En el corazón de la Sierra Nevada de Santa Marta, región afectada por la bonanza marimbera, un grupo de caficultores trabaja incansablemente con un vivero local para recuperar el equilibrio ambiental y garantizar el futuro del café sostenible.
En la cara occidental de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el corregimiento de San Pedro de la Sierra, al menos 22 fincas de caficultores le apuestan a la restauración forestal. Este esfuerzo busca revertir los estragos causados por la deforestación masiva ocurrida durante la denominada «bonanza marimbera» entre 1970 y 1980, cuando se talaron aproximadamente 150.000 hectáreas de bosque para dar paso a cultivos ilícitos de marihuana, según Acacia Water.
Liderando esta causa está Janeth Canchano, campesina de la región que, en 2021, estableció un vivero que alberga plántulas de 22 especies, entre las que se cuentan laureles, cedros y guayabas, recolectadas por ella misma a lo largo de los años. Las siembra y las cuida para, una vez fortalecidas, trasplantarlas en espacios dedicados a la reforestación en dichas fincas cafeteras con el propósito de recuperar áreas degradadas y proteger las cuencas hídricas vitales para la comunidad. A la fecha, agrega, ha propagado por lo menos 8.000 árboles.
“El proyecto cuenta con el respaldo del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y ha recibido financiamiento significativo de productores bananeros de las zonas bajas de la Sierra”, explica la guardiana de los árboles del territorio.
La bonanza marimbera no solo dejó huellas en la historia económica y social de la región, sino también en su ecosistema. Miles de hectáreas de bosque primario fueron arrasadas para dar paso a cultivos de marihuana, provocando la pérdida de biodiversidad y la alteración de fuentes hídricas: la deforestación facilitó la erosión del suelo, afectando la capacidad de las montañas para retener agua y poniendo en riesgo los ecosistemas circundantes.
En ese sentido, el proyecto tiene como objetivo beneficiar las cuencas de ríos como el Frío, el Don Diego, el Fundación y el Aracataca, para lo que se implementan prácticas sostenibles, como la siembra de árboles maderables y la implementación de filtros verdes para el tratamiento de aguas residuales del proceso de beneficio del café, reduciendo así la contaminación y preservando la calidad del agua.
“Hasta la fecha, se han restaurado 77 hectáreas de bosque y se han protegido otras 110 hectáreas adicionales. Sin embargo, la meta es ambiciosa, estimamos que en los próximos 20 años se deben restaurar alrededor de 12.000 hectáreas para lograr un equilibrio ambiental sostenible”, agrega Janeth.

A pesar de los avances, el proyecto enfrenta desafíos considerables. El cambio climático ha hecho que la recuperación ambiental en la Sierra Nevada sea aún más demandante: el aumento de las temperaturas y la variabilidad de las lluvias afectan el crecimiento de los árboles recién plantados, mientras que la erosión y los incendios forestales dificultan la estabilidad de los ecosistemas en proceso de restauración.
Así mismo, la limitada financiación ―se han recaudado $1.500 millones, pero se necesita mucho más― ralentiza el ritmo de restauración; mientras que la presencia de grupos armados en la región añade una capa de complejidad a las labores comunitarias. No obstante, Canchano reconoce que la apropiación y el compromiso de la comunidad han sido fundamentales para el progreso alcanzado hasta ahora.
«Además de las prácticas sostenibles mencionadas, se han entregado insumos y herramientas para mejorar la producción y calidad del café, como tanques tina y filtros verdes, que permiten un uso más eficiente del agua y reducen la contaminación. Estas acciones no solo contribuyen a la conservación ambiental, sino que también mejoran la calidad del café producido, abriendo oportunidades en mercados diferenciados y aumentando los ingresos de las familias participantes». comenta.

En paralelo, cuenta la samaria, la iniciativa sostiene alianzas en los municipios de Aracataca y Fundación, también en la Sierra Nevada, donde 65 familias caficultoras, en su mayoría lideradas por mujeres de la Asociación de Mujeres y Artesanas de la Sierra Nevada (Asomurcasines), desarrollan el proyecto «Café de la Paz».
Esta, financiada por el Programa Colombia Sostenible del Fondo Colombia en Paz y el Banco Interamericano de Desarrollo, contempla la siembra de 14.300 árboles maderables adicionales para proteger fuentes hídricas y restaurar áreas degradadas del bosque.