Trabajo en casa, uso del transporte público y la promoción de espacios virtuales en instituciones educativas hacen parte de las estrategias implementadas por el Área Metropolitana con apoyo de los ciudadanos para mejorar la calidad del aire.
Cada año, en dos momentos distintos, en el Valle de Aburrá se presentan condiciones atmosféricas que afectan la calidad del aire, poniendo, incluso, en riesgo la salud de las personas. Ocurre por las condiciones topográficas de los diez municipios del área metropolitana y por condiciones meteorológicas, pero también por el actuar humano.
Para el primer periodo de este año, explica Diana María Montoya, subdirectora Ambiental del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la entidad declaró el periodo de gestión de episodios de contaminación entre el 14 de febrero pasado y el 1 de abril.
En la resolución 166 de 2022 del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, se explica que “el seguimiento histórico de las concentraciones de material particulado PM2.5 en el Valle de Aburrá ha permitido identificar que la región experimenta períodos en el año en los cuales la calidad del aire adquiere características desfavorables y, en ciertas ocasiones, dañinas para la salud”.
Con esa certeza, la autoridad ambiental ha planteado una serie de estrategias que buscan que todos los actores con presencia en la zona aporten al cuidado y al mejoramiento de la calidad del aire.
Por un transporte más limpio
“En el Área Metropolitana del Valle de Aburrá somos abanderados de que la columna vertebral para el mejoramiento de la calidad del aire es movilizarnos en transporte público, aprovechando todo nuestro sistema de transporte metropolitano: metro, tranvía, metrocable y alimentadores”, señala Montoya.
Ese abanderamiento, continúa la subdirectora, está relacionado con la principal fuente de emisiones de materiales contaminantes. El material particulado es, como su nombre lo indica, una mezcla de partículas muy pequeñas sólidas y gotas líquidas que están en el aire. Tienen un diámetro de 2,5 micrómetros que, para dimensionarlo, es 30 veces menor que el diámetro de un cabello humano, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, e inhalarlo puede tener efectos dañinos en la salud de las personas.
Lo anterior es importante porque, de acuerdo con el Inventario de Emisiones de 2018 realizado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, el 91 % de las emisiones de estas partículas son generadas por las fuentes móviles, es decir, los vehículos. El parque automotor en los 10 municipios del Área Metropolitana es de 1,78 millones de vehículos, entre transporte de carga, buses, taxis, carros particulares y motos.
“Por eso buscamos fomentar que no rueden tanto en el territorio metropolitano. No es solo las congestiones, sino también la necesidad de que prioricemos un transporte más limpio”, dice Montoya.
Ahí entran en juego, por ejemplo, los Planes de Movilidad Empresarial Sostenible (MES), en los que las empresas en el Valle de Aburrá plantean “estrategias que contribuyen a mejorar la movilidad, la calidad del aire, la salud y la calidad de vida de los habitantes”. También la revisión técnico-mecánica de los vehículos, porque “no solo asegura el mantenimiento del vehículo, sino que se tengan menos emisiones”.
Al objetivo también aporta el Sistema de Bicicletas Públicas del Área Metropolitana, EnCicla, que fomenta la movilidad sostenible entre los municipios que la conforman.
Pequeñas acciones por la calidad del aire
“Todas las pequeñas acciones suman, sobre todo en los periodos de gestión de episodios de contaminación atmosférica”, explica la subdirectora del Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Una idea que confirman los datos.
“Desde 2016, cuando se presentó la primera contingencia, hasta 2021, hemos visto una reducción de las partículas PM 2.5 en las estaciones de medición donde había mayor concentración, pasando de 33 microgramos por metro cúbico a 21”, indica.
Para que haya una participación, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá diseñó, junto con los actores claves (transportadores, ciudadanos, academia, actores públicos y privados y administraciones municipales), el Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire del Valle de Aburrá (Pigeca), que incluye estrategias y acciones para el mejoramiento de las condiciones a 2030.
Montoya lo define como un “instrumento de gobernanza que permitió, de manera concertada, que identificáramos medidas de carácter restrictivo para aplicar en transporte, salud y educación y para estar preparados para resguardar la salud de los habitantes”.
Por otro lado, abarca que se promuevan de espacios virtuales en las instituciones de educación superior del Valle de Aburrá y que se fomente el uso de las bicicletas, aprovechando también el sistema EnCicla, entre la ciudadanía.
Para Montoya, “la invitación es a que seamos ecociudadanos”.