Bibiana Quintero, en Cúcuta, y Yojan Pazu, en Cauca, abordan las necesidades de los jóvenes a través del servicio público y el arte, respectivamente. En sus comunidades se les reconoce como jóvenes líderes resilientes, dedicados a transformar el país. Descubra cómo.
Con más de 12,6 millones de habitantes entre los 15 y 29 años de edad, que según el DANE constituyen un 26% de la población nacional, se puede hablar de Colombia como una fuerza jóven en el panorama global. Se trata de un grupo clave en la configuración del presente y el futuro socioeconómico y cultural de la nación, con una diversidad y una visión que representan, para muchos, el impulso que necesita el país para transformarse.
Sin embargo, se trata de población desantedida como señalan, por ejemplo, los resultados de la encuesta ‘Voces resilientes: juventudes, realidades y territorios’, un estudio realizado por USAID, ACDI/VOCA y el Observatorio Javeriano de Juventud, que subrayan que la discriminación, los ingresos modestos y la falta de oportunidades laborales, en carreras cursadas son algunos de los obstáculos que más repercuten en sus proyectos de vidas. Según esta, hoy 7 de cada 10 jóvenes viven bajo la línea de pobreza, una situación todavía más compleja para aquellos pertenecientes a grupos étnicos y racializados.
A pesar de ello, cada vez es más evidente el aumento en la participación activa de los jóvenes dentro y fuera de sus territorios: se involucran, por ejemplo, en espacios que les permiten alzar la voz, autorepresentarse y conectar sus demandas con las instituciones. De hecho, el 63% de la juventud encuestada concuerda en que poseen la capacidad de incidir y transformar su propia realidad, una cifra alentadora pues refleja su potencial como agentes de cambio social.
Tales son los casos de Bibiana Quintero y Yojan Pazu, dos líderes que han emergido en Cúcuta y Cauca, respectivamente, como estimuladores de la transformación territorial. Aunque desde campos distintos —Bibiana a través del servicio público y Yojan por medio de las tradiciones culturales de su resguardo—, comparten un objetivo: mejorar la calidad de vida de los jóvenes locales y convertirse en embajadores de sus territorios ante el mundo.
La voz de los jóvenes cucuteños en el sector público
Con 26 años, Bibiana Quintero fue escogida en 2023 como la mejor Servidora Pública de América Latina por la Red Latinoamericana del Servicio Público. El reconocimiento, dice, visibiliza las contribuciones que ha hecho al sector público colombiano desde 2017 y representa una oportunidad para que el mundo conozca líderes por fuera del centro del país:
“La primera barrera que superé fue el centralismo, ese que nos ha perjudicado tanto a la hora de entender que también podemos gestar nuevas formas de desarrollo sin importar donde nos encontremos. Hay un imaginario de que el valor reside en el centro, pero los liderazgos de los territorios también pueden influenciar gran parte de la dinámica socioeconómica y política de lo que somos como país”, asegura.
Bibiana descubrió su vocación de servicio cuando finalizaba su pregrado en derecho en la Universidad Simón Bolívar. Por esa época, fue escogida para participar en el programa para el fortalecimiento de servidores públicos de Latinoamérica ofrecido por la Fundación Botín, en España. Gracias a lo aprendido, volvió al país para dedicarse a crear estrategias encaminadas a visibilizar y velar por las necesidades de la población joven de Norte de Santander.
Un caso valioso, teniendo en cuenta que de acuerdo con la encuesta ‘Voces Resilientes: juventudes, realidades y territorios’, el 65% de los jóvenes no se sienten tenidos en cuenta por los políticos. Para la funcionaria, esto puede deberse a la falta de representación y a una desconexión entre las necesidades socio emocionales, educativas y laborales de los jóvenes y los programas estatales.
Por eso, como secretaría privada de la alcaldía, entre 2020 y 2023, impulsó iniciativas como la creación de la Escuela de Liderazgo, el primer programa público del municipio en becar con educación posgradual a 90 profesionales con el objetivo de motivarlos a regresar para trabajar por el departamento.
Propuso el proyecto luego de entender que uno de los principales problemas del sector público es la disparidad entre la formación de los funcionarios “del centro y la periferia”. Además, como una manera de permitirle a otros contar, como ella, con la oportunidad de recibir educación específica en gobierno, alta gerencia y gestión pública.
