Ciencia rural: comunidades campesinas investigan y conservan papas nativas en Boyacá

A través de laboratorios de ciencia rural, agricultores en Boyacá intercambian saberes ancestrales y sistematizan buenas prácticas para preservar algunas de las 850 variedades de papas nativas que existen en Colombia.

Según la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), Colombia cuenta con 850 variedades de papa nativa, lo que convierte a este tubérculo en uno de los alimentos con mayor diversidad en el país. Sin embargo, la comercialización masiva de variedades como la R12, la betina y la pastusa ha provocado que gran parte de los colombianos desconozcan las demás, generando una reducción en la demanda y arriesgando la conservación de sus semillas.

Actualmente, estas variedades son consideradas una herencia ancestral de las comunidades indígenas y campesinas, quienes se han dedicado a conservarlas entendiendo que su pluralidad de colores y sabores reafirman que Colombia también es potencia en diversidad alimentaria.

Frente a este panorama, disciplinas científicas como la agroecología toman cada vez más fuerza, ya que plantean una relación con la tierra por fuera de las dinámicas industriales a gran escala. Defienden, en cambio, la necesidad de implementar buenas prácticas que respeten los ciclos de la naturaleza, como la agroforestería, la gestión responsable del agua, la diversidad de cultivos, los abonos orgánicos y, precisamente, la recuperación de semillas

Por eso, en Boyacá, un grupo de siete investigadores campesinos adelanta jornadas de estudio y experimentación para conocer mejor la adaptabilidad, resistencia y potencial de distintas variedades de papa nativa. 

El renacer agroecológico de Tasco

En total son siete investigadores campesinos y sus familias involucrados en el proyecto de conservación y estudio de cuatro variedades de papas nativas de los Andes. | Foto: Cortesía - Johanna Alvarado

Según el Centro Regional de Gestión para la Productividad y la Innovación de Boyacá (CREPIB), la papa comercial es el principal producto cultivado en el departamento, representando un 80% de los cultivos transitorios.

En el municipio de Tasco, la transición hacia una agricultura más consciente comenzó a gestarse en 2022, cuando Johanna Alvarado y seis investigadores campesinos de su comunidad —tres mujeres y tres hombres, de entre 37 y 55 años— decidieron apostarle a un proyecto de investigación enfocado en las papas nativas:

“Lo iniciamos como una alternativa para cambiar los hábitos alimenticios. Veníamos cultivando de forma convencional con agroquímicos y decidimos cambiar por salud y bienestar al cultivo de papa orgánica”, comenta Johanna.

Comenzaron con 10 variedades y, desde entonces, el proceso de observación y selección les ha llevado a trabajar con cuatro: Mortiña, Calavera, Quincha y Manzana. El proyecto se ha centrado en identificar qué variedades se adaptan mejor a las condiciones del terreno y al cambio climático:  

"Hemos notado que la variedad Quincha y la Manzana tienen más ataques de insectos; las otras han sido más resistentes. En las fincas más altas, la papa está más pequeña, pero lleva un rendimiento en follaje [el crecimiento de las hojas, tallos y ramas] bueno. Estamos esperando la cosecha del mes de mayo para darnos cuenta del rendimiento en producción. Esperamos que nos de buen resultado".
Johanna Alvarado
Investigadora campesina de Boyacá

El proyecto se desarrolla en parcelas ubicadas en distintas fincas y alturas, que van desde los 2.800 a los 3.100 metros sobre el nivel del mar. Esta diversidad de suelos y climas permite una evaluación más detallada de la adaptabilidad de cada variedad, resultados que esperan sistematizar en un futuro cercano con el apoyo de Swissaid

Su experiencia forma parte de los Laboratorios Agroecológicos para la Adaptación al Cambio Climático (AeD-LABs), una iniciativa impulsada por dicha fundación internacional, en alianza con comunidades rurales de Colombia, Ecuador, Nicaragua y Suiza. Estos microlaboratorios son espacios comunitarios para experimentar, intercambiar y fortalecer conocimientos propios alrededor de prácticas agroecológicas.

Cuando está muy lluvioso o es verano, miramos qué resistencia tiene cada variedad, cuál tiene más follaje y cuál se adapta mejor. El objetivo es comprobar que sí se puede producir con lo orgánico (…) Llevamos un registro de datos de la siembra, de abono, qué ataques de plagas hallamos en cultivos, entre otros temas. También tenemos herramientas como el termómetro y el pluviómetro para registrar la cantidad de agua lluvia, y contamos con el acompañamiento de un ingeniero agrónomo de Swissaid que nos asesora en la parte técnica”, señala la investigadora rural.

Se dedican a monitorear las respuestas de las variedades de papa a ciertas cantidades de abono, a los diferentes climas y precipitaciones, alturas, entre otros aspectos. | F Foto: Cortesía - Johanna Alvarado

El proyecto, que se extenderá hasta 2026, busca construir una especie de repositorio de prácticas agrícolas adecuadas para que los cultivos sobrevivan al cambio climático. Además, contempla la caracterización de las variedades adaptadas, un catálogo de papas nativas y herramientas para analizar rigurosamente los resultados.  

“Estos campesinos saben que hay cosas que funcionan, pero no lo tienen anotado ni lo divulgan. La sistematización permitirá que otras personas aprendan de lo que están haciendo”, explica Yeny Carrillo, profesional de investigación del proyecto AeDLABS de Swissaid.

Por otro lado, tanto la organización como los campesinos reconocen que conservar no es suficiente. También es indispensable que estas variedades encuentren un espacio en el mercado para lograr que los consumidores las conozcan y puedan valorar más su conservación. 

Con sus investigaciones, la organización Swissaid tiene información más precisa sobre las papas nativas que, a futuro, será sistematizada para que sirva a otros campesinos en el continente. | Foto: Cortesía - Johanna Alvarado

Un ejemplo exitoso de adaptación de la agroecología al mercado es el caso del campesino Jaime Aguirre quien, a través de su emprendimiento ‘Ancestrales’, logró transformar papas nativas en chips que ahora se comercializan en Carulla, Éxito y cadenas de restaurantes y hoteles. De acuerdo con Aguirre, su proyecto le demuestra a otros campesinos que apenas están en proceso de creación de un modelo de negocio cómo se le puede abrir camino a estas semillas y alimentos ancestrales en un mercado dominado por monocultivos y grandes industrias.

En Tasco, el conocimiento campesino alrededor de las papas se cultiva cada día a través de estos laboratorios: se investiga y se comparte información clave para recuperar la diversidad alimenticia del país y virar hacia prácticas rurales más responsables con el medioambiente. 

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