Habitantes de los barrios de la comuna dos de Villavicencio decidieron cambiar la guerra entre pandillas por una ruta turística que atraviesa siete barrios hasta llegar a la reserva natural Buena Vista.
Jóvenes que pertenecieron a bandas delincuenciales en los barrios Colina, La Isla, La Salle, Libertadores, Camilo Torres, San José y La 40, en Villavicencio, ahora forman parte de los guías turísticos del parque Cerro de Colores, iniciativa que surgió el 5 de mayo del 2020 en los fogones comunitarios de la zona.
Debido a la pandemia del covid-19, en estos barrios se empezó a realizar un proyecto para alimentar a la población más vulnerable. Fue en este mismo espacio, como lo asegura Julián Rueda, líder de la iniciativa, que “los miembros de las bandas deciden realizar una tregua para ayudar a cargar los elementos necesarios para atender los comedores comunitarios”.
De esta unión, que se propició gracias a dichos entornos, nació la idea de acabar con las confrontaciones en los barrios y trabajar por “darle una nuevo rumbo al sector e iniciar procesos de resocialización que establecieran la paz”, aclara Julián.
Es así como nace el parque Cerro de Colores, donde pintaron escaleras, casas y espacios de recreación comunal, como primeras acciones que algunos ex integrantes de las pandillas realizaron para empezar a materializar el proyecto y construir juntos el paso a paso del proceso de resocialización.
El inicio de este proceso planteó dos vías de acción: cambios de conducta y formación. El objetivo del proyecto se concentró en incluir a los jóvenes que deseaban dar un rumbo diferente a sus vidas, evitando toda conducta delincuencial, como guías turísticos del parque. Con este compromiso adquirido, tomaban en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) un curso básico en servicio turístico.
Según Julián, líder del proceso de resocialización, «este esfuerzo nos ayudó a ver que tener oportunidades puede hacer una gran diferencia en la vida de los jóvenes. Ofrecerles formación, y que con esto puedan tener un ingreso, es generar el cambio que les permite ver un futuro”.
Nuevos colores para la comuna dos
Jugar en la calle hasta las 11:00 p. m. es posible en Cerro de Colores gracias a la seguridad que se construye entre los habitantes de la zona y que inició con el proceso de desintegración de la mayoría de las pandillas que se disputaban estos siete barrios.
Los toques de queda impuestos hace unos años, debido a las confrontaciones que se presentaban durante la noche, ahora hacen parte de las historias que narran los guías turísticos.
“La calle ahora es una zona de vida y llena de nuevos colores. Antes, a las 7:00 p. m. todo el mundo tenía que estar en la casa para evitar riesgos. Hoy vemos abuelitos tomar tinto hasta casi la medianoche y a los niños jugar sin parar hasta que los padres salen a llamarlos”, explica Julián.
En palabras de Jeison Castaño, joven en proceso de resocialización, el impacto que ha generado en su vida ser parte del equipo turístico del parque Cerro de Colores es “ser un ejemplo para las futuras generaciones evitando que cojan los malos pasos. Queremos demostrarle a la ciudad que las segundas oportunidades sí pueden cambiar vidas, porque eso me pasó a mí”.
Como Jeison, otros 14 guías turísticos reciben de lunes a domingo, en horarios de 7:00 a. m. hasta el mediodía, a los visitantes en el Parque de la Cruz para ingresar a la comuna, pasando por los siete barrios que la conforman hasta llegar a la reserva natural Buena Vista, donde pueden disfrutar de los pozos y cascadas del caño Gramalote.
Durante el recorrido se puede aprender sobre leyendas urbanas como la ‘Curva del diablo’, donde algunas personas dicen haber visto a un hombre con cuernos negros, “dispuesto a llevarse a los borrachos y a las mujeres”, relata Julián.
Los visitantes también conocen, de la mano de los guías turísticos, los murales del parque, que representan la biodiversidad y la historia de la comuna.
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