Desde hace siete años, la Fundación Mini Oink ha rehabilitado y entregado en adopción a 100 minipigs. Es la única organización en el país dedicada a generar conciencia sobre la tenencia responsable de esta especie.
Lo que comenzó como una moda en redes sociales, impulsada especialmente por celebridades, terminó convirtiéndose en una problemática que ha reactivado el debate sobre cuáles especies pueden considerarse mascotas y, sobre todo, qué condiciones deben garantizarse para tenerlas en entornos domésticos.
La tenencia de minipigs en Colombia comenzó a popularizarse hace unos 17 años, cuando aún eran muy pequeños y su aspecto los hacía parecer animales de compañía manejables. Sin embargo, con el paso del tiempo y el crecimiento natural de los cerdos, muchos de ellos fueron abandonados por sus cuidadores iniciales, una situación que ya ha ocupado titulares en los medios de comunicación y que ha generado que entidades como el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), y figuras públicas como el concejal animalista pereirano Héctor Hernández —una de las caras más visibles en esta lucha—, se pronuncien fuertemente al respecto.
En esa ciudad, por ejemplo, se han encontrado al menos 30 minipigs abandonados en espacios públicos. De hecho, el Eje Cafetero fue el territorio que albergó, en su momento, el criadero de cerdos miniatura, como son conocidos, más grande del país, según la Fundación Mini Oink.
Frente a la ausencia de políticas públicas que enfrenten la problemática, en 2018 un grupo de profesionales y tutores se unieron para promover su tenencia responsable, enfocándose sobre todo en la educación sobre su alimentación, cuidados sanitarios y vacunación; y su rescate, rehabilitación y entrega en adopción, llevando a la creación de dicha organización.
«Hace unos 40 años, en Estados Unidos y Canadá comenzó la tendencia de tener cerdos como mascotas dentro de las casas. Pero allá el contexto es distinto, muchas son casas campestres. Algunas granjas interactivas y temáticas trajeron los primeros cerditos vietnamitas, los minipigs, hace unos 17 años (…) Hace unos 10 años empezaron a aparecer los primeros criaderos que comercializaban estos cerditos, sobre todo a través de redes sociales. Cantantes, jugadores de fútbol e influenciadores fueron contactados para regalarles un cerdo recién nacido a cambio de una foto en redes (…) Alrededor de los minipigs hay mucha desinformación», explica Jorge Rivera, zootecnista y miembro de la Fundación.

La Fundación Mini Oink, cuyo principal hogar de paso está en Tenjo (Cundinamarca), es la única en el país dedicada no solo a crear conciencia, sino también a rescatar, rehabilitar y reubicar a estos animales.
En sus siete años de funcionamiento, han logrado entregar más de 100 cerdos a fincas u hogares que les han ofrecido mejores condiciones para su bienestar:
«Hemos logrado que las personas que llevan un cerdo a su vida lo hagan de forma más consciente y que los animales tengan una mejor calidad de vida», comenta Rivera.

Aunque el zootecnista reconoce que el número de cerdos miniatura que requieren atención es mucho mayor, considera que el principal impacto de la Fundación ha sido educativo: enseñar a las personas a alimentarlos, brindar cuidados básicos y generar conciencia sobre su tamaño real para evitar abandonos a futuro.

