Conozca algunos de los oficios más tradicionales de la Semana Santa de Ciénaga de Oro, Córdoba, declarada Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación, a través de las historias de cinco de sus protagonistas.
Ciénaga de Oro, en Córdoba, ostenta una de las tradiciones religiosas más fuertes de Colombia. Tanto, que su Semana Mayor fue declarada Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación en 2020 gracias al esfuerzo de los locales por salvaguardar sus manifestaciones a lo largo de los años.
“Nuestra Semana Santa siempre se ha caracterizado por ser auténtica y por la unión de la comunidad alrededor de la celebración. Hay que agradecer también a todas esas personas que han dedicado su vida a los oficios tradicionales”, comenta Karin Burgos, guía turístico local.
Los protagonistas de esos oficios tradicionales son devotos que han puesto sus talentos al servicio de la celebración. Cada uno con su arte, anualmente, contribuye a fortalecer las expresiones culturales que caracterizan a los cienagadorenses. Para la comunidad son, además, símbolos de sentido de pertenencia, dedicación y fe.
A continuación, una selección con cinco de los más destacados.
Marcolfa Durango Villega: la única tejedora en macramé del municipio
A sus 73 años, Marcolfa Durango es la única persona en Ciénaga de Oro que conoce la técnica del macramé. Comenzó en este oficio hace 35 años, siguiendo los pasos de su hermano menor, quien se dedicaba a tejer antes de ser diagnosticado con Parkinson.
Al verlo trabajar, lo que más llamó su atención fue que lograba hacer el tejido, que consiste en nudos, utilizando únicamente las manos. Le pareció fácil y pasó de hacer pequeños bolsos y llaveros a cargar con la gran responsabilidad de elaborar las capas para los santos durante la Semana Mayor. Solo en un año puede hacer hasta seis de estas prendas, trabajando con meses de antelación.
“Yo soy católica y siento la Semana Santa como una bendición. El macramé es lo más bonito que hay, es fácil. Lo que me preocupa es que ningún joven está aprendiendo la técnica. Yo les digo que tengo que transmitirles este saber para que esas piezas se puedan seguir haciendo una vez yo me vaya”, comenta Marcolfa.
Diego Urán: el creador del rosario que llegó al Papa Francisco
Diego Urán, de 67 años, es el artesano detrás del rosario que Colombia entregó al Papa Francisco durante su visita al país en 2017. Nació en Ciénaga de Oro y trabaja la filigrana desde que tiene 8 años. Aprendió viendo a su padre moldear el oro y la plata en un humilde taller, rodeado de 14 hermanos que también conocen el oficio.
Hoy, sin embargo, es el único de su familia que preserva la tradición; además está entre las pocas personas del municipio que rescatan los diseños de la cultura indígena zenú en sus piezas.
Gracias a su talento, sus años de experiencia y devoción por la religión católica, Diego ha logrado que dos de sus rosarios estén en el Vaticano. El primero se lo encargó un funcionario público colombiano como regalo para el Papa Benedicto XVI durante una visita; el segundo se lo vendió a la presidencia de Juan Manuel Santos. Medía 1 metro de largo y pesaba 286 gramos.
“El orgullo más grande para cualquier artesano es elaborar una prenda como esa y que llegue a las manos de tan alto personaje (…) Pienso que mi trabajo ha dejado el nombre de Ciénaga de Oro en alto; este es un arte delicado”, comenta Urán.
Walter Arrieta: un legado culinario de 50 años
Con una herencia familiar de más de 50 años, Walter Arrieta es uno de los cocineros tradicionales más conocidos del municipio. Participó en todo el proceso de rescate de ingredientes, técnicas y platos que adelantó el Ministerio de Cultura con comunidades y universidades aliadas para la creación del Plan Especial de Salvaguarda antes de la declaratoria final de la Semana Santa del municipio como Patrimonio Cultural Inmaterial.
“En Ciénaga de Oro tenemos una cocina ancestral donde reposa toda la riqueza del campo. Es una mezcla entre la cocina indígena, de colonos y extranjeros. Algunas de nuestras recetas parecen simples, pero para lograr los sabores se requieren técnicas y ‘secretos’ meticulosos. Por ejemplo, que el palmito de la sopa de palmito siempre debe ser amargo, o que solo se puede usar manteca de cerdo en algunas preparaciones para no alterar el sabor”, comenta Arrieta.
El cocinero es experto en la elaboración de sopa de palmito y salpicón de bagre. Además, asegura que su casa siempre está abierta para quien quiera llegar a degustar el sabor culinario local en cualquier época del año, no solo Semana Santa.
Durante esta fecha, sin embargo, ha notado que la conexión entre los cienagadorenses y los platos es más fuerte. Muchos, con los sabores, comienzan a recordar a sus ancestros y a cocinar en familia, haciendo que los saberes se transmitan entre generaciones.
Hugo Villadiego: el tallador de los santos
Aunque comenzó haciendo dibujos, con el tiempo Hugo Villadiego se convirtió en uno de los artistas más destacados de Ciénaga de Oro. Lo reconocen como uno de los talladores en madera más idóneos para retratar imágenes religiosas alusivas a santos y pasos de las procesiones.
Tiene 68 años y ha dedicado la mitad de su vida a este oficio que, para él, representa una de las principales muestras del talento artístico del municipio. Además, se dedica a restaurar cuadros de hasta 100 años de antigüedad dentro del Museo de Artes Populares Religiosas.
“Es un orgullo ser un grupo tan variado; cada quien hace su trabajo, yo hago lo que me corresponde en cuanto a talla, escultura y restauración. Me siento orgulloso de poder aportar ese grano de arena. Siempre busco hacer cosas nuevas y de la mejor manera posible”, comenta el artesano.
Federlin Sotomayor: el intérprete de la muerte
Sotomayor comenzó a interpretar el papel de la muerte a la edad de 15 años, cuando la persona que lo hacía se mudó del municipio. Desde entonces, el joven de 26 años es conocido por su valentía y carisma. Dice que no siente miedo al usar el vestuario y que, cada vez que llega la fecha, se encomienda a Dios.
“No me gusta causar temor, siempre he sabido que esto es un disfraz; algo que vivió Jesucristo. Siempre me encomiendo a Dios para interpretar el papel”, comenta.