Una asociación campesina de este municipio de Caquetá se unió para remplazar la coca por cacao. Hoy, exportan a Alemania.
Cuando Berley Sánchez viajó a Alemania junto a otro grupo de campesinos de San José del Fragua, Caquetá, probó los chocolates que allí fabrican utilizando el cacao que ellos siembran en su tierra, al otro lado del Atlántico.
“Son muy ricos, muy deliciosos. Cruzamos fronteras con lo que producimos en nuestra región, en nuestra Amazonía, con las manos de nuestros agricultores”, dice Berley.
Berley Sánchez es el representante de la Asociación Orgánica Agrícola y Cacaotera del municipio de San José del Fragua, Asoacasan. Esta organización reúne a 62 familias que producen cacao y que, desde 2007, comenzaron a sustituir voluntariamente los cultivos de coca que antes sembraban.
Es decir, nueve años antes de que el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS) se pusiera en marcha como un resultado de la firma del Acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la antigua guerrilla de las Farc, Asoacasan daba los primeros pasos en la construcción de paz en su municipio.
En junio de 2022 viajaron a Alemania para consolidar un acuerdo comercial con la chocolatera alemana Confiserie Dengel.
Berley señala que en San José del Fragua están “convencidos de que el valor de la coca no paga en nunca los daños que hace y el cacao, aunque deja menos ingresos, tiene beneficios en cuanto al medioambiente, lo social, la paz y la tranquilidad”.
Crecer entre cultivos de coca
A Berley Sánchez le apasiona el medioambiente. Es ingeniero agroecólogo de la Universidad de la Amazonía y cuenta que, aunque nunca tuvo cultivos de coca, estos sí estuvieron presentes en gran parte de su vida.
“Para pagar mis gastos tuve que jornalear en los cultivos de coca. En ese momento buscar trabajo era fumigar o raspar coca. Era lo único. Durante dos o tres meses de trabajo ahorraba y con eso tenía un ingreso para pagar la matrícula de mi carrera y tener uno o dos meses de arriendo”, cuenta.
En ese momento él hablaba con su padre sobre buscar una alternativa distinta a la coca, una menos dañina, entre otras cosas, para el medioambiente.
En 2013, decidió comenzar a sembrar cacao y se afilió a Asoacasan. Berley explica que la asociación nace como una respuesta a las fumigaciones a los cultivos ilícitos.
“Estas no solo dañan los cultivos de uso ilícito, sino también los sembradíos de yuca, plátano y los bosques. Así que los productores se sentaron a pensar en una alternativa para la coca. Las familias se encontraban desintegradas porque donde hay cultivos de uso ilícito, hay grupos al margen de la ley. Los grupos armados reclutan jóvenes, otros se van por gusto, hay asesinatos o las familias se dispersan huyendo de la violencia o buscando oportunidades. La coca daña el tejido social”, explica.
El cacao: un cultivo de la paz y sostenibilidad
A diferencia de lo que causa el cultivo de coca, Berley explica que sembrar cacao genera paz. “Hace lo contrario. Permite que tanto el niño como la mujer y el hombre se vinculen a trabajar dentro del cultivo en diferentes labores, sin esconderse de nadie, sin esperar que nos roben o maten, y así reconstruye el tejido social”.
Además, el líder campesino señala que el cacao es un cultivo que ayuda a la recuperación de los suelos degradados y que puede durar hasta 30 años en producción. También es un cultivo que sirve como corredor ambiental y que comunica bosques por lo que diferentes especies de animales pueden movilizarse por ellos.
En 2019, WWF Colombia comenzó a apoyar la labor de Asoacasan, en asesorías técnicas para la conservación de la biodiversidad, fortaleciendo el componente agroforestal del proyecto para que en un futuro otros cultivos puedan convertirse en una alternativa para otros productores y, entre otras cosas, jugaron un papel esencial en la consolidación del acuerdo entre los campesinos y la confitería alemana.
La coordinadora del proyecto Áreas Protegidas y Paz de la WWF Colombia, Beth Sua Carvajal, señala que “este tipo de iniciativas son muy importantes para la conservación de la naturaleza, pues esta zona es de gran importancia ecológica por lo que tiene muchas fuentes hídricas fundamentales como las cuencas del Parque Nacional Indi Wasi”.
Berley Sánchez concluye: “Buscamos que nuestros nietos e hijos puedan disfrutar esto que tenemos. No queremos dejarles un desierto a las generaciones venideras, por eso, con obras como esta, aportamos nuestro grano de arena”.