Con innovación y reaprovechamiento de materiales, el Ekomuro asegura el abastecimiento de agua en comunidades vulnerables de Colombia y Latinoamérica.
Garantizar el acceso continuo y seguro al agua en el país sigue siendo un desafío. Según datos de la Presidencia, más de seis millones de personas enfrentan dificultades para acceder al servicio de acueducto, especialmente en zonas rurales y periurbanas, lo que obliga a miles de familias a recorrer largas distancias para abastecerse y depender de carrotanques para acceder a un recurso que, paradójicamente, es un derecho fundamental.
Frente a esta realidad, Eko Group H2O+ desarrolló el Ekomuro, un sistema vertical construido con materiales reciclados que recolecta y filtra agua lluvia hasta hacerla potable.
La idea nació en 2010 en el colegio Nicolás Esguerra de Bogotá, cuando Ricardo Alba Torres, CEO del proyecto, y en ese entonces estudiante de la institución, buscaba reutilizar botellas PET para el Proyecto Ambiental Escolar. Con el objetivo de reducir el uso de residuos plásticos y con el apoyo de sus padres, Ricardo Alba Aldana y Nancy Torres Bello, ambos docentes, construyeron los primeros muros cisterna.
El diseño inicial consistía en 54 botellas de tres litros interconectadas, capaces de almacenar hasta 162 litros de agua. Con el tiempo, el sistema evolucionó. Hoy, los módulos se fabrican con cuñetes reciclados, alcanzan 240 litros por módulo y pueden instalarse de manera individual, o en serie, según el espacio disponible en hogares, colegios o comunidades.

Según Ricardo, este sistema es sencillo pero riguroso: “el tanque capta agua lluvia de los techos y la filtra con carbón activado, arena, malla y ósmosis inversa, garantizando que sea potable”. Su diseño vertical ahorra espacio y su mantenimiento es mínimo: “solo hay que limpiar el captador, purgar sedimentos y aplicar cloro cada 15 días”, agrega. Cada módulo puede durar al menos 15 años y el filtro principal hasta una década.
Más allá de la tecnología, este proyecto es un modelo de organización comunitaria. Cada instalación incluye talleres, infografías y materiales pedagógicos que enseñan a las familias cómo mantener el sistema y usar este recurso de manera responsable.
Antes de llegar a un territorio, el equipo realiza un mapeo de necesidades y, con el apoyo de empresas que financian los módulos mediante programas de responsabilidad social, proceden a la instalación. Por cada cinco vendidos, se dona uno adicional a comunidades previamente priorizadas.
Esta estrategia ha permitido la instalación de más de 450 Ekomuros en Colombia y Latinoamérica, beneficiando a cerca de 100.000 personas en Bogotá, Santa Marta, Medellín, Cauca y los llanos orientales, así a como a los participantes de pilotos en México y Perú. Aliados como Postobón, que implementó la solución en más de 30 colegios, y el Aeropuerto El Dorado, que la utiliza como tecnología sostenible en sus plantas, son clave para ampliar su alcance.
Gracias a este respaldo, la iniciativa también ha llegado a comunidades más pequeñas. José Luis Guerrero, líder de una huerta comunitaria en la localidad de Fontibón, fue beneficiario de la instalación del equipo hace tres años y medio y asegura que “no he necesitado reparaciones, únicamente limpiezas básicas, el tanque ha funcionado muy bien”.
“Este es el corazón de la huerta” añade Guerrero, “sin el Ekomuro no podríamos mantener las plantas vivas, menos ahora que estamos en sequía”. Para enfrentar los veranos largos, él y su equipo extraen el agua del muro y la almacenan en galones y canecas que facilitan preservar su huerta en las mejores condiciones de manera económica.

El impacto local también ha puesto en relieve el trabajo de sus creadores. En 2023, el Ekomuro fue la solución ganadora del premio Energy Globe Award, y en 2024, Ricardo Alba fue reconocido con el Cisco Youth Leadership Award y recibió US$250.000 para fortalecer la tecnología e incorporar sensores IoT que permiten monitorear los sistemas en tiempo real.
A pesar de los resultados favorables, el camino no ha sido sencillo. Aunque el dispositivo es innovador, comercializarlo y establecer alianzas con el Estado “no fue posible debido a la burocracia y el desinterés institucional”, según señala Ricardo.
Por ello, decidieron crear la fundación Eko Group H2O+ que, con el apoyo financiero de varias ONG, asegura la continuidad y expansión del proyecto. La iniciativa está alineada con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número seis, sobre agua limpia y saneamiento; y con el número 12, enfocado en producción y consumo responsable.
“Cada instalación es una invitación a entender que el agua lluvia es un recurso valioso y que no podemos seguir desperdiciándola”, resume Alba. Así, el módulo se consolida como una estrategia pedagógica y ambiental, que combina innovación, corresponsabilidad y transformación cultural. Ahora el reto está en mantener el impulso y escalar estas soluciones para que el acceso al agua deje de ser un privilegio y se convierta en una realidad para todos.