‘Piensa Verde’ promueve la educación ambiental en colegios de Magdalena y sensibiliza a las empresas acerca de los beneficios del reciclaje.
Cuando tenía 15 años, Pedro* recuerda que un día ingresaron a su colegio cinco personas encapuchadas en la hora de recreo. Llevaban banderas del M-19 y por todo el lugar repartían panfletos. Hacían campaña para que se sumara la juventud a la guerrilla.
“Llegaban y arengaban. Decían ‘somos el M-19’ y para mí era como un gancho. Ahí surgió la chispita, me fue surgiendo curiosidad hasta que un día contacté a un señor de esos y comencé a militar en el M-19”, explica Pedro.
Ahí duró cuatro años, pero en el Magdalena, de donde es oriundo, el ‘eme’ nunca tuvo tanta fuerza, pues, según cuenta Pedro, centralizaban sus operaciones en Bogotá. “Fueron descuidando la parte norte y eso conllevó a que uno se quedara solo”.
Durante el tiempo que estuvo allí, conoció personas que pertenecían a células urbanas de otros grupos, “y uno iba ubicando gente, fulano de tal es ‘eleno’ y así, y entre pequeños acercamientos, de un momento a otro, me cambié de bando”.
Tuvo un breve paso por el Ejército de Liberación Nacional (Eln) y, más tarde, a los 22, ingresó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Allí estuvo dos años, operando en células urbanas. Dos años después lo detuvieron y pasó tres años en prisión.
Cuando salió de allí, antes de la firma del Acuerdo de Paz de La Habana, comenzó un proyecto de reciclaje con el que hoy, entre otras cosas, sensibiliza a niños de instituciones educativas del departamento de Magdalena en temas de cuidado y conservación del medio ambiente.
Piensa Verde
Pedro dice que su formación ambiental comenzó cuando estaba en las filas guerrilleras.
Cuenta que como las Farc era un grupo armado de origen campesino, en su entraña existía un interés por el cuidado del territorio. Así, explica Pedro, al interior de las filas existía una serie de manuales con normas ambientales.
“Por ejemplo, no se podía cazar o pescar con dinamita, había restricciones de caza en temporadas reproductivas de algunas especies, no se podían talar arboles cerca de las riberas de algunos ríos. Había toda una legislación de tipo ambiental que regía para la ‘guerrillerada’, pero también para los campesinos y el que llegara”, cuenta.
Cuando salió de su detención, absuelto por la justicia, quiso darle continuidad a esas prácticas y decidió formar un proyecto productivo de reciclaje para contribuir al cuidado del medioambiente.
Con el apoyo de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), Pedro se graduó de bachiller y tomó una serie de capacitaciones en el Sena. “Hice curso sobre administración de empresas de economía solidaria y cooperativismo, manejo de residuos y coordinación de talento humano, entre otros», dice.
Además, y a través de un desembolso de recursos que hicieron la ARN e Innpulsa, compró una moto para incrementar el rendimiento de la producción, así como para realizar sus recorridos con mayor agilidad y cubrir una ruta más amplia.
Con todo eso, surgió ‘Piensa Verde’, una “apuesta ambiental concentrada en el reciclaje y con un componente pedagógico”.
Educación ambiental para los jóvenes
La idea fundamental del proyecto, explica Pedro, es generar conciencia, particularmente en los jóvenes y los niños en los colegios, “de que estamos consumiendo mucho y reciclando poco, y todo eso que no reciclamos va a parar a los ríos, los mares y los bosques”.
Con eso en mente ha hecho alianzas con colegios del departamento para realizar talleres de sensibilización a los estudiantes. Entre otras cosas, enseña cómo reciclar diversos materiales, cómo hacer una selección correcta de cada uno de ellos en casa o cómo darles segundos usos a algunos desechos.
De la misma manera, construyó una red informativa con las empresas y las tiendas que le donan los materiales que recicla.
Además, reparte las cartillas ‘Cuentos para leer’. Son una compilación de cuentos de cultura de paz y reconciliación que se entregan a niños como estrategia de fortalecimiento de los entornos protectores de la ARN. Pedro fabrica las tapas de las cartillas a base de cartón.
Actualmente, Pedro quiere generar más alianzas empresariales para dictar talleres en esos espacios y generar un mayor impacto.
Y es que, dice Pedro, la educación ambiental es fundamental y es algo que no se imparte tan comúnmente ni en las escuelas ni, muchas veces, en el hogar.
“Yo recuerdo que cuando niño mi papá nunca me dijo que no le tirara piedra a un pájaro, que no los cogiera con la cauchera, que no maltratara las libélulas… Y hoy en día uno no ve libélulas, ni caballitos del diablo, ni mariposas por el barrio”, cuenta.
Y agrega que “la idea es educar a los niños en una nueva cultura: si se comen una chocolatina, ya saben que, si no hay caneca, se meten el empaque en el bolsillo, y que eso le hace bien al entorno y a la sociedad”.
*El nombre de la persona ha sido modificado por seguridad
Siga leyendo
Un colectivo de excombatientes construye memoria a través de la fotografía
Víctimas, comunidades indígenas y excombatientes: socios de un emprendimiento