El Sacha Inchi es un tipo de semilla, rico en vitaminas y grasas, al que se atribuyen valiosas propiedades nutritivas. De ahí nació Nueces del Llano, un proyecto de excombatientes que cambió los cultivos de coca por los de este poderoso fruto de la región.
En la vereda Filipinas, de Arauquita, Arauca, un grupo de 19 personas conformaron Nueces del Llano, un proyecto de firmantes de paz y campesinos del territorio, que encontraron en la producción y comercialización de sacha inchi, una forma de emprender.
“Constituimos una empresa que transforma la materia prima, o sea el sacha inchi, en nueces y aceite para el consumo”, cuenta Wladislav Aguirre Rodríguez, firmante del acuerdo de paz y gerente del proyecto.
El sacha inchi es una planta amazónica que originalmente fue cultivada por los incas, en Perú, y que tiene gran importancia por su potencial alimenticio y medicinal. El fruto se caracteriza por contener altos niveles de ácidos grasos como el Omega 3, 6 y 9, un 37% de proteína y antioxidantes naturales como la vitamina A y C.
“Esta planta se siembra y a los siete meses se recolectan los frutos, se hace un proceso industrial de descascarado y selección, y después definimos qué haremos con el grano blanco: aceite o frutos secos”, explica Aguirre.
Aguirre explica que es un fruto ancestral y que los incas utilizaban tanto el aceite para curar las enfermedades, como en forma de nueces como fuente alimenticia. “El Omega 3 favorece la circulación, el sistema cardiovascular, interviene en las neuronas y repotencializa la intelectualidad”.
Además de ofrecer un producto saludable y nutritivo, esta iniciativa busca promover y mejorar las condiciones económicas y sociales de las comunidades locales, generando empleo y promoviendo el desarrollo rural.
“Este proyecto nace para sustituir los cultivos de uso ilícito en Arauca, esta es una alternativa y, si hay un mercado, termina convirtiéndose en algo más rentable que los mismos derivados de la hoja de coca”, explica Aguirre.
Además, el emprendimiento de Nueces del Llano busca la sostenibilidad ambiental y social; los productores trabajan en armonía con la naturaleza y aplican prácticas agrícolas sostenibles que minimizan el impacto ambiental.
“El cultivo emite oxígeno, este es un proyecto que también produce bonos carbono; la cascarilla y lo que sale del fruto, sirven como alimentación animal, o sea que nada se pierde de este cultivo”.
Desde hace cuatro años que existe Nueces del Llano. Aunque sus inicios fue de ensayo, error y mejoras, en la actualidad buscan expandir su negocio no solo a otras zonas de Colombia, sino a mercados internacionales.
“Queremos tener la fortaleza de materia prima para responderle a los mercados internacionales, queremos una línea de exportación que pueda satisfacer las necesidades de los clientes internacionales como Estados Unidos, China y Corea”.