A Jhonnatan Espinosa el activismo trans le ha permitido crecer personal y profesionalmente, impactando vidas con historias similares a la suya.
Desde que tenía dos años Jhonnatan Espinosa sabía que era un niño y disfrutó su vida sin la etiqueta femenina, desarrolló su personalidad y vivió su libertad en el espectro masculino.
“Decidí que no quería usar ropa de niña porque yo estaba seguro que era un niño. Mi familia siempre me acompañó en mi proceso y no sufrí ninguna violencia, de hecho me registraron con nombre y sexo masculino, eso me ayudó un montón proque permitió que accediera a espacios que generalmente son negados a las personas trans”.
Jhonnatan nació en 1974, en Bogotá y se crió con sus abuelos y su mamá. Siempre se identificó como un hombre cis, es decir que la identidad de género coincide con su sexo, pero a los 38 años le contaron que él era un hombre trans, algo que lo cambió.
“Yo no recibí las mismas violencias que las personas trans, fui a la universidad, estudié una especialización, fui educado como un hombre cis y al entender que era trans recononocí que tengo un privilegio sobre el resto de mis pares”, explica Jhonnatan.
Jhonnatan Espinosa es un hombre trans, activista y se dedica a visibilizar las experiencias de vida transmasculinas en Colombia, pero al entender su privilegio también se dio cuenta de las violencias y las cargas.
El reconocerse activista trans hizo que perdiera el trabajo en el que llevaba 10 años. “Es como si decir que era trans me hubiera quitado todas las capacidades que tenía”, Jhonnatan ocupaba una posición en la que tomaba decisiones, tenía personas a cargo y buen sueldo.
Después de su salida de la empresa, conoció dos organizaciones que le cambiaron la perspectiva y le abrieron la mente: Entre-Tránsitos, enfocada en la población trans, y Mujeres al Borde, un colectivo que trabaja con personas trans y feminismo, y que le ayudó a caer en cuenta de todos los comentarios y actitudes machistas que lo acompañaban. Luego llegó Ayllu Familias Transmasculinas, una fundación en la que se busca que hombres trans, familias, parejas y redes de afecto, tengas su espacio para ser escuchados y combatir las violencias.
“Las mujeres y los hombres trans viven violencias diferentes. Las primeras se suelen dar en lo público, mientras que para los segundos se dan en lo privado, al interior de las familias, ya sean violencias correctivas o sexuales”, explica.
El activista comenta que al darse en lo privado, esto hace que la tasa de suicidio sea más alta en hombres trans que en el resto de la población LGBTIQ+. Según el informe Estrés, salud y bienestar de las personas LGBT en Colombia, el 31% de la población trans ha tenido intentos de suicidio, es decir, una de cada tres personas intentó suicidarse al menos una vez en su vida.
Por eso Jhonnatan se muestra como un refugio y utiliza ese privilegio como un espacio seguro para los demas. “Empezó como algo más bien altruista, cuando mis amigos sufrían algún tipo de violencia y estaban expuestos, yo los invitaba a quedarse en mi hogar, en mi casa llegamos a vivir cinco personas”.
Acceder al sistema de salud, crear mecanismos y herramientas para dar garantía a los derechos de las personas trans, para Jhonnatan algo que debía ser importante es el crear una sociedad segura para que los hombres trans puedan integrarla y desarrollar sus habilidades.