La Biblioteca Musical de la Paz, que quiere construir un archivo con composiciones de los diversos actores del conflicto, ha reunido 3.200 canciones que espera poner a disposición del público en junio.
La música, cuenta Rafael Quishpe, investigador de la Universidad del Rosario y director del proyecto, tiene un doble potencial en la construcción de paz: uno pedagógico y uno sensible.
El primero, porque es mucho más factible que al contar una actividad o un hecho del conflicto a través de la música alguien se interese por él y escuche lo que la persona tiene que decir, a que si lo estuviera leyendo en un texto de gran extensión.
El segundo, se deriva del hecho de que la música tiene el potencial para conectar a las personas y movilizar emociones de manera mucho más efectiva y con mayor facilidad que otros lenguajes.
En ese sentido “la música puede servir mucho para realizar una pedagogía sobre el conflicto, así como para propiciar una reflexión en torno a la necesidad de reconocernos los unos a los otros, que es fundamental para la construcción de paz”, comenta Rafael.
Ese, precisamente, es el propósito de la Biblioteca Musical de Paz, un proyecto de la Universidad del Rosario, la Universidad Nacional y el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín, financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y por el Centro Nacional de Memora Histórica, y que cuenta con el apoyo del Instituto Colombo Alemán para la Paz, Capaz.
La biblioteca busca producir una base de datos abierta y gratuita en donde se recopile la música que sociedad civil victimizada, excombatientes de grupos armados y miembros de la Fuerza Pública, compusieron desde 1985 hasta 2020, con el objetivo de aportar, desde las artes y en particular la música y las historias que hay detrás de ella, a la construcción de paz y a la reconciliación.
Música para la reconciliación
Aunque la biblioteca reúne la música hecha por las personas que de una u otra manera tuvieron que ver con el conflicto, esta no necesariamente habla de hechos o actividades que ocurrieron durante la guerra.
Es decir, las composiciones que recopila no tienen restricción en términos de temas que se abordan, sino que se interesa, únicamente, por las personas que las realizaron.
Y es que, cuenta Rafael, es en las canciones que no abordan hechos del conflicto, sino que hablan más de «experiencias humanas que todas las personas viven», en donde está el potencial de la reconciliación. Eso puesto que narran una experiencia común, donde los grupos a los que pertenecieron las personas no tienen ninguna relevancia.
“Entonces la guerrilla tiene un montón de canciones en las que le cantan a las mamás y el Ejército también, o que las víctimas le cantan al territorio y los miembros de algún grupo armado, también. Son canciones que hablan de experiencias humanas entre los actores que ayudan a la reconciliación”.
De esa manera, explica Rafael, en los ejercicios de compilación que adelantan desde enero del año pasado y que culminarán en junio de este año, los investigadores a cargo se han dado cuenta de que, en todos los grupos, son muchas más las canciones que no hablan del conflicto, sino del territorio, la familia y, sobre todo, el amor.
“En las letras nos hemos encontrado con muchísimos temas, pero el amor siempre ha sido el que más presente está», aclara.
La música recolectada
Hasta el momento, la biblioteca ha recopilado alrededor de 3.200 canciones, compuestas por alrededor de 700 de víctimas del conflicto, 700 de miembros de la Fuerza Pública y cerca de 1.800 antiguos miembros de grupos armados, particularmente de las Farc y el Eln.
Para ello, han implementado diversas estrategias. Por un lado, con la ayuda de organizaciones como la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, la Unidad de Víctimas, algunas oenegés y otras organizaciones que han promovido ejercicios musicales para el estudio del conflicto armado han reunido lo que está publicado en internet y en sus bases de datos.
Por otro lado, han realizado dos viajes, uno al Pacífico y otro la Orinoquía, para grabar y recopilar directamente con los músicos sus obras, historias y material físico. Este año esperan realizar un tercer viaje por la región Caribe.
De la misma manera, en la página web actual dispusieron una plataforma de recolección, con el apoyo de Capaz, para que sociedad civil victimizada, excombatientes y miembros de la Fuerza Pública puedan cargar su música de manera autónoma.
Asimismo, han realizado un proceso de investigación e identificación para rastrear y recopilar material físico producido por los diversos actores armados y las víctimas. Así han conseguido alrededor de 51 vinilos producidos por grupos como el M-19, las Farc y el Ejército, así como varios CDs.
Toda esa música esperan ponerla a disposición del público en una página web donde cada una de las canciones estará georreferenciada en un mapa que, además, contará con información acerca de los compositores, su municipio de origen, el grupo armado al que pertenecieron (si aplica) y el género musical de la canción, entre otros datos.
Igualmente, cada una de las más de 3.000 canciones con las que contará la biblioteca tendrá su respectiva letra transcrita.
Cuenta Rafael que esperan que la plataforma esté lista para junio. Además, algunos meses después tienen pensado realizar una exposición con el material físico con el que cuentan, de la mano de la Universidad del Rosario.
La página actual
Por lo pronto, en la página web de la Biblioteca Musical de Paz, además de subir piezas para contribuir al enriquecimiento de su archivo musical, las personas pueden consultar una serie de crónicas y entrevistas que el equipo ha hecho con algunos de los artistas que componen el archivo de la biblioteca.
Allí, además, hay dispuestas una serie de listas de reproducción que realizaron de la mano de los mismos entrevistados, compuestas por diez canciones que, según cada uno, los representa y a su historia.
Adicionalmente, en su página de Instagram han consolidado una apuesta de comunicación donde, entre otras cosas, narran las historias de algunas de las personas que han contribuido con su música a enriquecer el proyecto, realizan ‘unboxings’ de vinilos y CDs y comparten algunas de las listas de reproducción de los participantes.
De la misma manera, del viaje que realizarán al Caribe, y de los otros dos que ya hicieron al Pacífico y la Orinoquía, publicarán un compilado de 20 canciones, así como una serie de 15 videos en la que víctimas, excombatientes y soldados cuentan la historia de una de sus canciones en el marco de una iniciativa llamada ‘Mi canción para la paz‘, con el objetivo de «mostrar las caras que le cantan a la paz”.
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