Otra razón para apoyar a Frisby: la historia del colegio sostenido por la marca

Más allá del impulso a la agroindustria, la generación de empleo y hasta la viralidad, potenciada por estos días a causa de un vacío legal, en el núcleo de la empresa hay un profundo interés por la juventud. Durante 40 años, han garantizado acceso a educación de calidad a niños y niñas en Dosquebradas.

El caso de Frisby, uno de los restaurantes de pollo frito más reconocidos de Colombia, y el uso no autorizado de su marca por parte de empresarios en España es, a estas alturas, bien conocido en el país. A dos semanas del inicio de esta historia, la polémica y el apoyo en redes, tanto por parte de usuarios particulares como empresas, sigue resonando en línea y en medios de comunicación. Por eso, es momento de preguntarnos ¿por qué nos despertó tantas pasiones?

Es que, una búsqueda rápida en Google Trends demuestra que el interés por la marca, y las búsquedas relacionadas a la misma, aumentaron a un puntaje de 100 (el máximo medido por dicha herramienta, que se traduce en el máximo histórico de consultas hechas en el portal alrededor de dicha empresa) entre el 14 y 15 de mayo, manteniéndose muy por encima de lo usual, incluso a la fecha de esta publicación. 

Noticias, videos explicativos y de opinión y hasta publicaciones de apoyo por parte de numerosas empresas, muchas elaboradas con inteligencia artificial —con todos los cuestionamientos que ello implica en medio de un debate sobre la defensa de lo original— se tomaron la agenda nacional, demostrando una voluntad poco común de defender lo que, como colombianos, consideramos como «nuestro», o «parte de nuestra cotidianidad».

No es de extrañar. La cadena risaraldense tiene al menos 280 restaurantes en 59 municipios del país, vende unos 900.000 pollos al mes y genera 5.600 empleos directos. Más allá de eso y de factores como el sabor, que entra en una categoría completamente subjetiva, de un jingle muy pegajoso y de una mascota que en la era de TikTok se sabe viralizar bailando joropo y champeta, haciendo trucos en patineta o hasta regulando el tráfico, Frisby es un referente de impacto social que explica muy bien el apoyo que ha recibido recientemente. 

Esa es, precisamente, la historia que queremos contar.

Tras bambalinas: 40 años y una apuesta por la educación

Desde el ITD se gestionan otras iniciativas de la Fundación Frisby, como Aprender Jugando, La U en tu Colegio y Acuma, que buscan llevar actividades para el aprovechamiento del tiempo libre, educación complementaria y formación emprendedora, respectivamente, a jóvenes de contextos vulnerables. | Foto: Fundación Frisby

Desde hace por lo menos 45 años, Frisby lidera proyectos asociados con educación y juventud en su zona de influencia: Dosquebradas, Risaralda. Todo comenzó a tres años de la creación de la cadena, cuando a Alfredo Hoyos MazueraLiliana Restrepo Arenas, sus fundadores, y otros empresarios locales, crearon un espacio para albergar a 10 menores que, previamente, vivían bajo los puentes del municipio. Así nació la Fundación Hogar Amigos del Niño.

«Luego de algún tiempo, hace ya 40 años, inician dentro de ese sitio la conformación de una institución educativa que se llamaba Jardín Infantil Mundo Mágico, que en el año 95 se convierte en el Instituto Técnico Dosquebradas Alfredo Hoyos Mazuera y a partir de ese momento empieza a evolucionar: en el año 2000 ya tiene cobertura hasta grado 11 y hoy en el 2025 hemos graduado ya 25 promociones de bachilleres«, recuenta Edgar Álvarez, rector de la institución.

Desde sus inicios, añade, el colegio de carácter privado tiene un propósito claro: ofrecer educación accesible y de calidad a los jóvenes del barrio Santa Isabel, que alberga población en los estratos 1, 2 y 3, y de paso ser una opción de formación para los funcionarios de la empresa, particularmente de la planta de producción de alimentos. Con el tiempo, y la buena reputación, el interés se ha ido extendiendo a habitantes de todo Dosquebradas, y otros municipios como Santa Rosa, Quinchía y La Virginia.

De acuerdo con Álvarez, eso se debe a factores como que la hoy Fundación Frisby siempre ha garantizado becas del 50% a todos los estudiantes del ITD —506 en 2025— y sostiene otras de entre el 25 y el 90% para al menos 85 jóvenes provenientes de contextos vulnerables, con movilidad reducida o con neurodivergencia. Además, existe un programa de que invita a funcionarios de la empresa y del colegio a apadrinarlos, costeando el valor de sus estudios.

