Colombia, el país con mayor diversidad de aves en el mundo, resguarda una invaluable riqueza oológica. Para estudiar la evolución y comportamiento de las especies el país cuenta con la colección Oológica Cornelis J. Marinkelle, la más grande de Latinoamérica.
La colección Oológica Cornelis J. Marinkelle cuenta con el mayor repertorio de huevos de Latinoamérica y está a cargo del Instituto Alexander Von Humboldt, en Villa de Leyva (Boyacá). Actualmente alberga cerca de 18 mil cáscaras, que representan a 1.319 especies de aves provenientes de 113 países.
Estas cáscaras contienen información valiosa sobre la biología, evolución y desarrollo embrionario de las aves, lo que las convierte en piezas clave para su estudio. Además, permiten a los expertos monitorear sustancias contaminantes presentes en sus hábitats para, de esta forma, tomar acciones de conservación más efectivas.
Recientemente, cuentan los curadores de la colección, se han venido empleando en el área de la biomímesis con el objetivo de implementar soluciones procedentes de la naturaleza a los problemas humanos, en forma de principios biológicos y biomateriales.
De las 5.093 nidadas (conjunto de los huevos puestos en el nido) depositadas en la colección, 272 son de aves colombianas correspondientes a 160 especies. En total, se trata de 531 cascarones completos.
Estos son algunos de los huevos más valiosos de aves colombianas con los que actualmente cuenta la sección de acuerdo con su curador, Gustavo A. Bravo:
Gallina de monte (Tinamus major)
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La gallina de monte es una especie de gran tamaño que se mueve por el suelo de los bosques que habita, desde el sur de México hasta el sur de la Amazonía.
Su plumaje, poco llamativo, la hace difícil de observar. No obstante, es más fácil de detectar por su canto tembloroso de frecuencia baja.
Contrario a su plumaje opaco, los huevos de esta especie son llamativos, caracterizados por su color azul turquesa, con una superficie relativamente lisa que les da una apariencia brillante.
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Según expertos, este fenómeno estaría relacionado con la señalización entre machos y hembras. Los machos, encargados del cuidado parental, construyen los nidos en el suelo, donde el abandono podría aumentar el riesgo de depredación. Esto se debe a que el color llamativo de los huevos los hace más visibles para los depredadores.
Copetón (Zonotrichia capensis) y Chamón parásito (Molothrus bonariensis)
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El Zonotrichia capensis, o copetón, es una especie bastante común en algunas ciudades suramericanas. Se le puede encontrar en parques urbanos y zonas verdes.
Se alimenta principalmente de semillas y frutos que recoge en el suelo. Debido a su amplia distribución, recibe otros nombres comunes como pinche, corre-por-suelo o chingolo.
En Colombia se encuentra principalmente en las tres cordilleras de los Andes y en la Sierra Nevada de Santa Marta. En esos territorios, pone huevos de color azul pálido con manchas pequeñas café claro, especialmente hacia la parte ancha del huevo.
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Por su parte, el Molothrus bonariensis es una especie parásita obligada de nido. Es decir, que todos los huevos que pone la hembra, los debe depositar en nidos de otras especies.
Hasta el momento se han registrado nidos de cerca de 200 especies de aves con huevos de M. bonariensis, entre ellos, el Zonotrichia capensis.
Es conocida comúnmente como chamón o maicero, y comparte gran parte de su distribución con el copetón, con preferencia por las zonas bajas.
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Sus huevos, comenta Bravo, presentan polimorfismo. Algunos cuentan con un fondo crema claro con abundantes manchas café claro, mientras que otros tienen fondo blanco con manchas café oscuro más grandes, acumuladas hacia la parte más ancha de los mismos.
Según el experto, la particularidad de estas dos especies radica en que el chamón parásito puede depositar sus huevos en nidos del copetón para que esta los incube y críe a sus polluelos.
Esmeralda coliazul (Chlorostilbon mellisugus)
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La esmeralda coliazul es una especie de colibrí con machos de color verde brillante y cola ahorquillada azul, y con hembras color gris claro en el pecho y vientre. Estas también presentan una línea posterior al ojo, de color gris pálido.
Se les puede observar libando flores en vuelo en jardines de casas, flores ornamentales y en los bordes de bosque.
Se caracteriza por poner huevos extremadamente pequeños, de color blanco y con una cáscara muy delgada. Suelen medir unos 10 milímetros de largo y 7 milímetros de ancho, con un peso de 0.5 gramos.
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Águila harpía (Harpia harpyja)
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El águila harpía es el ave rapaz más poderosa del mundo por su tamaño corporal y, en especial, por el tamaño de sus patas y sus garras.
Se alimenta de varios vertebrados medianos, pero sobre todo de perezosos y monos como el churuco (Lagothrix lagothricha), por lo que en algunos sitios del país es conocida como el ‘águila churuquera’.
Se encuentra catalogada en estado vulnerable por la IUCN, principalmente por la pérdida de su hábitat, lo que ha hecho que sea muy difícil de observar.
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Su huevo, que puede medir entre 5 y 7 centímetros de longitud y pesar hasta 150 gramos, es totalmente blanco y con una textura rugosa, que le da una apariencia mate. Solo pone uno o dos cada dos o tres años, lo que los hace especialmente raros en colecciones científicas.
Sirirí ('Tyrannus melancholicus')
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El sirirí es una de las especies más conocidas en el país, ya que se puede encontrar tanto en ciudades montañosas como en las de tierras bajas, zonas rurales y bordes de bosque.
Se alimenta principalmente de insectos que caza en el aire y mantiene un comportamiento agresivo con aves más grandes, incluso rapaces, en la actividad de defensa de sus huevos y nidos, por lo que en algunos lugares se le conoce como ‘toreador’.
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Los huevos que pone la especie tienen un fondo rosado claro con manchas cafés de diferente intensidad y tamaño. Todos suelen presentar diferencias en el patrón y color de las manchas.