Esta organización no solo busca pagar lo justo a los caficultores de Jardín, Antioquia, sino desarrollar junto con la comunidad modelos sostenibles para el cuidado de la tierra.
Hace cinco años, mientras Martín Rojas hacía una maestría en Alemania, se le ocurrió que debía trabajar la sustentabilidad con las familias campesinas, no solamente enfocada a lo ambiental sino también a lo económico. Así nació Hilo Café, un emprendimiento que conecta las comunidades caficultoras locales con compradores en Alemania.
“Lo que se busca es crear oportunidades, que las familias logren la sostenibilidad en el tiempo porque sabemos que el campo tiene sus retos”, dice Juan Carlos Ortiz, líder comercial y de distribución de Hilo Café.
Su nombre nace de la relación que se teje entre los campesinos y los consumidores. El emprendimiento compra la producción de café en grano, le paga a sus caficultores y en los meses siguientes, cuando no hay cosecha, le da un sueldo mensual a los mismos, lo que permite la sostenibilidad económica de la familia.
“Lo que sucede con el café es que su valor lo determina la Bolsa de Nueva York, entonces hubo un tiempo en el que la carga valía menos que los costos de producción, ahí los campesinos perdían. Actualmente las cargas de café tienen un buen valor, sin embargo, nosotros intentamos manejar unos precios similares y constantes, para que el sueldo dure hasta que se dé una nueva cosecha”, explica Ortiz.
Hasta el momento, Hilo trabaja con la familia Giraldo en Jardín, un municipio ubicado en el suroeste de Antioquia y conocido por ser un territorio cafetero. Tanto Andrés como Robinson Giraldo, se dedican a la producción de café de calidad para la venta al exterior y son los principales representantes dentro del proyecto.
Desde allí, el emprendimiento ha exportado cuatro toneladas de café en grano hacia Alemania y aunque hace un año y medio tienen venta de sus productos en territorio colombiano, es más difícil porque, según Ortiz, “muchos de los consumidores solamente se interesan en tomar café y en probar la variedad; entonces es complejo que se vuelvan adeptos a una sola marca”.
Además, Hilo busca ampliar su modelo de negocio para trabajar con más familias. Esta idea se estaba desarrollando en 2022, pero hubo un suceso que paró por completo a la empresa. “En octubre falleció Martín y eso bajó un poco la operación, pero esta es una idea que nos conecta a todos y nos dimos cuenta que la gente la toma como propia”, dice Ortiz.
Aunque Hilo Café es una empresa privada, el emprendimiento presenta reportes de transparencia en los que explican en qué se gasta y cómo se distribuye el dinero que ingresa de la venta del café colombiano: el pago a la familia Giraldo, la entrega del café tostado a quienes lo compran, así como los proyectos sociales locales en los que invierten.
Además de café, Hilo apoya proyectos sociales del territorio
Este emprendimiento destina una parte de las ganancias para apoyar el proyecto Jardín, un municipio lector, con el cual se busca enseñarle a leer a niñas y niños del territorio. Allí Hilo Café les entrega un apoyo económico para que inviertan en los salarios de quienes hacen posible esta iniciativa.
“Uno de los niños de la familia Giraldo hace parte del proyecto y nos dimos cuenta cómo ha cambiado su forma de hablar, de expresarse, se interesó por las artes; este proyecto hace tertulias con familiar de Jardín y lecturas con los niños para atraerlos a los libros”, explica Ortiz.
‘Jardín, un municipio lector‘ busca construir un tejido social fuerte y se creó con el fin de mejorar el nivel de lectura de la comunidad y mostrar que en los libros hay herramientas que les permiten transformar sus vidas.