Eso se traduce en mensualidades de entre $380.000 y $440.000 en un colegio que, por ocupar el puesto 840 entre los más de 13.000 que hay en Colombia, el 11 entre los más de 200 del departamento y el tercero en el municipio, podría permitirse, como sus pares en la región, cobrar pensiones cercanas y hasta superiores al millón de pesos.

«Acá lo que buscamos es favorecer el talante de los estudiantes, buscamos que en su interior haya un interés real y genuino de aprovechar la oportunidad que el colegio ofrece», explica el rector, haciendo referencia a la particular filosofía que guía todo lo que sucede en el colegio. 

Un enfoque fuera de lo común

De acuerdo con el rector Edgar Álvarez (con camiseta amarilla en la foto), en 25 años el ITD ha graduado a cerca de 800 bachilleres. | Foto: Fundación Frisby

Los resultados del ITD no son cuestión del azar. De acuerdo con el educador, en el centro de todos los procesos de la institución está, desde 2011, el concepto de la educación biocéntrica, una metodología netamente humanista, acuñada por el psicólogo y maestro chileno Rolando Toro y que, en palabras de Álvarez, «busca que cada muchacho identifique el valor de su propia vida para, a partir ello, valorar la de los demás, y llenar de significado su proyecto personal«.

Para ello, el punto de partida de Toro fue la danza, actividad en la que identificó una poderosa capacidad para fortalecer la dimensión emocional de los seres humanos. Ello lo llevó a plantear que, además del componente cognitivo, la educación también debería concentrarse en ese otro aspecto para formar personas integrales

«Es decir, el cuerpo es el vehículo y es el instrumento que nos permite la presencia y uno debería ocupar más tiempo en el bienestar del mismo, no solamente a nivel de la salud y del desarrollo físico, sino también del desarrollo emocional. Entonces hoy encontramos propuestas que hablan de la integración de los tres componentes, el corporal, el mental y el emocional», añade Álvarez.

El fin último es entender la academia como una excusa para que cada joven desarrolle sus potencialidades de forma que encuentre un propósito que le motive a desarrollar procesos sociales que impacten en su comunidad. Para ello, el colegio capacita y sensibiliza a sus docentes en educación biocéntrica poniéndoles en posición de permitirles a los jóvenes ser sí mismos a través de la escucha, el diálogo y la interacción

Paralelamente, sostienen talleres de liderazgo, formación y sensibilización tanto con los estudiantes como con sus familias. Al final, y si se aprovechan las oportunidades formativas que ofrece la institución, «todos brillan con luz propia».

Nuevos empresarios

Como parte de su ciclo escolar, los estudiantes del ITD crean proyectos de emprendimiento en las áreas de alimentos, gestión empresarial y tecnología. Las mejores propuestas se presentan en la feria ExpoCamello. | Foto: Fundación Frisby

A lo anterior se suma el componente de la educación técnica que, dadas la naturaleza de Frisby y la alianza que sostiene el ITD con el SENA, se divide en tres frentes: procesamiento de alimentos, gestión de empresas agroindustriales y mecatrónica. Para todos los casos, además, el objetivo es formar a los jóvenes con un fuerte enfoque en emprendimiento.

En pro de ello, relata el directivo, «para graduarse, todos nuestros estudiantes, en todas las modalidades, deben trabajar en un proyecto de empresa, que termina con la presentación de un producto adscrito a todo un plan de negocios. Hoy tenemos proyectos de investigación en alimentos, en empresas y en tecnología y eso ha venido mereciendo un reconocimiento de parte del entorno público y privado en el departamento». 

De hecho, los mejores proyectos se presentan en ExpoCamello, la principal feria de emprendimientos de Pereira, donde tienen la oportunidad de ganar incentivos económicos o establecer relaciones que lleven a la financiación de esas ideas

Con todo ese proceso, garantizan futuros prósperos para las nuevas generaciones, sea ingresando, gracias a sus resultados en las pruebas de Estado, a universidades a las que «regularmente no tendrían cómo pagar», o iniciando una carrera en Frisby. Es el caso de personas como Sebastián Echeverry, uno de los primeros egresados de la Institución, hoy director de Investigación y Desarrollo de la empresa para todo lo referente a alimentos.

«Para mi el mayor logro es que nosotros graduamos excelentes seres humanos. Los estudiantes nuestros cuando llegan a cualquier espacio son identificados fácilmente por su talante. Son líderes,  abiertos, críticos, receptivos y respetuosos«, concluye Álvarez, insistiendo en que eso es lo que caracteriza todos los que hacen parte del ecosistema de Frisby.

Quizá eso mismo justifica el apoyo demostrado por los colombianos durante las últimas semanas.  

Lea también: