Ser un espacio para que los jóvenes puedan ser quienes quieran ser y encuentren herramientas para aterrizar y nutrir su proyecto de vida, cualquiera que sea. Ese es el objetivo del colectivo ‘Entre Zancos y Montañas’.
En Colombia, y quizá en América Latina en general, los cerros han sido espacios a donde se ha empujado a la población empobrecida, consolidando allí la marginalidad. Barrios, comunas, favelas y villas han encontrado lugar en la montaña, en la cordillera, a donde en muchos casos no llegan necesidades básicas como la electricidad o el agua potable. Mucho menos el arte y la cultura.
Allá, sin embargo, a los montes más apartados, es a donde quiere llegar el colectivo circense ‘Entre Zancos y Montañas’.
“Si uno se pone a pensar, en Colombia hay muchos barrios y muchos lugares que están en las montañas a donde no llegan estas cosas que son importantes para la gente y los territorios, por eso queremos decirle a la gente: hasta la última y más alta de las montañas vamos a ir, a donde sea, para llevar el arte”, comenta Jeffrey Rojas, fundador y director del colectivo.
De allí su nombre, que también tiene que ver con el hecho de que el grupo nació entre montañas: en el barrio Potosí, de la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá.
Lo hizo en el 2019, poco antes de que entrara la pandemia, con un objetivo en particular: “Ser un espacio dispuesto a que los niños, adolescentes y jóvenes del barrio y la localidad tengan una posibilidad de dispersión, tranquilidad y donde puedan ser ellos mismos. Un lugar donde por medio de los zancos aprendan herramientas de transformación para sus proyectos de vida”, asegura Jeffrey, un enamorado del circo y convencido de su poder para enviar mensajes y cuestionar.
Hoy, el colectivo ‘Entre Zancos y Montañas’, agrupa a 15 adolescentes y jóvenes que han encontrado en el circo una caja de herramientas y lecciones con las que han podido afrontar diversas situaciones a los que los ha llevado la vida.
Un sueño postergado pero cumplido
Al circo, y en particular a los zancos, Jeffrey llegó de casualidad. En el Instituto Cerros del Sur, Ices, la escuela donde estudió, pionera en la educación popular en la localidad, se inscribió a un taller de circo y zancos sin saber en realidad con qué se encontraría, pero cuenta que cuando lo vio, supo que nunca quería separarse de ellos: “suena romántico, pero así fue, amor a primera vista”.
En ‘Somos Sentipensantes’, como se llamaba el taller, aprendió a montarlos con sus amigos y compañeros, al tiempo que aprendía de malabares y piruetas, y soñaba con tener su propio grupo. Un par de años después, sin embargo, el programa cerró y el sueño de Jeffrey permaneció guardado por varios años.
Poco antes de graduarse del colegio, sin embargo, conoció a Ojo al Sancocho, una escuela audiovisual enfocada en el cine popular y comunitario, y comenzó a adentrarse y a interesarse por esos temas.
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Produjo algunos cortometrajes y participó con ellos en el festival de cine de la escuela; se fue a Brasil a estudiar posproducción durante un año, becado por el Instituto Criar de Sao Paulo; continuó haciendo cortometrajes y luego, en 2019, para abrir la edición de ese año del Festival Ojo al Sancocho, decidió montar una comparsa de zancos y mascaras.
“Ahí es donde se junta mi historia con la de ‘Entre Zancos y Montañas’”, dice Jeffrey, pues una vez pasado el festival y con ello su comparsa, que realizaron en conjunto con la comunidad a partir de una serie de talleres y espacios formativos, la veintena de niños que se vincularon a ella, constantemente preguntaban a Jeffrey que cuándo continuaba el proceso.
Así, siete años después de haberse clausurado ‘Somos Sentipensantes’, Jeffrey fundó ‘Entre Zancos y Montañas’.
El circo como herramienta de transformación
En el colectivo, los zancos, los malabares, el diavolo y las piruetas, son mucho más que habilidades físicas. Son, en palabras de Jeffrey, metáforas a partir de las cuales los jóvenes aprenden a enfrentarse a las adversidades que llegan con la vida.
Así, cuenta, la primera lección que hay en el proceso de aprendizaje de los zancos, es cómo caer, en qué posición se debe aterrizar cuando se cae y cómo volver a levantarse. “Entonces usamos eso de metáfora para decir que en la vida también hay que aprender a levantarse, a persistir y a aprender de la caída, igual que en los zancos. Enlazamos las técnicas de circo con la vida”.
De esa manera, han logrado que jóvenes que antes eran introvertidos y poco comunicativos, se expresen con más facilidad, y que adolescentes que estaban teniendo un mal año escolar, pasaran con calificaciones sobresalientes, entre otras cosas.
Con todo ello, y en un contexto donde la niñez y la juventud poco protagonismo tienen, los asistentes a las jornadas circenses de ‘Entre Zancos y Montañas’ se han sentido poderosos, importantes y valorados.
Su éxito, además del intenso trabajo de Jeffrey y su equipo, se debe también a que Potosí es un barrio de profunda articulación comunitaria y de importantes procesos sociales y asociativos.
Se trata de uno de los primeros asentamientos populares, construido de manera autónoma, donde la comunidad se organizó para conseguir luz eléctrica, agua y vías de comunicación. Un lugar que desde muy temprano, cuenta Jeffrey, entendió la importancia de la construcción conjunta y en comunidad, “una visión de que la necesidad de mi vecino es la misma mía y cómo nos unimos para darle solución a ese problema que tenemos los dos”.
Por ello, entre la comunidad está clara la importancia que tienen los espacios de promoción cultural, así como deportiva, ambiental y social, por lo que las madres y las abuelas, usuales cabezas de hogar, no dudan en dejar que sus hijos o nietos asistan a espacios como el de ‘Entre Zancos y Montañas’.
Y aunque hasta ahora el proceso ha sido más que exitoso, Jeffrey sueña con poder convertirlo en una compañía de circo profesional que le dé un valor comercial al arte que practican y con ello puedan venderse en espectáculos donde reciban pagos justos por su trabajo.
Además de ello, sin embargo, Jeffrey reconoce que no todos los ‘chinos’ querrán ser cirqueros y zanqueros para toda la vida, ese tampoco es el plan, por lo que con la compañía busca también seguir consolidando apoyos, cada vez más concretos y ya no tan metafóricos, para “fortalecer los proyectos de vida, que si quieren ser futbolistas, abogados, doctores, que lo sean y que este proceso les ayude a aterrizar esas ideas y a encontrar un norte”, concluye.