Marea Recicla nació del sueño de una pareja, impulsada por su pasión por el océano. Gracias a la voluntad colectiva y al trabajo de voluntarios, han organizado 75 jornadas de limpieza en los ecosistemas marinos de Colombia.
Lo que no vemos desde la orilla lo encuentran los buzos: botellas atrapadas entre corales, redes fantasmas que asfixian peces y bolsas plásticas que flotan como medusas artificiales. De acuerdo con un estudio publicado en 2024 por la agencia científica australiana CSIRO y la Universidad de Toronto, se estima que entre 3 y 11 millones de toneladas se encuentran actualmente en el fondo marino.
Además, para el 2050, según la estimación de la Fundación Ellen Macarthur, los océanos podrían contener más plásticos que peces.
Fue precisamente esa realidad la que sacudió a Adrián Espinosa, especialista en plásticos y reciclaje y co-fundador del proyecto Marea Recicla, junto con Paula Vega, diseñadora industrial y publicista, en su primera inmersión tras mudarse a Santa Marta en plena pospandemia. Su objetivo era conectar con la naturaleza y estar cerca del mar.
Como buzos certificados y amantes del mar, la pareja se sumergió en busca de una conexión más profunda con el océano, pero lo que encontraron fue un cementerio de desechos bajo las aguas del Caribe colombiano.
“Al sumergirnos en Santa Marta, nos encontramos con un fondo marino lleno de basura, invisible para muchos, pero no para nosotros los buzos. La motivación fue clara: extraer esos residuos y visualizar arrecifes sanos, un ecosistema saludable”, relata Vega.
Es así como nace Marea Recicla, una iniciativa que desde 2020 ha convertido el buceo en una herramienta de conservación, limpieza y educación ambiental.

El proyecto se ha dedicado a identificar los llamados «sumideros de basura», zonas donde las corrientes y la sedimentación hacen que se acumulen grandes cantidades de residuos. Muchos de estos puntos están dentro del Parque Nacional Natural Tayrona, lo que implica algunas veces retos logísticos y limitaciones en el acceso al ser zona protegida en Colombia. Eso, sin contar que los residuos nunca paran de llegar al mar.
Es que, de acuerdo con una investigación realizada por la Universidad de Georgia en Atenas y del Centro Nacional de Análisis y Síntesis Ecológica (NCEAS) de la Universidad de California, en Santa Bárbara, publicada en la revista Science en 2015, cada año ingresan al océano aproximadamente 8 millones de toneladas de plástico, de las cuales alrededor del 70% termina en el fondo marino, el 15% permanece flotando y el restante 15% llega a las playas.
Para atender esa realidad, Marea Recicla cuenta con cuatro integrantes: Paula Vega, Adrián Espinosa, Camilo Espinosa y Luz Piedad Mejía. Juntos, realizan jornadas de limpieza marina y promueven el turismo de buceo con conciencia ambiental.
Además, ofrecen charlas y talleres sobre el cuidado, la conservación y la preservación del ecosistema marino. Para complementar estas actividades, el equipo cuenta con la colaboración de voluntarios que se unen a las jornadas.
El equipo también ha logrado consolidar una red de colaboradores y participar en alianzas con biólogos marinos, instructores de buceo, ecólogos, voluntarios, instituciones educativas y entidades públicas y privadas, que se suman a las jornadas de limpieza y les brindan un amplio conocimiento sobre las especies marinas y el impacto que tiene la basura directamente en el entorno.
Paula y Adrián reconocen que la responsabilidad del cuidado de las zonas costeras y marinas, como playas públicas y parques naturales, recae en el entidades gubernamentales, pero también advierten que la falta de conciencia sobre el entorno marino (fauna y flora) y la complejidad de la actividad de buceo dificultan la tarea.
“Entendemos que parte de la responsabilidad del cuidado de estos lugares es del Estado, sin embargo, la actividad de buceo tiene un costo alto y una logística compleja, lo que la hace difícil de manejar. Pero también sabemos que no muchas personas son conscientes de lo que significa el cuidado del ecosistema marino. Vemos lo que hay fuera del entorno marino, como playas, zonas de mangles y bosques secos tropicales, pero no vemos realmente lo que hay en el fondo porque no muchas personas tienen acceso a una actividad de buceo”, agrega la diseñadora.

En los cinco años que llevan trabajando en el proyecto han logrado organizar más de 75 jornadas de limpieza submarinas y terrestres y extraer más de seis toneladas de residuos de los cuales aproximadamente 500 kilos han sido materiales aptos para el reciclaje.
Además del Parque Nacional Natural Tayrona, el proyecto ha llegado con jornadas a lugares como la Bahía de Taganga, el sector de Pescadito, la Bahía de Santa Marta, el Rodadero el Embarcadero en Barú y a Cartagena.
Paralelo a la limpieza, adelantan proyectos como «Sueños», en colaboración con el ICBF, que llevó a 13 niños a conocer el mar y participar en un bootcamp de conservación del océano. Durante este, los niños recibieron clases de biología marina, reciclaje y realizaron caminatas ecológicas y recolección de basura. También tuvieron la oportunidad de vivir su primera experiencia de buceo.
También han desarrollado proyectos con USAID y el Parque Explora, y colaborado con empresas como Go Trendier para realizar actividades de limpieza y conservación.

Cuenta Paula que se financian principalmente a través de la venta de merchandising diseñado específicamente para actividades de buceo y acuáticas. Estos productos, que se desarrollan de manera sostenible, incluyen toallas de microfibra, ponchos, bolsas secas, cuelleras para protección del sol y gorras.
Las limpiezas submarinas tienen un costo alto: una actividad de buceo puede costar entre 340.000 y 400.000 pesos colombianos, dependiendo del lugar. Sin embargo, cuando se invita a los buzos a participar en las limpiezas, solo se les cobra el costo de su equipo, sin incluir una ganancia para el centro de buceo o el proyecto. De esta manera, se busca incentivar la participación con doble propósito: personal y colectivo de cuidado medioambiental.

Esta idea tiene como objetivo seguir expandiendo su mensaje de conservación y protección del medio ambiente marino a la comunidad local y turística. En el corto y mediano plazo, buscan llegar a las ciudades principales que mueven el turismo en la región y expandir sus operaciones a Cartagena y la zona del Pacífico. También desean promover el turismo de naturaleza y con propósito, enfocándose en el descubrimiento del mundo subacuático.
Aunque la iniciativa ha logrado importantes avances, reconoce que aún tiene desafíos por superar. Uno de sus principales objetivos es establecer una planta o taller de reciclaje para procesar la basura submarina y recuperar materiales valiosos. De esta manera, podrían llevar el material recolectado en las limpiezas a una segunda etapa, creando productos y compartiendo resultados tangibles en sus talleres. Esto les permitiría cerrar el ciclo de la basura.
“Este buceo con propósito busca ir más allá del buceo recreativo. Necesitamos que las personas que se convierten en buzos sean conscientes de sus movimientos, de cómo pueden impactar el océano. Es fundamental que cada buzo no solo se forme en habilidades técnicas, sino también en el respeto por el mar”, concluye Paula.