Con más de 10 años buscando informar y concientizar acerca del uso de psicoactivos y sus riesgos, échele Cabeza busca romper tabúes y salvar vidas. Conózcalos a continuación.
En el 2010 y bajo la premisa de “crear espacios de concientización frente al consumo de drogas” nació Échele Cabeza, un proyecto liderado por Vanesa Morris y Julián Quintero, quienes, con alrededor de 70 voluntarios que trabajan en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, buscan reducir los riesgos que puede conllevar la desinformación acerca del consumo de psicoactivos.
El proyecto comenzó cuando Julián, quien vivía y estudiaba en Madrid conoció al colectivo Energy Control, pioneros en la “Información, asesoramiento y análisis de sustancias para la gestión de placeres y riesgos”.
“Julián estaba haciendo su maestría y conoció a los pioneros en Europa sobre la concientización de drogas. Esa fue la inspiración para hacer algo latinoamericano, luego de ahí empezamos a hacer la estrategia piloto de la mano del Ministerio de Salud”, cuenta Vanesa Morris coordinadora de Échele Cabeza.
Ese fue uno de sus primeros acercamientos con entidades gubernamentales en el país aunque la iniciativa comenzó de manera clandestina llevando piezas comunicativas como folletos con información detallada de las drogas. Tocaban temas como, por ejemplo, cuáles eran las maneras menos riesgosas de consumir una u otra droga.
“Hacia el 2012, con la alcaldía de Gustavo Petro, hicimos un convenio con la Secretaría de Salud de Bogotá donde Échele Cabeza hizo parte de la reducción de riesgos y daños de las drogas para la salud, fue ahí cuando empezamos a tener más visibilidad y llegamos a diversas localidades, sobre todo las más apartadas de Bogotá, y pudimos trabajar junto con poblaciones vulnerables”.
En 2013 los amparó el Fondo Nacional de Estupefacientes y empezaron a hacer analisis de sustancias de manera legal. Ya hacia 2015, Échele Cabeza había ganado no sólo credibilidad sino visibilidad, tanto así que empezaron a trabajar en espacios privados.
“Al comienzo funcionamos de forma autogestionada, con voluntarios, donaciones, préstamos y auspicios. Luego empezamos a trabajar con empresarios de conciertos y clubes que dejaron de ver el consumo de drogas como un tabú y comenzaron a reconocer que existía la necesidad de un consumo responsable”, asegura Vanesa quien también cuenta cómo desde varios sectores del entretenimiento los empezaron a llamar porque se dieron cuenta de que “no éramos un problema sino que podíamos mitigar todo el concepto de la rumba frente a las drogas”.
Se prepararon junto con Energy Control y Ai Laiket! de País Vasco para tener más conocimiento sobre las pruebas de psicoactivos. “Contamos con un Ingeniero químico que es quien, durante las fiestas, usa los reactivos colorimétricos que son los encargados que saber si una sustancia es legítima o no, sin embargo, tenemos que tener análisis confirmatorios y eso lo hemos logrado en alianza con laboratorios, aunque ha sido muy difícil por el tabú frente a las drogas que todavía existe en el país”.
Las pruebas de sustancias que realiza Échele Cabeza duran aproximadamente entre 10 a 15 minutos. Las personas que se dirigen a sus puntos primero reciben información acerca de las sustancias que están consumiendo y luego hacen una recolección de muestra y toma de datos que están relacionados con la sustancia: cuánto cuesta, a quién se le realizó la compra, si durante la noche la van a mezclar con otras sustancias y qué tan recomendable es.
“Es como una hoja de vida que se le hace a la droga que las personas llevan. Raspamos un pedazo, hacemos el test con el químico encargado que le aplica los reactivos ahí sabemos qué sustancia es y sobre eso le damos el resultado a la persona y recomendamos qué dosis es la ideal para que no se sobredosifique y que no mezcle con alcohol. Fomentamos la toma de decisiones frente a lo que la gente consume porque igual lo va a consumir”. concluye.