«El cerdo conserva muchos comportamientos de sus ancestros, y cuando se le lleva a un entorno cerrado, esos comportamientos tienen que manifestarse. En la naturaleza hurgan buscando comida entre el pasto, y en una casa lo hacen entre los muebles: intentan escarbar entre el sofá, rompen cosas. Cuando no encuentran estímulos para desarrollar ese comportamiento curioso, pueden volverse agresivos por la frustración de no poder actuar según su naturaleza. La gente no lo espera porque un perro o un gato no lo hace», señala Jorge.
En su esfuerzo por educar sobre estos animales, la Fundación compartió con Colombia Visible seis recomendaciones para garantizar una tenencia responsable de los minipigs:
Va a crecer
Según la Fundación, términos como «mini» o «pixie» son solo estrategias de marketing utilizadas para facilitar la venta de estos animales. No obstante, su tamaño real puede oscilar entre los 40 y 70 centímetros de altura, y su peso alcanzar hasta los 100 kilogramos. La principal diferencia con los cerdos de razas comerciales es que estos últimos pueden llegar a pesar hasta 600 kilogramos.
Por eso, es fundamental tener claro este aspecto antes de adoptar, ya que estos animales no conservarán durante toda su vida el tamaño que suelen mostrar las redes sociales: «El cerdo no se va a quedar pequeño. Va a ser más grande que cualquier perro que normalmente llevarías a tu casa. Y al haber pocos especialistas, los servicios suelen ser más costosos», advierte Rivera.
Una dieta balanceada
Debido al desconocimiento, la Fundación señala que es común encontrar personas que restringen la alimentación de estos animales creyendo que, si comen menos, crecerán menos. Sin embargo, es fundamental entender que su tamaño está determinado por la genética, no por la cantidad de comida que ingieren. Por el contrario, deben ser alimentados como lo que son: animales omnívoros, con una dieta que incluya proteína vegetal, proteína animal, verduras y frutas. No es adecuado darles concentrado destinado a otras especies, ni únicamente vegetales.
Una alimentación deficiente también constituye una forma de maltrato animal, ya que puede provocar enfermedades urinarias y digestivas. De hecho, algunos de ellos requieren suplementos nutricionales para mantenerse saludables.
Estimulación constante
Por naturaleza, los cerdos son animales altamente sensibles. Tener un minipig en casa es comparable a cuidar de un bebé: necesitan espacio para moverse, tierra para hociquear y hozar, y actividad física constante. Estas condiciones son esenciales para evitar comportamientos agresivos, depresivos o destructivos. Además, se caracterizan por ser animales «fuertes y jerárquicos», según explica la Fundación, por lo que no deben ser corregidos con gritos ni golpes. También es importante tener en cuenta que son ruidosos, tanto al llorar como al desplazarse.
Una alta expectativa de vida
Los minipigs pueden vivir entre 15 y 30 años, y aunque su crecimiento se prolonga hasta los 5 años, sus cuidados —como ocurre con cualquier otro animal— aumentan con el tiempo. Además de una alimentación adecuada, requieren atenciones específicas como el corte y cuidado de las pezuñas para evitar que sobrecrezcan, la aplicación regular de vacunas, desparasitaciones y el corte de colmillos de manera periódica a los machos.
«Si un veterinario no está familiarizado con el sector porcícola, o si no son veterinarios de mascotas no convencionales. generalmente no saben cómo desparasitarlos, vacunarlos o cortarles los colmillos. Por eso es importante que, antes de llevar un minipig a tu casa, sepas qué profesional lo va a atender», comenta el experto.
No está permitido viajar libremente con ellos
En Colombia hay zonas donde no está permitido viajar con minipigs debido a restricciones sanitarias asociadas a la presencia de la Peste Porcina Clásica (PPC). Estas áreas incluyen regiones fronterizas como la costa Caribe y Arauca, en la frontera con Venezuela, así como el suroccidente del país, en departamentos como Nariño y Putumayo. La normativa del ICA es la referencia oficial para conocer las rutas y destinos permitidos al momento de movilizarlos.
Existe una regulación oficial
Colombia cuenta con una normativa específica para la cría, comercialización y tenencia de minipigs. Se trata de la Resolución 069276 del ICA, la cual establece que estos animales deben estar esterilizados quirúrgicamente, identificados mediante un microchip ubicado detrás de la oreja derecha, cumplir con un plan sanitario desde antes de salir del criadero y, como se dijo, no pueden movilizarse libremente por todo el territorio nacional.
Desde la Fundación Mini Oink explican que conocer esta normativa en su totalidad es fundamental para garantizar que los minipigs vivan en condiciones óptimas de bienestar, salud y seguridad; y también para asegurar el cumplimiento de las exigencias legales que regulan su tenencia responsable en el país.