema que, a su criterio, carece de un foco de atención mayor: el monitoreo de los ríos para la prevención de inundaciones.
Colombia es uno de los países con más cuentas hidrográficas: son alrededor de 50 ríos en todo el territorio nacional. No obstante, aún es posible notar el atraso en cuanto a metodologías y herramientas utilizadas para llevar un control de los mismos:
«En este momento el país no tiene sistemas de alertas de inundación que digan que tal riesgo se dará en dos días, tomará tanto tiempo y afectará ciertas poblaciones. Tenemos sistemas de socorro, pero no de prevención», explica el investigador cuyo trabajo por más de 30 años lo llevó a obtener una Mención Especial en Ciencias Físicas, Exactas y Naturales del Premio Alejandro Ángel Escobar en el año 2006.
Esa necesidad fue identificada por un grupo de expertos de la Universidad EAFIT que, de la mano con el Observatorio de Inundaciones de Dartmouth, presentaron un proyecto para direccionar sus satélites hacia territorio colombiano y les permitiese calibrar, por primera vez, el estado de los ríos del país. Este fue titulado ‘Monitoreo de la descarga de agua y la conectividad de las llanuras aluviales para los Andes del norte utilizando datos satelitales: una herramienta para la planificación fluvial y la toma de decisiones con base científica‘.
“Nuestra idea fue hacer unas estaciones para la cuenca del río Magdalena, desde la parte alta hasta la parte baja, para la obtención de datos de los caudales en tiempo real”, explica el investigador. Según él, las cuencas hidrográficas de los ríos están sectorizadas y «no hay una política nacional que unifique los esfuerzos». Entre la cuenca alta, media y baja, por ejemplo, hay más de 30 corporaciones regionales, cada una trabaja su territorio o sus intereses, según comenta.
Para el biólogo, el trabajo que adelantó la academia con esta alianza está un paso más arriba de la información que puede suministrar el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam); pues, si una persona ingresa a ver datos en la parte baja de la Depresión Momposina (una de las zonas que más se inunda en el país) los encuentra actualizados hasta mayo del 2021. Y en caso de querer obtener la información, tendría que esperar un año.
“El país debe conocer los volúmenes de inundación de los caudales para que la construcción de estructuras de defensa (diques) o la implementación de otras obras que respondan al problema (viviendas palafíticas) sean más exactas y no se gasten miles de millones en obras que, con el tiempo, sufrirán las mismas afectaciones”, comenta el biólogo marino.
En palabras suyas, que la academia obtenga estos datos y luego se los facilite a las entidades territoriales competentes puede funcionar como un trabajo conjunto en temas como, por ejemplo, el diseño de Planes de Ordenamiento Territoriales que tengan en cuenta estos riesgos y puedan prevenirlos.
¿Cómo funcionan las estaciones hidrológicas actuales?
Juan Darío Restrepo explica que actualmente no se puede saber cuál caudal de cierto río provocó una inundación y que los datos, una vez comienza a subir la creciente, son inexactos.
«Las estaciones de Monitoreo Limnimétricas del Ideam (el aparato terrestre donde se mide el nivel de una corriente hídrica mediante una mira dividida en centímetros) no pueden capturar los volúmenes de inundación en un río. Por la manera cómo está diseñado su sistema, cuando el río sobrepasa los niveles, también inunda la estación y no se siguen capturando los datos«, comenta.
En cambio, como en este proyecto se utiliza tecnología satelital, las imágenes sí permiten capturar el agua que se va hacia los bordes del río y, por lo tanto, puede predecir en tiempo real qué tanto se inundó la región.
Con estos aportes de la academia, las corporaciones autónomas regionales y sistemas de alerta pueden tener acceso a información actualizada sobre volúmenes de información de un sector del río para implementar proyectos de prevención a corto y mediano plazo.
Más allá del río Magdalena
“Nosotros pudimos hacer la calibración para el Magdalena, que es uno de los más importantes, pero maximizar la cobertura de este sistema satelital no es imposible”, comenta el actual director del Programa de Doctorado en Ciencias de la Tierra de la Escuela de Ciencias.
Sobre cómo lograr que se aplique a un nivel más macro, Juan Darío comenta que “lo único que se necesita es voluntad política. La información que produce la academia es muy valiosa, pero muchas veces las instituciones no parecen tener una verdadera disposición para articularse y utilizarla”.
Según el profesor, en resumen, lo que debería hacer el país para implementar este proyecto en otros ríos es hablar con el Observatorio Mundial de Inundación, proponer que se quiere monitorear cierta cantidad de ríos y esperar su respuesta. Si se determina que es viable hacerlo por la cobertura del satélite, se lleva a cabo pues este observatorio lleva la medición del caudal de la mayoría de ríos del mundo.
«Nuestra investigación es fundamental si el país quiere prevenir inundaciones como las que se dieron entre 2008 y 2011 por el fenómeno de La Niña (la más grande en el registro histórico), que provocó pérdidas por casi 7.800 millones de dólares en infraestructura», explica.
Según el investigador, actualmente no existe una entidad o institución específica que se ocupe del monitoreo de los ríos en el país. Ese gran vacío, aunque con trabajos sectorizados y a pequeña escala si se compara con toda la extensión fluvial de Colombia, lo llena la academia con proyectos puntuales.
«Los ríos son como los humanos, debemos hacerles chequeos cada cierto tiempo. Aquí se tiene la costumbre de esperar un estudio de impacto ambiental porque se hará un proyecto de infraestructura. Debemos tener personal capacitado haciendo diagnóstico de todo lo que pasa en la hidrografía colombiana. Estudiar, conocer y prevenir: eso aporta la academia», concluye.