Desde hace más de nueve años, el Colectivo de Comunicaciones Wiwa Bunkuaneyuman se dedica a la producción audiovisual enfocada en temas propios de la cultura en la Sierra Nevada de Santa Marta.
El Colectivo de Comunicaciones Wiwa Bunkuaneyuman hace cine en medio de la Sierra Nevada de Santa Marta desde hace casi una década. Los proyectos audiovisuales buscan materializar los relatos que durante siglos ha mantenido viva la tradición oral; pero que ahora, con el apoyo de la tecnología, pueden plasmar no solo en palabras, sino también en imágenes.
Una de sus más recientes producciones es el cortometraje de ficción Matuna, la sombra del guerrero. El corto ha tenido gran acogida dentro de las comunidades de La Sierra Nevada y su aporte para la construcción de la identidad nacional ha sido tal que en octubre del año pasado fue presentado en el ImagineNATIVE Films and Media Art Festival, el evento de cine indígena más grande del mundo.
La producción, dirigida por Rafael Mojica Gil, cuenta la historia de Matuna, un personaje mítico cuya historia se ha transmitido en todas las comunidades de la Sierra Nevada a través de la tradición oral.
Lo diferente que trae este relato, sin embargo, es que los productores conectaron la historia de Matuna con uno de los hechos recientes que más ha impactado a las comunidades indígenas: el conflicto armado. La idea, según cuentan los realizadores, era «entregar un producto que lograse vincular el mito original a una realidad contemporánea”.
En el cortometraje todos los elementos son propios de la cultura indígena: los cantos, los resguardos, los Hermanos Mayores, la lengua y la simbología de los colores azul, rojo y amarillo en las caras de los personajes que, además, no son actores profesionales, sino miembros de la propia comunidad.
La idea, según cuentan, era lograr que el corto fuese totalmente auténtico y que, a pesar de tratarse de una historia de ficción protagonizada por el niño shamaku, provocara un afianzamiento ancestral dentro de la comunidad.
Matuna busca transmitir un mensaje a toda la sociedad a través de la experiencia de vida de este guerrero que intentó salvarse de la maldad que azotaba el corazón de Zongla, su antagonista.
Para el rodaje fue necesario que los mamos pidieran permiso al propio Matuna para contar su historia y, además, presentaran a los nuevos miembros de la producción que se internaron en la selva para el rodaje.
Antes de Matuna, el colectivo había trabajado con documentales y reportajes, pero manifiestan que la idea de un corto ficcionado fue un reto más grande. Por ejemplo, la estructuración del guion, según cuenta Pablo Mora Calderón, quien ayudó a escribirlo, tomó alrededor de tres años entre el trabajo de investigación y la escritura.
El colectivo también cuenta con otros proyectos audiovisuales que han llegado a las pantallas de ImagineNATIVE, en Toronto. Uno de ellos es Ushui, la luna y el trueno, el cual fue producido por Rafael Mujica Gil en 2018 y cuya duración es de siete minutos.
De acuerdo con Rafael, Matuna «es una apuesta para lograr que los relatos de los pueblos indígenas salgan de los resguardos a través del cine y que, además, ‘los espíritus de la imagen’ alcancen a otro público».