En Cundinamarca puede encontrar el mejor café de la región, grandes tramos de senderismo, pesca deportiva o inclusive, comer mamona y escuchar cantos de vaquería como en el Llano. Conozca la riqueza cultural de estos cuatro municipios poco explorados.
Viotá
A unas tres horas y media al sur de Bogotá se encuentra Viotá, la “capital cafetera de Cundinamarca”, que comenzó a posicionarse desde 1800 gracias a su larga de tradición alrededor del cultivo de este grano.
Para inicios del siglo XX, el municipio contaba con 25 haciendas y, aunque hoy solo quedan nueve, la mayoría se dedica a ofrecer actividades turísticas alrededor de la tradición. Allí podrá conocer la historia del cultivo y observar de primera mano las primeras descerezadoras y guardiolas que llegaron de Europa y cruzaron el río Magdalena para llegar a los municipios cafeteros del país.
Algunas de estas haciendas con recorridos abiertos para el público son: Arabia, cuya casa fue construida en 1880, y California, que fue fundada en 1850 y es probablemente una de las más antiguas de todo el país.
Además de su tradición, Viotá es un municipio rodeado de varios senderos y quebradas, como la Ruidosa o la Rompecalzones, afluente del río Calandaima que por la geología de sus suelos forma un tobogán natural.
Viotá también es un escenario de construcción de paz en Cundinamarca. Allí opera Asotourhepaz, un emprendimiento de víctimas, excombatientes de las Farc y campesinos de la vereda Alto Ceylán, que adaptaron una antigua ruta de combate en un sendero agroturístico donde puede conocer la fauna y flora del municipio, así como su historia, desde los asentamientos pances hasta el periodo del postacuerdo.
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Cogua
El nombre de este municipio, de origen muisca, traduce al español “Apoyo del cerro”, en honor a su ubicación en medio de la cordillera Central de los Andes. Está ubicado a 40 kilómetros al norte de Bogotá y a cuatro de Zipaquirá, y su clima oscila entre los 9 y 14 grados centígrados.
En Cogua, la celebración más importante es la Fiesta del rodamonte, que tiene lugar en agosto y conmemora la fundación del municipio que ocurrió en 1604. Aquí como es costumbre, las muestras artísticas y presentaciones musicales se toman las calles del pueblo.
Al ser un municipio tan antiguo, sus espacios públicos están llenos de historia. En el parque principal se encuentran edificaciones caracterizadas por su arquitectura barroca y sus jardines. Además, lo rodean atractivos turísticos culturales como la Casa Cogua, donde funcionó la primera escuela mixta del municipio que data desde mediados del siglo XIX.
Allí mismo se encuentran la iglesia parroquial San Antonio de Padua y el palacio Municipal, que le dan a la plaza principal una atmosfera colonial.
Pero Cogua no es un destino que se destaca solo por su historia, pues también está rodeado por lugares ideales para el turismo de naturaleza como la laguna del Neusa y su reserva natural de 3.700 hectáreas de bosque andino. Los planes de la zona incluyen: senderismo, pesca deportiva y ciclomontañismo. Además, cuenta con opciones de alojamiento.
Paratebueno
La posición geográfica de Cundinamarca hace que el departamento conecte las montañas de los Andes con el piedemonte llanero. Y un pedazo de los Llanos orientales en Cundinamarca se encuentra en Paratebueno, municipio al nororiente de Villavicencio en la vía hacía Yopal.
En Paratebueno existen diferentes fincas que se enfocan en el agroturismo. En ellas, y en otros puntos aledaños del municipio, puede hacerse avistamiento de aves como los periquitos amarillos. Además, suelen realizarse cabalgatas.
Debido a que es un municipio caracterizado por la cultura llanera, la música y la gastronomía de Paratebueno son más similares a las del Meta y el Casanare que a las del resto del altiplano. Almorzar mamona y escuchar cantos de vaquería son actividades posibles en este municipio, sin salir de Cundinamarca.
Además de ello, la principal característica de este municipio de clima templado es la Reserva Natural Aguas Calientes, un espacio natural que ofrece alojamiento, donde se encuentran las termales más calientes del departamento.
Sutatausa
A 84 kilómetros de Bogotá, tomando la vía que conduce hacia Chiquinquirá, está Sutatausa, un municipio que ha venido posicionando su marca alrededor de la idea: ‘el encuentro de dos mundos’.
Sutatausa fue un asentamiento muisca en el periodo prehispánico y, durante el periodo colonial, este pueblo indígena fue sometido a una conversión forzada hacia el catolicismo por parte de los españoles.
“En Sutatausa hay mil historias por descubrir porque es un territorio pequeño de apenas unos 67 kilómetros cuadrados lo que permite encontrar fácilmente los vestigios del encuentro entre la cultura muisca y la cultura española”, cuenta Guillermo Bernal, gestor patrimonial y cultural de Sutatausa.
Alrededor de la Laguna de Fúquene puede encontrar, por ejemplo, rocas con arte rupestre, algunos de los vestigios de los asentamientos prehispánicos en el territorio. Según cuenta la leyenda, Bochica enseñó a los muiscas los diseños y motivos que plasmaron en sus tejidos. Debido a ello, el municipio, apoyado por la Gobernación de Cundinamarca, organiza el Festival Tejilarte a finales de agosto, en el que se exponen las técnicas tradicionales de elaborar y tinturar textiles.
También hace parte de la oferta turística de Sutatausa el Conjunto Doctrinero, un edificio que fue considerado un Bien de Interés Cultural de la Nación desde 1980. Recorrer este lugar implica transportarse al periodo colonial.
Y aunque el turismo patrimonial es el fuerte del municipio, es también uno de los pueblos de la región Andina donde pueden verse farallones, estructuras rocosas que alcanzan los 3.100 metros de altura. En el lugar, pueden realizarse caminatas de 5 o 10 kilómetros, en donde, además de presenciar la maravilla geológica, puede conocer, acompañado de un guía un poco más de la historia del municipio.