“De todos los funcionarios públicos que trabajan con el nivel central, es decir, los que están en Bogotá, al menos el 56% ha podido acceder a una educación posgradual. Sin embargo, a nivel territorial, los funcionarios que están en 1.001 alcaldías y 32 gobernaciones (cuatro veces más que los que están en Bogotá) la cifra se reduce al 3%. Yo me he inclinado a tomar la vocería por los jóvenes locales porque sé que, desde mi campo, puedo incidir para que otros tengan las oportunidades y espacios de participación que a mí me hubiese gustado tener”, comenta.
Quintero, que además es hija de un ex militar que vivió el conflicto y una mujer en frontera, así como la primera profesional de su familia, fue vocera en One Young World en Londres, ha sido reconocida por la American University de Washington por su trabajo en investigación y activismo en materia de derechos humanos; y ganó la medalla Juana Rangel de Cuellar del Municipio de San José de Cúcuta.
“Ha sido todo un orgullo porque pocas veces se piensa en Cúcuta como un epicentro de talento, conocimiento, ciencia e investigación. Es muy valioso poder ir a muchos lugares y mostrar que la ciudad no es solo la frontera y las crisis de seguridad”, concluye la joven, quien se perfila como una figura con el potencial para relevar los liderazgos tradicionales y contribuir a transformar la prestación del servicio público en Colombia.
El arte como herramienta de resiliencia ante el conflicto armado
El Resguardo Indígena de Jambaló, en el norte del Cauca, es un territorio fuertemente influenciado por el espíritu de liderazgo campesino e indígena de los pueblos Nasa y Misak. Yojan Pazu, líder nasa de 29 años, asegura que allí los niños y jóvenes reciben formación, desde el colegio, con énfasis en el desarrollo comunitario y la creación de proyectos sociales: “Uno desde pequeño está pensando en trabajar por la comunidad”.
Yojan estudió en la Institución Educativa Marden Arnulfo Betancur, donde aprendió a fusionar sus dos pasiones: el servicio y la cultura. En 2011, creó un proyecto deportivo con niños y adolescentes tan llamativo que, con los años, pasó de ofrecer pequeñas jornadas lúdicas a crear uno de los espacios deportivos más importantes de su comunidad:
“Nos proyectamos a seis meses. Luego empezamos con campeonatos de fútbol y microfútbol. Ese campeonato se volvió tan importante que, hoy, ya lleva diez años realizándose y han llegado a participar hasta 500 deportistas y 100 equipos de fútbol sala. Ya es tradición hacerlo cada diciembre”, comenta.
Además de estudiar un técnico en sistemas y administración de empresas, Yojan se formó en artes ancestrales y educación física en Popayán durante dos años. Hoy hace parte del Grupo Juvenil Álvaro Ulcué a través del Colectivo Dumar Mestizo, que lleva dicho nombre en homenaje a su amigo, un joven artista nasa asesinado en 2019.
“Fuimos resilientes porque, a pesar de lo que pasó con él, decidimos continuar su legado. Yo antes de ser líder, era un comunero con muchas expectativas y necesidades. Todos los días algo se aprende, y hoy he podido aprender cómo llevar oportunidades a mi territorio, eso lo motiva a uno a seguir en esta lucha”, comenta Yojan.
Desde allí, el joven organiza mingas culturales y talleres de muralismo, tejido y danza atravesados por mensajes alusivos a la paz, a preservar la memoria colectiva de su comunidad y al rechazo de la violencia. En ocasiones, las exposiciones artísticas pueden llegar a alcanzar los mil asistentes. Más allá de ser una cifra alta de asistencia, Yojan explica que el número da cuenta “del poder movilizador y esperanzador” que tiene el colectivo sobre la comunidad.
Además, y como coordinador del Programa de Jóvenes del Resguardo de Jambaló desde 2018, ha aprendido que no existe liderazgo sin responsabilidad y sentido de pertenencia por lo propio.
“Hemos logrado salvaguardar la memoria de los jóvenes, también proponer alternativas para enfrentar al conflicto a través del arte. El poder del liderazgo ha inspirado a otras comunidades y otros jóvenes a hacer incidencia social y política con el arte”, concluye.