«Me interesa rescatar la memoria de los árboles nativos en riesgo a través del arte»: Germán Gómez

Colombia Visible conversó con el escultor bogotano sobre su exposición, Huella de Bosque, con la que construyó una narrativa centrada en la memoria y el vestigio a través de 13 árboles nativos en riesgo.

Germán Gómez es uno de los artistas bogotanos más destacados cuando de la intersección entre arte, ciencia, diseño y naturaleza se habla. Su obra ha girado en torno a la madera y los suelos, elementos que, además de ofrecer una riqueza infinita de colores, texturas y formas, guardan historias silenciosas del territorio y de la memoria de los árboles.

Diseñador visual de la Universidad de Caldas, especialista en estética de la Universidad Nacional y magíster en estética e historia del arte, Gómez cursa actualmente el Doctorado en Diseño, Arte y Ciencia en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, donde también ejerce como docente en la Facultad de Artes y Diseño.

A través de su trabajo, propone nuevas narrativas visuales sobre la desaparición de los ecosistemas, explorando lo que usualmente permanece invisible. En entrevista con Colombia Visible, habló sobre su más reciente exposición, Huella de Bosque, una obra que combina microscopía y escáneres para revelar lo oculto en 13 especies de árboles nativos en riesgo. 

La propuesta artística y científica ya ha sido presentada en escenarios de Francia y Alemania; y hasta mediados de agosto hizo parte de la exposición BIOFILIA del Museo Experimental del Instituto Humboldt, en Villa de Leyva. Ahora se proyecta a abrir la puerta para nuevas versiones del trabajo, dentro y fuera de Colombia. 

¿De dónde surge esa inclinación por retratar la naturaleza?

Yo vengo de una familia de escultores, ebanistas y carpinteros, por lo que siempre he estado muy conectado a materiales que provienen de la naturaleza. También cultivé orquídeas por 20 años. Ellas me enseñaron a entender mejor las relaciones ecosistémicas como simbiosis y mutualismos. 

Mis investigaciones, tanto en maestría como doctorado, han estado relacionadas con saber de dónde provienen estos materiales, cuál es la relación de ciertas especies de árboles con su entorno, la manera como se transforman en el tiempo, y los vínculos gigantes con otros elementos del ecosistema. Ese es el diálogo principal de mi obra.

Su obra más reciente es Huella de Bosque, ¿Cómo se gestó?

Huella de Bosque se conformó desde una invitación que me hicieron en la Feria Mundial de la Madera, en Alemania, por su interés alrededor de los estudios de madera nativa y endémica de Colombia. En ese entonces, se llamaba Endémico, no Huella de Bosque. Fedemadera y la Feria Interzum querían pensarse un montaje donde habláramos de la importancia de la madera en un país como Colombia y de cómo las industrias la han transformado. 

Yo ya venía haciendo un trabajo paralelo con el Instituto Humboldt de estudios en el Herbario de la Ausencia, en Villa de Leyva, con tres especies de árboles del bosque seco tropical.

Ese año llevé a Alemania 21 muestras de maderas. Con ellas recreé una especie de bosque sobre un muro que me dieron en la entrada de la feria. De ahí, el Museo de Artes de la Universidad Jorge Tadeo se interesó en el tema y me propusieron una exposición, pero cambié el nombre con el curador, teniendo en cuenta que mi interés era la narrativa de lo que le pasaba a la especie en zonas donde habían talado y devastado el ecosistema.

¿Cómo fue el proceso de diseño y montaje de la exposición?

Tomé los árboles que estaban en el jardín y en el patio del museo de la Universidad Jorge Tadeo e hice todo un proceso de apropiación con una empresa de ingenieros. Lo que logramos fue sostener de forma visual los árboles, como si los estuviéramos reposando para que descansaran un poco del estrés al que sometemos a las especies.

También me estaba haciendo una pregunta por los suelos, porque cuando uno habla de árboles, siempre aborda la parte externa, pero ¿qué pasa debajo? Colombia es un país muy rico en suelo, pero a la vez lo pierde mucho. Por eso agregué unos cubos de tierra, de 25×25 centímetros, con una paleta de colores increíbles. Me interesan esas medidas porque cuando las vas juntando, vas logrando metros cuadrados, que es como se negocia la tierra aquí. Ese dosel de bosque es el que está en Villa de Leyva actualmente: grandes árboles que se levantan en unas columnas.  

También tiene un trabajo interesante con fotografías para darle a la exposición una perspectiva micro y macro...

Sí. Ese trabajo de microfotografía contó con el apoyo del Centro de Microscopia de la Universidad de los Andes y la Universidad Jorge Tadeo. Yo quería saber cómo se veía la madera en su interior y logré plasmarla en 600 micras. 

