Desde 1965, Colombia celebra el Día Nacional del Campesino la primera semana de junio. Para conmemorar este día recomendamos cuatro ecosistemas que conectan a los consumidores con los agricultores de las regiones e impulsan la venta de sus productos.
Hasta en las galletas dulces, la pizza congelada o las sopas instantáneas de los supermercados de Europa. En las tazas de la segunda bebida más consumida del mundo, después del agua. Durante San Valentín y otras celebraciones estadounidenses. Los productos del campo colombiano, como el aceite, el café o las flores cortadas se consumen alrededor del mundo y constituyen el segundo grupo más importante de nuestras exportaciones.
El trabajo de los campesinos colombianos está materializado en los 1.048 millones de dólares que recibió Colombia por exportaciones solamente en abril de 2022, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane); pero también se evidencia en la cultura, la memoria y la diversidad que configura la identidad del país.
Cada 2 de junio, Colombia celebra a los casi 11 millones de habitantes de las zonas rurales y conmemora su presencia y acción en los territorios históricamente afectados por el conflicto armado y el desplazamiento. Estas son algunas maneras de acercarse al campo colombiano y soportar el trabajo de los campesinos, aprovechando el poder de la tecnología y las redes comunitarias:
1. Comprar en Mercados Campesinos
Bien sea en las jornadas y plataformas propiciadas por los entes gubernamentales, o a través de cuentas en redes sociales que agrupan distintos productos de la canasta familiar, los mercados campesinos reúnen en un solo lugar las cosechas y producciones de distintos agricultores de una región o municipio.
En esta categoría se encuentran, por ejemplo, Compra Local, un carrito de compra digital desarrollado por la Alcaldía de Medellín que contiene la oferta de los campesinos de la zona rural de esta ciudad; y Sumercé Mercados, que vende productos saludables provenientes de Pasca, Cundinamarca, y se pueden encargar directamente en WhatsApp, con domicilios a Bogotá, Soacha y Fusagasugá.
2. Pertenecer a una comunidad que soporte la agricultura
También existen los grupos de personas que intercambian alimentos, saberes, recetas y experiencias con agricultores y coagricultores. Es el caso de Agromandala, una asociación entre agricultores y consumidores donde se “comparten las responsabilidades, los riesgos y las recompensas de la agricultura”, como describen en su cuenta de Instagram.
Funciona bajo un modelo de suscripción mensual en Fredonia, Antioquia, donde cada miembro toma una capacitación sobre el modelo comunitario y adquiere un compromiso con los agricultores. A cambio el suscriptor recibe una canasta semanal con 10 productos agroecológicos, entre frutas, verduras, café y miel.
Por su parte, en La Propia, además de reconocer el trabajo de las campesinas de Fusagasugá, Cundinamarca, se disfruta de una marca de confituras, mezclas y salsas artesanales que surgió de investigación aplicada en las ciencias de la hospitalidad en el área de gastronomía y buscan resaltar los sabores exóticos, nativos y autóctonos de la Tierra del Sumapaz, Cundinamarca.
3. Mercar a través de una agro-app
La tecnología puede hacer más eficientes los procesos logísticos o de distribución que necesitan los campesinos colombianos. Así lo propone Waruwa, una plataforma tecnológica que distribuye frutas y hortalizas en Bogotá. Conecta campesinos y transportistas para entregar productos agrícolas en menos de un día, evita intermediarios entre el campesino y el consumidor, y sincroniza a todos los agentes involucrados en estas cadenas verdes.
A mayor escala, Frubana está disponible en Medellín, Bogotá y Barranquilla. Es una aplicación que trabaja con el campesino como su proveedor para transformar la cadena de abastecimiento de los restaurantes de estas ciudades.
4. Apoyar un agroemprendimiento
Existen pequeños y medianos emprendedores que procuran utilizar productos campesinos en toda su cadena de valor para generar un impacto positivo en la ruralidad. Por ejemplo, la producción de yogur orgánico premium de Naturleche se lleva a cabo con 57 familias ganaderas de Samacá, Boyacá, quienes logran cobrar un precio un 66% mayor al que el mercado regular les ofrece por este insumo.
Páramo Snacks, por otro lado, fortalece su cadena de valor con 80 familias del Pantano de Arce, de Boyacá, con quienes además lleva a cabo un proceso de tecnificación de cultivos para proteger el ecosistema del páramo colombiano.