Esta iniciativa de turismo comunitario en el río Atrato fortalece el tejido social en el Chocó

En una región marcada por el conflicto, la minería ilegal y una memoria olvidada, nació Champa Mía, un proyecto que recorre el río Atrato a través de su cultura, naturaleza y memoria, para construir nuevas oportunidades en Chocó.

En Quibdó, donde el río Atrato no solo atraviesa vegetación sino también la vida de sus comunidades, una iniciativa nacida del territorio busca transformar la realidad combinando tradición y nuevas herramientas ––entre ellas los sistemas de propulsión que ahora acompañan las canoas–– facilitando los recorridos por el afluente.

Se trata de la Asociación Champa Mía, una propuesta de turismo comunitario creada por y para las comunidades ribereñas, que hoy ofrece recorridos por el río mientras fortalece el tejido social, cultural y rescata saberes ancestrales.

Su historia comienza en 2015, cuando estudiantes de zonas como Bahía Solano, La Playa y La Paloma debían cruzar el río en canoa para llegar a clases en Quibdó. Muchas veces, sin motor y sin garantías, simplemente no podían asistir. 

«En el 2015, cuando la doctora Zulia Mena era la alcaldesa, estaban empezando un proyecto, una marca que sería Champa Mía. Como yo era el único en la comunidad que tenía motor, me buscaron para que ayudara a cruzar el río. Ahí empezó todo», recuerda Eugenio Valoyes, representante legal de la hoy agencia de viajes. 

Comenzaron como una asociación de transporte fluvial. Poco después, la iniciativa evolucionó en un proyecto de turismo comunitario que ofrece no solo movilidad, sino experiencias transformadoras.

Esa transición arrancó en 2016, cuando la iniciativa dio un paso clave para garantizar mayor seguridad a los pasajeros: al no poder acceder a seguros formales como asociación, se creó una agencia operadora que brindara respaldo legal y confianza a quienes se subían a las canoas. Esta transformación fue posible gracias al acompañamiento de Josefina Klinger, fundadora y directora de Mano Cambiada quien Eugenio reconoce como su madrina y tutora en el camino del turismo comunitario.

Las manos que hoy muelen, curan y enseñan son las mismas que han transmitido el saber ancestral del Atrato por generaciones. Así se vive la ruta del viche: desde la raíz del territorio. | Foto: Cortesía - Champa Mía

El nombre Champa Mía honra esa memoria fluvial. «Champa» es como se llaman las canoas artesanales que por generaciones han sido medio de transporte en el Atrato. “Mía” hace referencia a la mezcla étnica que caracteriza la región: mestiza, indígena y afro. Así, el nombre recoge tanto la herramienta como la identidad, el territorio y la pertenencia.

Desde su caseta ubicada en el malecón de Quibdó, Champa Mía coordina diversas rutas que permiten al visitante sumergirse en la cultura, la historia y la cotidianidad de las comunidades que habitan la cuenca del Atrato. 

A través de esas actividades se busca generar ingresos para los locales y brindar oportunidades a jóvenes en riesgo de vinculación con el conflicto armado, fortalecer el sentido de pertenencia y visibilizar una región que ha sido históricamente marginada.

La ruta ecológica de Beté combina caminatas por la vegetación ribereña, baños en la Ciénaga Grande y avistamiento de aves y otras especies, en un recorrido guiado por habitantes de las comunidades del Atrato. | Foto: Cortesía - Champa Mía

¿Qué actividades se pueden hacer con Champa Mía?

Tour por el Río Atrato

El río Atrato es la puerta de entrada a la experiencia. Navegarlo permite entender por qué es considerado alma y arteria del Chocó. Durante el recorrido, los guías locales comparten relatos sobre la historia de las comunidades, las dinámicas del río y su papel como sustento económico, cultural y espiritual.

Se realizan recorridos en lancha de diferentes duraciones —media hora, una hora o hasta cuatro horas— que permiten conocer más del territorio. En las travesías más largas, incluso es posible participar en actividades de pesca artesanal para sumergirse en la cultura ribereña.

Sendero ecológico de Beté

La ruta ecológica de Beté invita a caminar entre la vegetación del Atrato, bañarse en la Ciénaga Grande y hacer avistamiento de aves y otras especies de fauna. Un recorrido para conectar con la vida que florece en este territorio.

También es posible visitar comunidades como Amé y Tanguí, donde se comparten saberes ancestrales. Para quienes lo deseen, se puede vivir la experiencia como un pasadía en Beté, rodeado de naturaleza y cultura.

Ruta del Viche en el medio Atrato

Dura mínimo tres días y es una experiencia que se vive de principio a fin con la comunidad de…. 

“Con los turistas vamos al monte, cortamos la caña, la raspamos y la llevamos al pueblo. Allá la montamos en el trapiche, la molemos y hervimos el guarapo con ellos, paso a paso, para que vivan lo mismo que nosotros”, cuenta Eugenio.

Durante el proceso también se elaboran bebidas tradicionales como el curado y el arrechón. Más que observar, quienes se suman a la ruta se sumergen en una experiencia que conecta con la identidad, el territorio y la autonomía de quienes mantienen viva esta tradición.

“Queremos que vengan a vivir la experiencia, a ver cómo se muele la caña, cómo se transforma en viche, cómo vivimos nosotros. Que entiendan que aquí hay futuro, que nuestros jóvenes pueden soñar sin tener que irse, ni caer en la violencia”, dice Valoyes con orgullo.

La caseta de Champa Mía está ubicada en el malecón de Beté, en Medio Atrato, Chocó. Desde este punto parten las rutas ecoturísticas y culturales que invitan a recorrer el río, conocer la selva y compartir con las comunidades ribereñas. | Foto: Cortesía - Champa Mía

Hoy, más de 70 personas hacen parte activa del proyecto. Desde guías hasta cocineras, agricultores y gestores culturales, cada quien aporta su conocimiento y su historia. Aunque la pandemia afectó duramente el flujo de turistas, Champa Mía ha comenzado a reactivarse y apuesta por las redes sociales para seguir creciendo.

Se trata, con todo, de una forma de defender el río, cuidar la memoria, generar oportunidades y contarle al país que en el Atrato también se construye paz, desde el territorio y con las manos.

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