Ahí entendí por qué el árbol es tan rígido, cómo se alimenta, los canales del xilema y floema. La memoria también ha pasado por ahí. 

Su exposición busca plantear nuevas narrativas alrededor de la pérdida de especies. ¿En qué consiste?

Cuando una especie desaparece, no solo lo hace en el ecosistema, por lo general también lo hace su memoria del archivo. Eso me preocupa, porque ahí sí ocurre una extinción total. No es que yo no me cuestione lo que les pasa, sino que me interesa más el vestigio, la huella… ¿Cómo cayó el árbol? ¿Qué marca dejó? ¿Qué relación tenía con otras especies del territorio?

Me interesa que la gente comprenda que hay una cantidad de especies que están ahí, que son cercanas, que tienen una memoria. Los árboles son seres que, aunque inmóviles, tienen narrativas profundas y han construido una cantidad de diálogo al interior de las comunidades muy potentes. Creo que ya hay mucha gente hablando de la denuncia, por eso me centré en esta otra narrativa más de la memoria. 

¿Qué criterios científicos tuvo en cuenta para seleccionar las 13 especies de árboles nativos que hacen parte de Huella de Bosque?

Son especies que he conocido en mi práctica escultórica. Además, que han sido importantes dentro de los procesos de la industria maderera y de las comunidades, y que actualmente están en riesgo. 

Muchas de ellas también son clave ecosistémicamente. Hay tanto endémicas y no endémicas. También me interesaron mucho sus nombres populares, porque recrean una narrativa del territorio, de las cosas que le pasan a la especie.

Me gusta mucho una que le dicen ‘gusanero’, porque cohabita con los bichos, y cuando el árbol ya está muy al final de su vida, les hacen unos huecos y comienza a quedar la madera como llena de canales.

¿Cuáles fueron esas especies seleccionadas?

Diomate (Cupania americana); Guayacán Negro (Handroanthus billbergii); Guayacán yema de huevo (Handroanthus chrysanthus); Sapán (Caesalpinia sappan); Dinde (Andira inermis); Samán (Samanea saman); Oreja de piñón (Enterolobium cyclocarpum); Ébano (Zeyheria tuberculosa); Choibá (Dipteryx oleifera).

Esa interrelación del arte y la ciencia es muy poderosa para crear más cercanía y conciencia en el público...

Definitivamente. Yo defiendo mucho la apertura de los archivos biológicos con otras dinámicas y nuevas formas de verlos, porque muy pocas personas los conocen. En parte, porque los biólogos tienen unos metalenguajes que para otros no son tan digeribles. Sin embargo, cuando otra disciplina logra mover esa información a otros canales, se abre una nueva visión del asunto y se dan otros diálogos. Por eso estoy haciendo mi doctorado en diseño, ciencia y arte. No sé si en ese ‘triunvirato’ están las soluciones, pero por lo menos sí reflexiones importantes que me han abierto puertas.

¿Como cuáles?

Actualmente estoy en Francia, en una estancia doctoral a través de una residencia artística en el castillo Château Laurens, con la Universidad Paul Valéry, donde se están preguntando sobre dispositivos-expositivos, es decir, sobre cómo una exposición se narra. Les interesó mucho Huella de Bosque porque acá también tienen la duda de qué está pasando con las especies locales.

Este castillo es una de las joyas del Art Nouveau, y lo están reinaugurando con esta residencia artística. El Art Nouveau se basa en la conexión con la naturaleza. Yo les hice una propuesta de cómo sería ese Art Nouveau contemporáneo reflejando las especies que están en jaque aquí. También recogí 17 tipos de suelo del castillo, tanto internos como externos, para armar una paleta de colores y hacer las pinturas de la exposición, que se inauguró el 19 de julio. 

¿Cuál es el principal mensaje que espera que los asistentes se lleven de su exposición?

Estas exposiciones permiten tener una especie de «dialogo biológico» y proponer narrativas nuevas, menos gastadas, para abordar problemáticas como la pérdida de especies. Los árboles son seres que están cruzando por las mismas condiciones que también vivimos nosotros, y que han construido diálogos con las comunidades y tramas culturales muy poderosas. Son capaces de conectarse con uno, aunque desde otras formas. 

¿Qué sigue para la exposición ahora que terminó el ciclo en el Humboldt?

En este momento tengo dos escenarios para visitar con parte del proceso expositivo. Uno es Fotosíntesis, en el Parque Explora en Medellín, voy con una exposición fruto de Huella de Bosque, que va a estar expuesta allá durante cuatro meses. Y a partir del 27 de agosto un fragmento de esta exposición va a estar en Brasil, también, en un festival de artes electrónicas.

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