Desde San Joaquín, en Medellín, Gabriel Rodríguez Peñaranda tiene su emprendimiento de libros, con el que no solo incentiva a los más jóvenes a la lectura sino que recoge fondos para causas sociales.
Gabriel Rodríguez Peñaranda está obsesionado con las letras, las palabras y los libros. Carlos Alberto, su papá, cuenta que desde los siete años su hijo era muy curioso y, cuando todavía no sabía leer, le pedía a él y a Doly, su mamá, que le contaran qué decían los posters y avisos que encontraban en la calle. Por fortuna, uno de esos era sobre un curso de lectura rápida.
“Cuando averiguamos, la directora del curso nos dijo que era para niños de ocho años en adelante, él le dijo que le iba a demostrar que podía hacer ese curso y en tres meses aprendió a leer para poder hacerlo”, cuenta Carlos.
Y desde ahí, Gabriel se apasionó por los libros. Años más tarde, en 2019, cuando su papá iba a botar varios textos porque ya no tenía el espacio para mantenerlos, Gabriel le prohibió hacerlo.
“Yo le dije que me los regalara que yo los vendía, entonces cogí una mesa, me hice afuera de mi casa y empecé a vender en la cuadra”, recuerda Gabriel. Así se convirtió en el libro de San Javier.
Entonces, llegó la pandemia y el librero tuvo que dejar de vender. Sin embargo, esto no lo desanimó: Gabriel encontró otras actividades para hacer mientras la cuarentena obligatoria pasaba.
“Teníamos una terraza y ahí empezamos a sembrar, había espacio suficiente para hacer una huerta”, recuerda. Allí sembraron ajos, perejil, tomate, pero una noche contaron con la mala suerte de no cerrar bien la jaula de Popy, su coneja, y se comió todo lo sembrado, recuerdan entre risas.
Ya cuando era más flexible la cuarentena, Gabriel invirtió sus primeras ganancias en comprar tapabocas y máscaras para continuar con la venta de libros afuera de su casa.
San Joaquín, su nuevo hogar
En 2021 se mudaron a San Joaquín. Luego de ajustarse a su nueva casa y establecerse, Gabriel decidió que no iba a dejar morir su librería, así que empezó a buscar nuevos lugares para vender.
“Vi que en el parque había una mesa de ajedrez y pensé que ese era el lugar perfecto para poner mi negocio. Ya todo el mundo me conoce, las personas del mercado campesino saben cómo me llamo y qué hago”, dice entre risas.
Gabriel sale todos los sábados a vender. Tiene hasta diez categorías de libros que incluyen literatura, religión, crecimiento personal, autosuperación, idiomas, política, ingeniería, matemática, entre otros.
Su proyecto: Mi causa es leer
Sus clientes más fieles son los abuelos que buscan libros para sus nietos o las personas mayores que quieren enamorarse de otro tipo de libros, por eso, los que más vende son los de literatura. Sin embargo, a Gabriel le encantaría que más jóvenes y adolescentes le compraran y se apasionaran tanto por la lectura como él.
“Es muy importante leer. Yo tengo un dicho y es como un gusano se convierte en mariposa, si tú lees ¿en qué te puedes convertir? porque para mí la lectura ayuda mucho a la creatividad, si tú lees esto te puede ayudar en la vida diaria”, comenta.
Por eso su proyecto se llama Mi causa es leer, en el que busca que niñas, niños y adolescentes se enamoren de la lectura porque, como él dice, son una esponja que se llena de información a través de los sentidos, de lo que ven, de lo que escuchan y de lo que sienten.
Gabriel divide sus ganancias en tres: una parte para él, una para renovar su oferta de libros y otra para apoyar a la fundación Antorchas de Vida, la cual cuida niños y jóvenes de Medellín.
“Ojalá en esta navidad las personas dieran no solo juguetes, que bueno sería que todos tuviéramos un libro”, comenta.