Estas especies ayudan a airear y fertilizar el suelo al descomponer las heces del ganado para dispersar sus nutrientes. Descubra cómo pueden fortalecer la ganadería sostenible en el país.
Durante años, hablar de ganadería sostenible se ha centrado en la necesidad de implementar sistemas silvopastoriles, mejorar la gestión del agua y reducir el uso de maquinaria y de insumos químicos. Sin embargo, la academia también ha dado pasos significativos en la búsqueda de opciones como los escarabajos coprófagos bio-recicladores, Scarabaeinae o escarabajos estercoleros, que comienzan a posicionarse en Colombia.
Aunque a simple vista parezca un insecto corriente, su presencia en los bosques, sistemas silvopastoriles y potreros de ganado ha demostrado tener un valor incalculable, pues ofrecen una gran cantidad de servicios ecosistémicos: control de plagas, aumento en la fertilidad del suelo, limpieza a las pasturas y hasta reducción de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
“La gente tiene muy claro que las abejas juegan un papel muy importante en un servicio ecosistémico como la polinización; los escarabajos hacen cuatro servicios ecosistémicos, eso no se sabe. El reciclaje de materia orgánica es muy importante para el mantenimiento saludable de los ecosistemas”, explica Claudia Medina, doctora en Entomología asociada al Instituto Alexander Von Humboldt, quien ha investigado este tema durante treinta años.
De acuerdo con la experta, los escarabajos coprófagos desarrollan su ciclo de vida en el suelo. Sus actividades vitales terminan desprendiendo toda una cadena de beneficios no solo para ellos, sino también para el ecosistema que habitan e, incluso, para la salud del ganado bovino en la superficie. Es decir, el reciclaje del excremento impulsa un ciclo en la cadena trófica de los ecosistemas naturales.
Tienen, por ejemplo, la capacidad de crear galerías y túneles bajo la tierra los cuales, posteriormente, utilizan para transportar estiércol a la hora de alimentar a sus crías y crear bolas de nidos.
Por medio de esta actividad, dispersan nutrientes, airean el suelo y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente de metano.
Por otro lado, cuando entierran el estiércol antes de que las moscas completen su ciclo de vida en él, disminuyen la cantidad de nacimientos, lo que a su vez reduce la necesidad de utilizar insecticidas y antiparasitarios para proteger a las vacas contra enfermedades transmitidas por estos insectos.
Este punto es clave pues los expertos han registrado que, además de la deforestación, la ivermectina —la droga veterinaria utilizada para purgar el ganado contra parásitos y garrapatas—, es una de las principales causas por las que se está presentando una disminución de los escarabajos en los ecosistemas.
“Esa droga es excretada por el ganado, pero no se degrada. Lo que hace es envenenar a los escarabajos”, comenta con preocupación Medina, quien se dio a la tarea de sacar el conocimiento científico del laboratorio para aterrizarlo a retos de la vida cotidiana que enfrentan los ganaderos.
“Las comunidades son las aliadas clave para lograr esta transformación sostenible”
Precisamente, motivada por su preocupación con respecto al uso de este medicamento veterinario, la científica decidió, desde hace cinco años, acercarse más a los ganaderos para iniciar un ejercicio de concientización alrededor de la importancia de estos insectos en la salud del suelo.
Uno de sus mayores casos de éxito es el de Ganadería Chuguacá, una asociación ganadera de seis predios ubicada en el municipio de San Francisco, Cundinamarca.
La asociación cuenta con una extensión total de 400 hectáreas divididas en 170 de potreros y 230 de bosques, lagunas, quebradas y caminos. La conservación del ecosistema fue clave para conseguir resultados positivos en la investigación.
“El año pasado se realizó el primer piloto en una finca donde los trabajadores participaron activamente; fueron ellos quienes mostraron interés en saber si los escarabajos podían realizar la descomposición del excremento y quienes crearon iniciativas como el talud y las vitrinas”, explica Medina.
Con estas dos últimas propuestas, los investigadores pudieron observar el movimiento exacto de los insectos a la hora de crear túneles y nidos.
Los locales, además, comenzaron a valorar la disminución del tiempo en la descomposición de la materia fecal. Hoy, universidades y grupos de investigación se acercan a estas fincas a conocer sobre la importancia ecosistémica de la especie.
“Uno de los logros de este proyecto es que permitió que los ganaderos y trabajadores de la finca se apropiaran de este conocimiento y empezaran un trabajo de divulgación para que contaran la importancia del escarabajo», agrega la investigadora.
En Colombia, contar con este tipo de opciones resulta fundamental, pues el país utiliza 14 millones de hectáreas para la actividad ganadera, cuando sólo 2.7 millones son aptas para este fin.
Es, también, otro argumento clave para enfatizar en la creación de más sistemas silvopastoriles, de virar hacia una ganadería libre de mecanización y de drogas veterinarias como la ivermectina.
“También estamos extendiendo este conocimiento a otras instituciones para que pueda ser aplicado a proyectos de restauración de suelos”, concluye Medina.