La mujer que lleva más de 20 años restaurando una montaña afectada por incendios

En una montaña de Villa de Leyva, que quedó destruida por un incendio en 2003, ahora se puede ver musgos, mariposas y otras formas de la naturaleza recuperada, gracias a la paciencia y constancia del trabajo de conservación de Rosa Largo durante 20 años.

Rosa Lía Largo Hernández es la guardiana de una montaña ubicada en la zona de amortiguación de Iguaque, entre el Canal de los Españoles y la carretera a Chiquiza, en Villa de Leyva, que en 2003 sufrió uno de los peores incendios que presenció la comunidad.

En los años 70, el Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente inició un programa de reforestación con pinos, eucaliptos y acacias en el lugar. Sin embargo, en Villa de Leyva son muy comunes los incendios en verano, y el Instituto no dejó un plan de manejo forestal cuando se incluyeron este tipo de especies en el ecosistema. “Ese incendio fue muy fuerte. Tiempo después una ONG y yo comenzamos a intervenir el espacio, pero con el tiempo me fui quedando sola”, comenta Rosa.

Para aquellos años, todo el suelo del lugar se veía negro. Rosa dice que, por sus raíces indígenas, sintió la necesidad de tomar acciones de protección de la naturaleza. No le importó que la vieran pasar sola con las plantas y herramientas para sembrar; ella quería “sentir que estaba haciendo algo por el lugar que la acogió».

Previous
Next

La mujer es reconocida en su comunidad por su trabajo social. Tiene 55 años. Es oriunda del resguardo indígena Cañamomo en Río Sucio, Caldas, y llegó a Boyacá con la intención de aprender a trabajar en cerámicas en Ráquira. Además de ser ‘la guardiana de la montaña’ por 20 años, Rosa también ha dictado talleres de aprovechamiento de madera a niños, ha trabajado como guía de caminatas ecológicas y, actualmente, dedica sus fines de semana a dar clases a niños desescolarizados.

Hoy, ya se han podido evidenciar los resultados del plan de conservación que viene armando desde hace años con la ayuda de ingenieros forestales. Dice que todo ha sido ensayo y error pues, al principio, ignoraba cosas tan básicas como tener que cortar ramas de los árboles más grandes para que la hierba y musgo pudiesen recibir más luz y, así, acelerar su crecimiento.

Ahora ya conoce que, en este tipo de casos, primero se deben sembrar plantas dinamo-genéticas, luego hierba y arbustos, después hongos y helechos y, por último, árboles. “A ese proceso le llamamos restauración natural asistida. Es decir, observamos y vamos imitando lo que la naturaleza normalmente hace”, explica Rosa, quien considera que su trabajo de dos décadas puede servir de ejemplo para que otras comunidades sepan cuál es el paso a paso a seguir a la hora de restaurar espacios afectados por incendios. 

El área de intervención tiene una extensión aproximada de 2 kilómetros de la zona de amortiguación de Iguaque, que limita con la cabecera municipal de Villa de Leyva. /FOTO: cortesía Sendero Ecológico Nelson Iván Castañeda Isaza.

Para Rosa, la paciencia y constancia son dos de los valores más importantes cuando de hablar de conservación se trata. Ella, por ejemplo, tuvo que regar durante cuatro años un totumo para lograr crear un yacimiento de agua en el lugar a partir de una técnica ancestral que le compartió una indígena del Cauca. “Las personas no le tenían fe, pero los saberes indígenas son poderosos y si usted va ahora puede ver el pequeño ojo de agua”, menciona la mujer con emoción.

En los años 2007 y 2009 hubo otros dos incendios. En este último falleció, acorralado por las llamas, Nelson Iván Castañeda Isaza, un trabajador de la Defensa Civil. Rosa bautizó el lugar como Sendero Ecológico Nelson Iván Castañeda Isaza en honor a él.  

Aunque por el proyecto han pasado varios voluntarios, las cuatro personas de base son Rosa Largo, Ingrid Darabos, Jon Sonnen, Roa Suárez y otras 16 que apoyan con donativos. /FOTO: cortesía Sendero Ecológico Nelson Iván Castañeda Isaza.

“Las personas me ven pasar con la mochila y las plantas para sembrar y me dicen que el planeta necesita personas como yo, pero yo les digo que ellos también pueden contribuir. Sin embargo, ha sido difícil mantener un grupo sólido de voluntarios”, cuenta Rosa. Aunque muchas personas lleguen a los caminos del sendero ecológico a contribuir, su trabajo no es constante. En 2021 se vincularon las otras tres personas de base que, junto a Rosa, hacen seguimiento al lugar semanalmente. También hay otras 16 personas que apoyan con donativos para plantas y transporte.

Además del verde que comienza a resaltar de la tierra antes calcinada, en el lugar ya se pueden ver hongos Cola de pavo y musgos, una planta de suma importancia ya que es la encargada de retener la humedad. 

Otra de sus mayores alegrías fue ver la mariposa Greta oto -también conocida como mariposa cristal- sobrevolar el lugar, pues las mariposas son un buen indicador de conservación.