A través de once relatos, este proyecto le da voz a mujeres privadas de la libertad que comparten sus historias, la vida privada de la libertad y sus relaciones con sus familias en la ciudad de Medellín.
Cuando era estudiante de Comunicación Social y Periodismo, Carolina Calle Vallejo encontró una relación única con la crónica, en esa época, disfrutaba el periodismo narrativo y los textos eran su mejor aliado. Las cartas llegaron después, como una forma de ayudarle a una de sus amigas a expresarle todo lo que sentía por una persona.
Carolina se dio cuenta que ese proceso era muy parecido a lo que aprendió en las clases de periodismo narrativo: darle la voz al personaje y reconstruir hechos, escenas, contextos, y encontró que dentro de los medios de comunicación no se cubren las historias de amor, esas que hacen parte de la realidad.
Hace diez años, en 2013, Carolina creó Cartas a la carta, un espacio en la web en el que escribe cartas por encargo.
“No soy puta ni poeta, pero desato nudos de la garganta, traduzco silencios y escribo cartas de amor por encargos, es el periodismo al servicio del amor”, cuenta.
Actualmente, el blog cuenta con más de 100 cartas con diferentes temáticas: para decir adiós, para volver, para una reconciliación, para terminar, para un funeral, para un matrimonio, para algún familiar; son emociones, sentimientos, anécdotas de personas que encontraron en Carolina una forma de expresar lo que sentían mediante palabras.
En 2019, la llamaron para que dictara un taller de escritura en una cárcel de mujeres en Medellín con el fin de fomentar la lectura y escritura en este espacio.
“Yo tenía todo preparado, pero alguien me dijo que debía pensar algo para un grupo de mujeres analfabetas, eso me sacudió un poco porque no tenía nada, pero no teníamos que leer o escribir, podíamos escuchar, hablar y compartir”, recuerda.
En ese momento, Carolina les contó qué era Cartas a la carta, asegura que muchas la miraban incrédulas ya que nunca se imaginaron que conocerían a una persona que escribiera cartas de amor.
“Sentí que me necesitaban en ese lugar y en ese grupo, que era útil, sobre todo para personas que están incomunicadas”, explica Carolina y cuenta que en 2020, cuando llegó la pandemia, muchas de las mujeres no tenían forma de hablar con sus familias.
Su experiencia con las cárceles no es nueva, Carolina hizo su práctica profesional en una de ellas, le gusta trabajar con personas privadas de la libertad, compartir sus aprendizajes y las experiencias, dejando que cuenten lo que quieran.
“Simplemente estaba con mujeres que necesitaban dejar salir unas palabras y requerían de este tipo de periodismo para evaluar esas emociones y pensamientos”.
Carolina cumplió el ciclo general del periodismo: hizo reportería, sin afán, con contacto visual, escuchó los testimonios, extrajo las voces de sus fuentes, redactó y creó un producto: las cartas.
“Para mí fue una experiencia muy bonita porque era olvidar que estaba en una prisión, estaba con mujeres que aman, que dan las gracias, que piden perdón, que se preocupan, que tienen muchas preguntas”.
‘Cartas de puño y reja’ se convirtió en un libro con once cartas que llevan palabras que buscan cruzar el terreno de una prisión hasta veredas y pueblos de diferentes partes de Colombia, con mensajes de perdón, de amor, de reconciliación, de soledad o anhelo por saber sobre alguien.
Aunque Carolina escribió las cartas, las mujeres se convirtieron en sus propias editoras. “Yo se las leía en voz alta, ellas me decían lo que dejaba o quitaba, para que las cartas fueran lo más fiel a su intención y lenguaje”.
Las cartas se escribieron en computador, pero Carolina decidió que para entregarlas era más cálido que estuvieran escritas a mano, entonces hizo una convocatoria para que voluntarios le ayudaran a transcribir y le dieran forma a los textos. Ella buscó a los destinatarios e hizo las entregas.
Este epistolario de cárcel trae reportajes de la ausencia, crónicas de encierro, cartas de puño y reja
Para 2023, a Carolina la llamaron desde la cárcel, pero para un grupo de alfabetización enfocado en hombres, ya le dijeron que la necesitaban. Por ahora, ella donará su tiempo y su conocimiento, en un futuro, y con el financiamiento adecuado, verá si saca un segundo volumen de ‘Cartas de puño y reja’.