En el Pacífico colombiano, los sonidos de la marimba trascienden las fronteras auditivas. Para la población de la región, cada vez que la marimba canta, su carga ancestral conecta cada nota con una leyenda mística que revive en las selvas.
La marimba es un instrumento tradicional del Pacífico colombiano, construido con la palma de chontaduro. Cada uno de sus sonidos guarda una relación con la espiritualidad y las creencias de los habitantes de la región. Ellos, durante siglos, han preservado su relación con la selva tropical, heredando las técnicas de fabricación de los instrumentos y el amor por la música a las nuevas generaciones.
Una de esas herencias la tuvieron los Riascos, una familia fabricante de marimbas reconocida en el departamento por la calidad de los instrumentos. Enrique Riascos, el director de la Fundación Palma Chonta, cuenta que, pese a que sus marimbas comenzaron a ser producidas a nivel comercial en 2012, la tradición en la familia ya tenía 10 años y que incluso él, cuando niño, tuvo que aprender a fabricar la suya propia.
“Lo que dice la tradición es que el marimbero debe construir su marimba. Yo comencé a tocar los instrumentos de otros cuando tenía 11 años y al final tuve que construir la mía para crear una conexión con ella”, cuenta Enrique.
Riascos comenta que uno de los factores fundamentales a tener en cuenta cuando se fabrica este instrumento es pensar el tipo de sonido que se quiere obtener; pues, aunque tengan la misma forma, no todas las marimbas suenan igual y los materiales se seleccionan dependiendo el sonido.
“A veces dicen que quieren una que suene más profunda, más brillante o más romántica. Con la profunda, por ejemplo, se sienten más los ecos de la selva. La brillante suele dar el sonido más seco”, explica.
Palma Chonta fabrica estos instrumentos de manera artesanal, lo único que utilizan para precisar los sonidos son medidores de las frecuencias en Hertz (Hz), una técnica nueva teniendo en cuenta que sus ancestros solo utilizaban su oído al momento de afinar la marimba.
Pero no solo hay que afinarla, también es necesario amplificar el sonido, ya que este no se obtiene con el mero golpe sobre el teclado, sino que “se le tiene que añadir un tubo de guadua, canuto o bambú. Ese tubo debe dar la misma resonancia en Hz que la tabla”, añade.
Enrique comenta que todos estos ‘secretos’ de fabricación y técnicas para tocar la marimba son dictados por la Fundación Palma Chonta a través de actividades sin ánimo de lucro, dictadas a todos los interesados en aprender a tocar la música del Pacífico y a cantar las canciones tradicionales de la región.
“Hemos ido a territorios Pdets (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial) y a zonas que aún mantienen fronteras invisibles. Lo hacemos porque queremos llevar la música de nuestra tierra a esos lugares que nosotros sentimos que necesitan un desarrollo cultural”, menciona Riascos quien, además, es marimbero de la banda Herederos de Timbiquí.
Otra de las particularidades de este instrumento es que, según Riascos, sus sonidos varían dependiendo el lugar de ubicación. El ‘hábitat natural’ de la marimba es el Pacífico y, por lo tanto, cuando se toca dentro de sus selvas “los sonidos se conectan con toda la naturaleza y se puede percibir la resonancia con las hojas de los árboles. No es lo mismo una marimba en la ciudad, que una marimba en las selvas tropicales de Timbiquí”, aclara el músico.
Asimismo, Riascos menciona que, a la hora de cortar los materiales para la fabricación, existen una serie de requisitos tradicionales de cumplimiento obligatorio si se quiere producir una marimba de calidad. Uno de ellos, por ejemplo, es cortar las guaduas en luna menguante, porque, según él, «en una fecha distinta el agua sube y los árboles se están nutriendo, cortarlos haría que quedasen débiles y se corre el riesgo de que lleguen a partirse en un futuro».