Hiedras nació hace cuatro años como un espacio para que las mujeres jóvenes puedan preguntar, conversar y aprender sobre género, feminismo y sexualidad. También, sobre cómo se puede afrontar la cultura machista y misógina con acciones cotidianas.
“Hiedras se creó a partir de la juntanza de un grupo de amigas que sentíamos que era importante tener un espacio para poder hablar de feminismo en unos términos que nos permitieran acercarnos. Creíamos que esos conocimientos estaban muy académicos y en manos de universidades o mujeres que tenían una trayectoria muy larga en la ciudad, pero no nos sentíamos convocadas a esos espacios”, cuenta Alejandra Pérez, una de las fundadoras de la colectiva.
En un principio eran cuatro personas: Carolina Vélez, Luisa Posada, Matilde Salinas y Pérez pero, por diferentes cuestiones, y hasta 2019, solo las últimas dos continuaron en el proyecto. Luego Alejandra se quedó sola, pero en ese año conoció a Ana María Góez Chavarriaga, quien encontró en Hiedras un espacio seguro.
“El feminismo me atraía mucho, pero me pasaba lo mismo que Aleja, era muy académico, muy de mujeres mayores y no encontraba con quién me sintiera identificada. Fui a un evento de Hiedras y era sobre las olas del feminismo, para mí fue como encontrar un oasis y me volví fan. Al principio apliqué a un voluntariado, la energía fluyó y me propusieron hacer parte del equipo raíz con Aleja, después entró Lina Piraneque, quien se encarga del diseño y las ilustraciones”, comenta Góez
Hiedra, la planta que se apropia del espacio
Esta colectiva tenía claro que querían que su nombre tuviera que ver con lo botánico y encontraron en la palabra hiedra la metáfora perfecta para lo que construyeron, lo que significa el feminismo para ellas: tomarse los espacios, ser rebeldes, expandirse en comunidad.
“Buscamos nombres que reflejaran que éramos una red de mujeres, un conjunto, un círculo. Llegamos a la hiedra un poco como en chiste, por lo de la hiedra venenosa, pero reconocimos en ella lo que significa: es una planta enredadera, es maleza y crece con mucha facilidad en los espacios y en conjunto”, recuerda Pérez.
Hiedras es un espacio para mujeres jóvenes, aunque están abiertas a trabajar con quienes quieran aprender sobre género y feminismo. De acuerdo con Ana María, “es un proyecto feminista en constante construcción y cambio. Si bien vivimos en digital y es un lugar potente para nosotras; los formatos, lugares y temas cambian mucho con nuestro sentir, Hiedras es lo que nos duele, alegra, inquieta y lo que vemos alrededor que le duele a las personas con las que compartimos”.
No tienen una forma específica de hacer las cosas, los talleres que dictan a adolescentes y niñas varían en sus actividades. Pueden hacer uno que involucre arte, un conversatorio en el que se hable sobre nuevas masculinidades, una charla en la que encuentren cómo mujeres y hombres ejercen el machismo, un curso de brujería, magia y feminismo. El sentir es lo que más las mueve.
Cuentan que, entre 2018 y 2021, Hiedras impactó a 10.300 personas en los en vivo de Instagram, 600 personas participaron de los encuentros presenciales, realizaron siete conversatorios con invitadas nacionales e internacionales, hicieron 15 talleres con distintas prácticas artísticas y formativas, y realizaron experiencias formativas para empresas.
¿Qué tan complicado es hablar de feminismo?
De acuerdo con Pérez, Medellín es una ciudad en la que es difícil tener ciertas conversaciones, pero, poco a poco, se abren espacios y se construyen las herramientas con las que las personas pueden enfrentar los actos de misoginia y machismo que viven en sus escenarios cotidianos.
“Existe un componente de resistencia y unas ganas de revelarse frente al mandato, ese es el público al que llegamos. Generalmente los espacios que creamos tienen buena acogida, no faltan las personas que llegan a redes a burlarse o criticar, por ejemplo, del lenguaje inclusivo. Es difícil porque estamos en una sociedad machista, pero cada que hacemos un taller o un evento siento esperanza porque a pesar de estar en un ambiente y una ciudad violenta, llegan un montón de mujeres y personas que quieren pensar diferente y eso me muestra que las cosas están cambiando”, dice.
Por su parte, esos cambios los notó Alejandra cuando vio que Hiedras era un espacio seguro para las adolescentes que querían ir a las manifestaciones del 8 de marzo y del 25 de noviembre, día de la mujer y día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, respectivamente.
“Es difícil y retador, pero creo que estamos creando una cultura de resistencia, de transformación y de feministas que es maravillosa. Hoy tenemos niñas feministas, hoy las niñas están liderando las revoluciones, tenemos una juventud empoderada pensándose estos temas”, concluye Pérez.
Para Ana y Alejandra, Hiedras significa un poder, el de la juntanza, de encontrarse y saber que no están solas. Las mujeres se unen para crear y eso las hace poderosas, es la herramienta para sanar el mundo.