”La arquitectura en Colombia tiene que involucrar al campo”: Simón Vélez

Aclamado a nivel mundial por sus obras con 'bambú colombiano', Simón asegura que su obra no es de mucha relevancia en Colombia, un país donde, dice él, estamos obsesionados con el cemento.

Un hotel de lujo en Guangdong, China; una iglesia en Pereira; un puente peatonal en Bogotá; un pabellón para India en Exposhangai 2010; otro para la Expo 2000 de Hannover, Alemania; el Museo Nómada del Zócalo en la Ciudad de México y múltiples proyectos de vivienda privada en Colombia son algunas de las construcciones que componen la obra de Simón Vélez, un arquitecto manizaleño que ha revolucionado la arquitectura colombiana por el uso que le ha dado a la guadua.

Hijo de una de las primeras personas con profesión de arquitectura en Colombia, Simón ha dedicado su vida profesional a reivindicar el valor de la guadua, un recurso abundante, resistente y barato, pero profundamente estigmatizado en Colombia por considerarse como un material ‘pobre’. 

Lejos de adherirse a lo que él llama “clichés ambientales” y “cuentos de hippies”, Simón dice que su interés por ‘el bambú colombiano’ no tiene nada que ver con “querer salvar el planeta”, sino que se deriva de una concepción como material de construcción serio y resistente, como pocos en el mundo

Asegura que “la gran carreta” de su vida ha sido que la arquitectura debe involucrar al campo y debe ser más ‘vegetariana’, un término que usa solo después de aclarar que no es vegetariano, “ni nada de esas vainas. A mí me fascina comer carne”. 

Simón nos recibió en su casa, en el barrio La Candelaria, en el centro histórico de Bogotá, donde vive hace décadas y donde, así como en las obras que lo han llevado a ser reconocido en todo el mundo, la guadua es la principal protagonista.

Sentados en el comedor de su casa, que funciona también como escritorio y donde reposa su bitácora con los bocetos de su próxima obra, hablamos con él acerca de su trabajo, su fascinación por la guadua y su visión acerca de cómo debería ser la arquitectura en Colombia. 

Simón ha recorrido el mundo entero como embajador de un material que él cree prodigioso como pocos en el mundo: la guadua. / FOTO: Andrés Ortiz

¿Cómo llegó usted a la guadua?

Yo he sido siempre muy rebelde. Cuando entré la universidad, para empezar, me volví godo porque todos eran comunistas, yo soy godo por rebelde. 

Pero en la universidad todo lo que me enseñaban era concreto y concreto, entonces yo me comencé a interesar por la madera, que también había trabajado mucho mi papá. 

Después descubrí la guadua por un mafioso de origen alemán, pero nacido en Manizales, Carlos Lehder

A él lo conocí porque yo también soy de Manizales y un lugarteniente suyo, que era amigo mío, le mencionó que había un arquitecto manizaleño que trabajaba con madera. 

Me dijo que le tenía que hacer unas pesebreras para sus caballos en guadua y ahí fue que yo conocí la guadua: de un narcotráficante que me dijo ‘hágame esto’. Ya él no se acuerda, y nunca le importó esa obra, ni siquiera la conoció, pero me puso a pensar en la guadua. 

Ahí descubrí que si inyecto cemento en los cañutos – el interior hueco de cada tronco -, la guadua deja de ser hueca y el cemento le da solidez a las junturas, que además tienen tornillos de hierro para pegar cada vara. 

La guadua es la gran protagonista de todo lo que yo hago, porque ella es muy escandalosa y hace mucha bulla y es la que se queda viendo, pero sin cemento y sin hierro, nada de lo que yo hago se podría hacer. El hierro y el cemento son muy humildes. 

¿Cómo pasó de hacer unas pesebreras a hacer la estructura de 5.000 metros cuadrados que puso en el Zócalo de la Ciudad de México?

Cuando descubrí cómo trabajar con guadua, ya ella se convirtió en un material de construcción, ya no era una vaina folclórica, porque yo descubrí una técnica que me permitía hacer grandes estructuras, de cientos y miles de metros. 

Es un material estructural, nada es más estructural que un bambú, nada. Por ejemplo, si usted hace bicicletas  y quiere hacer las más livianas y las más resistentes, la estructura perfecta para hacerlo es el tubo, pero el tubo con tímpanos y con aire, y eso es la guadua. 

Como producto natural, el cilindro de los bambúes es perfecto porque la parte mas dura está afuera y lo más blando adentro, y lo de más adentro es aire, pero tiene unas tapas, unos anillos que actúan como los flejes en una estructura metálica. Los flejes son unas varillas que hay en las estructuras en concreto, llenos de anillos y esos son los que dan la resistencia a los edificios. 

La guadua realmente viene equipada por ingeniería de la naturaleza, es de una enorme resistencia porque en una construcción lo que trabaja la resistencia no es el centro, sino el perímetro, y el perímetro de una guadua es durísimo. 

Por eso me gusta, porque es un material extraordinario de resistente y abundante, es realmente fino. 

¿Qué lugar ocupa la guadua en la arquitectura colombiana?

Como en todas sus grandes obras, en su casa Simón también usó la guadua como principal material, combinándola siempre con otros materiales como el concreto y el hierro. / FOTO: Andrés Ortiz

Acá odian mi trabajo, yo no existo como arquitecto acá por trabajar con la guadua. Si la gente acá quiere mi trabajo, es porque soy importante afuera, no por un interés genuino, pero como sí soy muy importante afuera, dicen ‘ay jueputa’. 

