A través de esta iniciativa, en la que cuentan sus vivencias, los menores reclusos en el Cesar se reconcilian con sus víctimas, previenen el delito y desestigmatizan a su población.
En el Centro de Formación Juvenil del Cesar, un sitio de reclusión para menores de edad privados de la libertad, opera la emisora Juventud del Futuro. Es un proyecto creado por los mismos jóvenes internos con el propósito de responsabilizarse de sus delitos, hacer un proceso de reparación y reintegrarse de manera efectiva a la sociedad.
La difusora, que cumplió dos años de estar al aire a inicios de diciembre de este año, es liderada por la Liga R, iniciativa del ICBF y la Organización Internacional para las Migraciones, y operada por la Corporación de Mujeres Fresia. Esta se encarga de implementar el enfoque de justicia restaurativa en el sistema de responsabilidad penal para adolescentes a nivel nacional.
Dicha perspectiva “es un modelo alternativo a la justicia retributiva, que busca ir más allá de la idea del castigo. Pretende rescatar la importancia de que se reconstruyan las relaciones entre las víctimas y los ofensores. Eso implica darle a las partes un protagonismo en la resolución de su conflicto”, comenta Mónica Olmedo, coordinadora territorial de Liga R.
Para lograrlo, el enfoque restaurativo plantea tres pilares fundamentales que involucran a los jóvenes; a las víctimas, directas o indirectas, y a la comunidad afectada: la responsabilización, la reparación y la reintegración.
Juventud del Futuro, una estrategia para la restauración.
En cada uno de los programas, que se realizan todos los jueves de 4:30 p. m. a 6:00 p. m. de la tarde y se transmiten vía web, los jóvenes abordan un tema de su elección relacionado con sus experiencias de vida. Ellos preparan un guion acompañados por un equipo pedagógico y psicosocial, que luego desarrollan en la cabina con la presencia de algún invitado.
Hablan acerca del consumo de drogas, del manejo de las emociones, del delito, de la toma de decisiones, de la falta de afecto, entre otros temas, buscando un proceso de reflexión activa y autónoma. Usualmente, al hablar sobre estos temas conectan sus experiencias personales con el delito que cometieron y logran responsabilizarse del mismo.
La emisora propicia también espacios de contacto y encuentro con las víctimas y la comunidad, y en esa medida tiende puentes para llevar a cabo procesos de reparación.
“Yo tuve encuentros con la familia del muchacho con el que tuve el problema”, comenta Luis, un joven que estuvo en el Centro por complicidad en homicidio agravado y que participó de manera activa en las emisiones. “Sabía que ellos escuchaban los programas y un día los invité a hablar en un episodio que se llamó ‘Rompiendo muros’, y accedieron”.
Era la primera vez que Luis los veía y en un momento les preguntó si estaban dispuestos a perdonar a quien les había hecho daño. “La señora empieza en llanto y en llanto, y al final dice que sí, que lo que quería era que yo no volviera a caer en el error, sino encontrar la manera de ser útil para la sociedad”, explica Luis.
Para Mariangel Barros, directora del Centro de Formación Juvenil, a partir de esos espacios de escucha, diálogo, reconocimiento y perdón entre víctima y victimario, es posible sanar tejidos sociales rotos y volver a crear relaciones comunitarias.
Con los testimonios pretenden llegar a jóvenes que puedan estar en situaciones de vulnerabilidad similares y, en ese sentido, tengan altas posibilidades de incurrir en conductas delictivas.
“Si tú tienes una imagen en vida que te diga todo lo que pasó y a qué consecuencias te puede llevar cierta acción, uno cae en cuenta de que un acto tiene consecuencias. Contar la historia sí influye mucho para que los jóvenes no cometan los errores que tú cometiste algún día”, dice Luis.
Desarrollo personal y habilidades para la vida
Por otra parte, la emisora es una iniciativa que también ha llevado a los jóvenes a desarrollar múltiples habilidades que les ayudan en su proceso de reintegración, una vez terminan su sentencia.
Según cuenta Zandra Mendoza, coordinadora del Centro de Formación Juvenil, los jóvenes que llegan allí tienen altos déficits en términos de lectura, comunicación, argumentación y capacidad analítica, sin disciplina y poca motivación.
La difusora les ayuda en estas áreas: no solo los obliga a vencer el pánico escénico, sino que también los introduce a actividades de investigación y de redacción, que deben realizar para la elaboración del libreto que desarrollan para cada programa.
“A mí me ayudó mucho a perder el miedo a hablar en público, y el miedo en general. Si tú me hubieras escuchado antes de entrar a la emisora, y me escuchas ahora durante mis programas, no me hubieras reconocido. Me cambió mi forma de expresarme, hasta la voz”, comenta Luis, quien se graduó de un técnico en Cocina con el apoyo del Centro y del ICBF.
En el primer programa en el que Luis participó como locutor, después de meses de trabajar como operario del máster de la cabina por miedo a hablar al aire, dijo una frase que todavía recuerda y que resume su proceso, y el de varios otros jóvenes, en la emisora: “El fracaso no está en caerse, está en negarse a levantar, porque en la vida nos caeremos, pero no es quedarse ahí tirado, sino tener la fuerza y el valor para afrontar la caída y seguir hacia delante”.
Aquí puede acceder, todos los jueves a las 4:30 pm, a los programas de la emisora.