Acá la arquitectura es demasiado mineralista, usted ve un edificio de Salmona o de cualquier otra vaca sagrada acá y todo es concreto, todo es ladrillo, todo es acero, de pronto ponen un marquito de madera, pero bien podrían ponerlo en PVC. 

La construcción en Colombia no tiene en cuenta al campo, y sí que debería, porque el campo es lo que genera riqueza. 

La industria forestal en cualquier país civilizado del mundo es importantísima, en Europa hacen edificios de 20 pisos en madera, de esa comprimida que es resistente al fuego y no sé qué; en Estados Unidos usted puede comprar su casa en un depósito de madera, que además son bellísimos. El porcentaje de uso de madera, tanto en construcción doméstica como industrial, es altísimo. 

En cambio en Colombia, no existe. Acá en la canasta familiar de cada colombiano pobre hay un bulto de cemento, pero no usamos madera, mucho menos la guadua, porque acá eso es sinómono de pobre, no tiene status. 

¿Podría contarme un poco más acerca de esto de ‘involucrar' al campo en la construcción?

Vea, mi gran ‘carreta’ siempre ha sido que la arquitectura tiene que ser más ‘vegetariana’. Yo uso ese término por demagogo, yo no soy vegetariano, pero es que acá somos demasiado mineralistas, se nos va la mano. Acá todo es concreto y estructura metálica, pero deberíamos pensar en hacer estructuras de madera, teniendo además una tan prodigiosa como la guadua. 

La industria de la construcción tiene que involucrar a la industria forestal, porque esos equilibrios son sanos. Debe haber un equilibrio, tampoco se trata de hacer todo en madera y no usar concreto u otros minerales que son un prodigio, el concreto llegó para quedarse, no hay nada más prodigioso que él, pero es que acá estamos abusando. 

Entonces, tenemos dos cosas, los terremotos, que son pavorosos, y los incendios, que son peores. 

Una estructura toda de concreto la coge un terremoto y la destruye, y una casa totalmente en madera es un peligro porque se la come toda un incendio. 

Yo acá tengo un manifiesto de cómo debería ser la construcción. Nadie me ‘para bolas’, pero yo insisto. 

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La casa de Simón está compuesta de varias estructuras separadas que él ha ido construyendo con los años, tiene una pequeña casa que construyó cuando era todavía estudiante de arquitectura, así como dos imponentes estructuras que hizo ya como un arquitecto consolidado y de experiencia. Incluso tiene una en la que usó un marco de piedra de un antiguo edificio de Bogotá que demolieron para hacer el Parque Tercer Milenio y que rescató del botadero donde llevaron los escombros. 

Una de esas estructuras es el manifiesto. Simón explica por qué:

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Este es el manifesto arquitectónico de Simón: una estructura en guadua, soportada por pilotes de concreto, así como con paredes y 'forros' de ese mismo material. / FOTO: Andrés Ortiz

Lo primero es que, como ve, la casa está levantada sobre pilotes para no hacerla susceptible a inundaciones, pero también porque está sobre una ladera. Cuando usted está en una ladera, no toque el suelo, déjelo en paz, no lo aplane, ¿para qué lo va a aplanar? Déjelo quieto, no necesita aplanarlo. 

Esos pilotes son de concreto, que es un invento maravilloso, en caso de un terremoto, hay liberación energía, y si hay un incendio, también hice estos corta goteras, estos fleques que impiden que las llamas pasen de un piso a otro. 

Además, toda la estructura vertical, todo el esqueleto, es de guadua, es un canasto, entonces si hay un temblor, eso no le pasa nada, eso se deja mover, no colapsa. Todo lo que no es estructura, las placas, las paredes, son de cemento, que no se quema. 

Esto es un manifiesto de cómo debería ser la arquitectura: la estructura en madera, cualquier tipo de madera, en guadua ojalá, pero los forros, en cemento

Y ¿no cree que la industria maderera pueda afectar los bosques en Colombia?, teniendo en los altos índices de deforestación que hay.

Todo eso hay que hacerlo con regulación, con cuidado, pero yo sí creo que al bosque le conviene que haya humanos adentro. No con maquinarias tumbando y haciendo tala rasa, sino extrayendo racionalmente y dejando que se recupere.

¿Hacia dónde cree que va la arquitectura colombiana?

En medio del centro histórico de Bogotá, Simón construyó una casa bajo sus principios de una arquitectura 'vegetariana': crear un balance entre materiales del campo y de industria forestal, con otros 'prodigios' como el concreto y el hierro. / FOTO: Andrés Ortiz

Acá no valoramos lo que tenemos. Tenemos un material tan prodigioso como la guadua, pero la odiamos, y aunque hay mucha gente haciendo cosas, son muy folcloristas, piensan como artistas y no como ingenieros, salen con cuentos de la geometría sagrada pero yo creo que hay que pensar también como ingeniero, en la estructura y en lo funcional.

La gente que hace cosas con guadua acá, solo la usa para hacer cosas folclóricas: un restaurante típico de arriero y eso, pero eso a mí no me gusta. 

Hay que entender a la guadua como lo que es: un material de construcción. Úselo como material estructural, y la estética viene sola. 

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